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Serie de Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho N.º 83 Tabú en el Estado liberal de derecho El más allá y el más acá de la racionalidad del Derecho Centro de Investigación en Filosofía y Derecho

Isensee, Josef

Tabú en el Estado liberal de derecho : el más allá y el más acá de la racionalidad del Derecho / Josef Isensee ; traductor Luis Felipe Vergara Peña. - Bogotá: Universidad Externado de Colombia. Facultad de Derecho. Centro de Investigación en Filosofía y Derecho. 2016.

100 páginas; 16,5 cm. (Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho ; 83)

Nota bibliográfica

ISBN: 9789587726015

1. Filosofía del derecho 2. Derecho y ética 3. Argumentación jurídica 4. Teoría del derecho 5. Derecho natural 6. Garantías constitucionales 7. Teoría constitucional I. Vergara Peña, Luis Felipe, traductor II. Universidad Externado de Colombia III. Título IV. Serie.

340.1                SCDD 15

Catalogación en la fuente -- Universidad Externado de Colombia. Biblioteca. EAP.

Diciembre de 2016

JOSEF ISENSEE Tabú en el Estado liberal de derecho El más allá y el más acá de la racionalidad del Derecho Traductor LUIS FELIPE VERGARA PEÑA Universidad Externado de Colombia

Serie orientada por CARLOS BERNAL PULIDO

Con la colaboración de LUIS FELIPE VERGARA PEÑA

Título original: “Tabu im freiheitlichen Rechstaat. Jenseits und diesseits der Rationalität des Rechts”, en Schönburger Gespräche zu Recht und Staat. Ferdinand Schöningh Verlag, 2003.

ISBN 978-958-772-601-5

ISBN EPUB 978-958-772-666-4

© 2016, 2003, JOSEF ISENSEE

© 2016, LUIS FELIPE VERGARA PEÑA (TRAD.)

© 2016, UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

Calle 12 n.º 1-17 este, Bogotá

Tel. (57-1) 342 0288

publicaciones@uexternado.edu.co

www.uexternado.edu.co

Primera edición en español: diciembre de 2016

Ilustración de cubierta: Cattedrale di Monreale, The Fall, por Sibeaster

Diseño de cubierta: Departamento de Publicaciones

Composición: Precolombi-David Reyes

Diseño de EPUB por:

Hipertexto

Prohibida la reproducción o cita impresa o electrónica total o parcial de esta obra, sin autorización expresa y por escrito del Departamento de Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas en esta obra son responsabilidad del autor.

CONTENIDO

I. LA IMAGEN ORIGINAL DEL TABÚ: EL ÁRBOL PROHIBIDO
1. Protección de los seres humanos contra sí mismos
2. Aseguramiento de la dominación
II. MÁS ALLÁ DE LA RACIONALIDAD INSTRUMENTAL DEL DERECHO
III. LAS DIMENSIONES POLÍTICAS DEL TABÚ
IV. DIALÉCTICA DE LA ILUSTRACIÓN
1. Destrucción del tabú arcaico
2. Institución del tabú ilustrado
V. ¿ESTADO CONSTITUCIONAL SIN TABÚ? DERECHOS FUNDAMENTALES COMO GUARDA DE LA RACIONALIDAD Y LA TRANSPARENCIA
VI. PROHIBICIONES DE TEMAS NECESARIOS PARA CUMPLIR UNA FUNCIÓN, EL SECRETO RACIONAL INSTRUMENTAL
VII. ¿CONSTITUCIÓN COMO TABÚ?
VIII. TABUIZACIÓN POLÍTICA DE LAS NORMAS CONSTITUCIONALES
1. Autonomía tarifaria
2. Estado social
3. Prohibición de aprovecharse de un cargo para el propio beneficio
4. La prohibición de tortura
5. Obligación estatal de ser pacífico
IX. TABÚS DE LA SOCIEDAD
1. Ambivalencia de la libertad de opinión
2. Political correctness
3. El tabú absoluto: el rechazo al nacionalsocialismo
X. TABÚ DE LA IDENTIDAD CULTURAL
1. Reserva cultural en el derecho constitucional
2. Tabú cultural para la salvación del Humanum
SOBRE EL AUTOR

I. LA IMAGEN ORIGINAL DEL TABÚ: EL ÁRBOL PROHIBIDO

1. PROTECCIÓN DE LOS SERES HUMANOS CONTRA SÍ MISMOS

Al comienzo de la historia de la salvación, o de la historia de la desgracia, está el rompimiento del tabú. El Dios creador, como bien se cuenta en el libro del Génesis, puso a los primeros hombres en el jardín del Edén para que lo cultivaran y cuidaran y les dijo: “Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal. De él no deberás comer, porque el día que lo hagas quedarás sujeto a la muerte”1. Más adelante les indica: “No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario quedarán sujetos a la muerte”2. La prohibición de comer del fruto se intensifica en la prohibición de tocarlo: la imagen original del tabú. La serpiente, más astuta que los demás animales, sin embargo seduce: “No, no morirán. Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal”. La tentación se tornó irresistible. En el lenguaje de la Biblia: Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió”3. Sin embargo, Adán y Eva no murieron. ¿Acaso era vacía la amenaza que blindaba el tabú? ¿Acaso no era Dios sino la serpiente quien había dicho la verdad? Desde cierto punto de vista, la serpiente no los engañaba: Se abrieron los ojos de quienes infringieron el tabú. El conocimiento que adquirieron era autoconocimiento que, por lo demás, era vergonzoso: ellos descubrieron que estaban desnudos.

Entonces, perdieron su inocencia paradisiaca, la ingenua felicidad original de la armonía consigo mismos. Dado que ellos no habían confiado en Dios, ni le habían obedecido, no pudieron confiar más y se volvieron infelices consigo mismos. Sin embargo, la muerte no los alcanzó de inmediato; no obstante, con dolor, se hicieron conscientes de su mortalidad. La felicidad, tal como se muestra, presupone la renuncia a querer saberlo todo. El conocimiento causa la infelicidad. El tabú sirve para proteger a los hombres de sí mismos. El castigo que Dios inflige sobre la serpiente es la maldición de comer polvo; aquel que inflige sobre la mujer es la maldición de parir los hijos con dolor, y sobre el hombre, la maldición del trabajo. La religión judeo-cristiana enseña: con el primer pecado llegó la desgracia, la caída del hombre en el pecado original, el carácter perecedero de su naturaleza, las fatigas de su vida en la tierra, la muerte como su ruina. La moraleja del mito bíblico4, más allá de cualquier exégesis teológica es: también en el mejor estado posible hay un tabú. Su observancia es la condición para que este estado se conserve. En consecuencia, la libertad de los hombres no es ilimitada. Ella se topa con una prohibición preestablecida que no puede ser cuestionada. Es por ello que tienta la curiosidad, el deseo de probar del fruto del árbol del conocimiento. No obstante, la curiosidad es el pecado.

El tabú es la piedra de toque de la obediencia, precisamente porque se abre al entendimiento como algo útil o necesario. Es algo más que la mera obediencia al derecho que se exige en un Estado secular, a través de normas y órdenes determinadas y por tanto limitadas en su contenido. Por el contrario, es el temor ante el objeto sacrosanto, el temor que impide disfrutar e incluso palpar, y que aconseja guardar la mayor distancia posible.

En el tabú los hombres experimentan su libertad. La violación del tabú les cuesta una fatiga corporal o intelectual. Con tan solo agarrarla, la manzana es suya. Ningún vigilante se los impide. En medio de la pareja y el objeto de su deseo está solamente la ley invisible. Adán y Eva deben renunciar a explorar aquello que de suyo es accesible, y renunciar a hacer algo que podrían llevar a cabo sin toparse con algún impedimento externo. Se les prohíbe llevar hasta el final sus posibilidades de acción e investigación, y con ello emplear su libertad de tal forma que le pongan conscientemente límites.

2. ASEGURAMIENTO DE LA DOMINACIÓN

Hasta aquí, la moraleja de la historia parece plausible: de la desobediencia se sigue el castigo. Con todo, esta plausibilidad es destruida sorpresivamente al final de la historia. El Señor menciona una razón adicional para la expulsión del jardín del Edén, a saber, que el hombre, con su semejanza a Dios, no lleve ahora las cosas muy lejos: “[e]l hombre ha llegado a ser como uno de nosotros en el conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que ahora extienda su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para siempre”5.

En términos jurídicos: la justificación cambia del ámbito del derecho penal al derecho de policía. Al principio, esta justificación apunta a las represalias de la desobediencia; ahora se ocupa de la prevención de riesgos, cuando no de repeler el peligro que proviene de los hombres que se han apropiado del conocimiento prohibido y que ahora quieren echar mano de la inmortalidad a Dios reservada6. Para proteger al creador de sus criaturas, a partir de ahora los querubines cierran, con espadas en llamas, la entrada al jardín.

La justificación irrita al lector desprevenido. Dios se muestra celoso frente a sus propias criaturas y se preocupa de que ellas puedan igualársele cuando no superarlo. ¿Teme él sufrir la suerte que en el mito griego alcanza al viejo género de los dioses, los cuales fueron destronados y desterrados al Tártaro por sus propios hijos los Crónidas? ¿Cómo podría sobrellevar la preocupación con su unicidad y omnipotencia? En la tradición judeo-cristiana este dilema se oculta totalmente. El delicado pasaje, Gen. 3.22 (el más tardío, de las cuatro capas textuales, que actualmente distingue la exégesis), no aparece en las perícopas habituales. La crítica científica de textos, como la exégesis teológica deja abierto el asunto7. Esto sin embargo no es nuestro tema. Nosotros utilizamos la narración bíblica como paradigma de la esencia y de los efectos del tabú para trasplantarlo a un ámbito que hasta ahora lo ha desconocido: la teoría del Estado y la teoría constitucional. Precisamente, porque el ámbito de aplicación del concepto es nuevo, nos preguntamos por el significado del más antiguo de los documentos en la historia de la humanidad. Permanecemos en nuestro círculo cultural y nos liberamos de investigaciones sobre lo que los polinesios, de cuyo idioma proviene la palabra tabú, entienden acerca de este asunto8.

A través de los lentes de la teoría del Estado, se muestra el tabú del Génesis de modo ambivalente. Conforme con su primera justificación, este tabú debe proteger a los hombres de sí mismos; sin embargo, también está destinado a servir a los intereses del Señor, a reforzar el orden dominante, y a mantener la diferencia entre arriba y abajo. La segunda función parece contradecir y derogar la primera. De inmediato se manifiestan los reflejos de la psicología moderna del desocultamiento: el tabú no es más que una finta refinada de los gobernantes para estabilizar su sistema, para paralizar el deseo de conocimiento de los súbditos, para adormecer la razón crítica, para mantener el pueblo a distancia. ¡Pero calma! El tabú no se explica ni se disipa completamente de modo tan simple. Darse por satisfecho con una crítica tan ligera implica terminar con el examen cuando apenas está empezando.

II. MÁS ALLÁ DE LA RACIONALIDAD INSTRUMENTAL DEL DERECHO

En su significado original, la palabra polinesia, “tabú”, designa algo sacro, que se eleva sobre lo habitual, y que es siniestro y prohibido9. Ella rodea su objeto como barrera invisible cuya violación significa un sacrilegio. El concepto contrario, “Noa” representa lo ordinario, generalmente accesible. A partir de Sigmund Freud, el tabú se diferencia de los mandatos morales por carencia de inclusión en un sistema que en general declara y justifica ciertas reservas como necesarias. “Las prohibiciones tipo tabú prescinden de cualquier justificación; ellas son de desconocida proveniencia; para nosotros incomprensibles, parecen obvias a quienes se encuentran bajo su dominio.” Freud resume los informes etnológicos señalando que en los pueblos primitivos “ esto o aquello se prohibe, no sabemos por qué, y ni se les ocurre preguntarlo, sino que se someten a ello como a una cosa obvia, convencidos de que una violación se castigaría sola con la máxima severidad”10*.

El tabú está más allá del horizonte del ordenamiento jurídico moderno. Se desprende de la dignidad sacra, de lo numinoso, lo extraordinario. Según criterios polinesios, el ordenamiento pertenece a la Noafascinosumtremendum