portadilla

1

En el jardín de tía Gertrudis había un laberinto. Tristán no sabía qué era un laberinto pero tampoco le interesaba mucho. Una palabra tan larga sonaba aburrida, como las visitas a la casa de tía Gertrudis.

pajarito

2

Pero ese domingo fue diferente. La tía vio que Tristán se aburría y lo llevó al jardín. Se sentaron en una banca que se balanceaba suavemente, frente al atardecer.

—¿Sabes qué es un laberinto? —le preguntó.

Tristán simplemente se encogió de hombros.

—Te lo diré entonces —dijo tía Gertrudis, y dejó caer una gran cantidad de palabras.

pajarito

3

Las palabras no cayeron en los oídos de Tristán sino sobre el césped, desordenadas, unas sobre otras.

Tristán se sintió más atraído por el sol de la tarde que se hacía naranja, se derretía rápidamente y se deslizaba entre las nubes como parafina caliente hasta caer en el agua, flotar un poco y hundirse.

Antes de que oscureciera, tía Gertrudis entró y volvió a salir con una bolsa de papel y una escoba. Barrió las palabras dentro de la bolsa, la cerró y se la dio a Tristán.

—Llévatelas a casa, a ver si haces algo con ellas —le dijo.

pajarito

4

Al día siguiente, luego de la escuela, Tristán volvió a casa y recordó la bolsa. Salió con ella al jardín.