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CONOCIENDO A JESÚS

EN EL

ANTIGUO TESTAMENTO

CRISTOLGÍA
Y

TIPOLOGÍA BÍBLICA

EUGENIO DANYANS

EDITORIAL CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA

E-mail: clie@clie.es

Internet: http://www.clie.es

CONOCIENDO A JESÚS EN EL A.T.

Cristología y tipología Bíblica

Copyright © 2008 Eugenio Danyans de La Cinna

Copyright © 2008 Editorial CLIE

Todos los derechos reservados

ISBN: 978-84-8267-529-9

eISBN: 978-84-8267-650-0

Clasifíquese:

40- LIBROS DE SIMBOLOGÍA

CTC: 01-01-0040-05

ÍNDICE GENERAL

Dedicatoria

Tabla de los libros de la Biblia con las correspondientes abreviaturas de sus títulos

Reconocimientos

Prólogo

Introducción

1. La Biblia como Revelación completada

2. Cristología: Clave de la Biblia

3. Definición del término týpos

4. El estudio de la Biblia como necesidad prioritaria

Primera Parte:

TIPOLOGÍAS PERSONALES

Capítulo 1

I. El hombre que Dios creó: Adán

Un fenómeno fisiológico

1. Paralelismos entre Adán y Cristo

2. Adán y Eva = Cristo y su Iglesia

3. Adán y Cristo sometidos a tentación

4. Contrastes entre Adán y Cristo

Capítulo 2

II. El hombre cuyo culto Dios aprobó: Abel

Comparaciones entre Abel y Cristo

Capítulo 3

III. El hombre que Dios libró: Noé

Rasgos tipológicos de Noé en relación con Cristo

Capítulo 4

IV. El hombre sin linaje: Melquisedec

Melquisedec y su tipología mesiánica

1. El aspecto histórico

2. El aspecto profético

3. El aspecto doctrinal

Recapitulación

1. Una persona real

2. Una persona singular

3. Una persona típica

Capítulo 5

V. El hombre que Dios guió: Isaac

1. Un hijo muy especial

2. Un sacrificio especial

a) Isaac fue presentado a Dios como una ofrenda

b) Cristo fue presentado a Dios en ofrenda por el pecado

c) Isaac fue levantado de la muerte en figura

d) Cristo fue levantado realmente de entre los muertos

3. Una provisión especial

a) Dios proveyó de un carnero para el holocausto en sustitución de Isaac

b) Cristo es el Cordero provisto por Dios [...] en sustitución del pecador

4. Una esposa especial

a) Isaac se casó con una mujer tomada de entre una sociedad pagana

b) Cristo está tomando Esposa para Sí de entre las naciones gentiles

5. Un siervo especial

a) Eliezer fue enviado por Abraham con el encargo de buscar una esposa para Isaac

b) El Espíritu Santo ha sido enviado por Dios a este mundo con la misión especial de [...] proveer una esposa mística para el Señor Jesús

6. Un encuentro especial

a) Isaac no vio el rostro de Rebeca hasta después de haberla tomado por esposa

b) La Iglesia, como Esposa de Cristo, no verá el rostro de su Amado hasta que tenga lugar el encuentro de ella con el Esposo Celestial...

7. Una bendición especial

a) Isaac fue el heredero de su padre y beneficiario de todos sus bienes

b) Cristo es el Heredero de su Padre

c) Los redimidos somos coherederos con Cristo

Capítulo 6

VI. El hombre que Dios usó: José

1. José, desde una perspectiva biográfica: figura de Cristo

2. José, desde la perspectiva de su humillación: tipo del Mesías sufriente

3. José, desde la perspectiva de su exaltación: figura del Cristo glorificado

4. Los hermanos de José, desde la perspectiva histórica: tipo de Israel en su presente y futuro

5. El reinado de José, desde una proyección profética: figura del Milenio

Capítulo 7

VII. El hombre que Dios envió: Moisés

1. Moisés, el líder de Israel: tipo de Cristo como Libertador

2. Moisés, el portavoz de Dios: figura de Cristo como Profeta

Anexo

Capítulo 8

VIII. El Ángel de Jehová: el Mesías preencarnado

1. Definición del término ángel

2. Igualdad entre Jehová y el Ángel de Jehová

a) El Ángel de Jehová y Agar

b) El Ángel de Jehová y Abraham

c) El Ángel de Jehová y Jacob

d) El Ángel de Jehová y Moisés

e) El Ángel de Jehová y Gedeón

f) El Ángel de Jehová y los padres de Sansón

g) El Ángel de Jehová y el sumo sacerdote Josué

Apéndice

1. El Verbo Divino

2. La Palabra Personificada

3. La Palabra en los Targums

a) Targum Neofiti

b) Targum de Onqelos

c) Targum de Jerusalén

Segunda Parte: CRISTOLOGÍA DEL TABERNÁCULO

A modo de preámbulo

Capítulo 1

I. El Tabernáculo como proyecto de Dios

1. ¿A quién fue dado el Tabernáculo?

2. ¿Cuándo fue dado el Tabernáculo?

3. ¿Por qué fue dado el Tabernáculo?

4. Términos que describían la presencia de Dios

Capítulo 2

II. Los materiales del Tabernáculo y los obreros

1. Los materiales

a) El consejo divino decretado sobre el Mesías

b) Emanuel: el Mesías Divino en su tabernáculo humano

c) El sacrificio del Mesías

d) El Espíritu dado por el Mesías

e) La intercesión del Mesías

f) Los sufrimientos del Mesías

2. Los artífices

a) ¿Quiénes suministraron los materiales para la erección del Tabernáculo?

b) ¿Quiénes hicieron la obra?

c) ¿Qué prefiguraban Bezaleel y Aholiab?

d) Características de los obreros

Capítulo 3

III. El campamento de Israel y la nube de la presencia divina

1. El campamento en reposo

2. La nube de la gloria divina

3. Lecciones espirituales de la nube gloriosa

Capítulo 4

IV. El Atrio y su estructura

1. Las cortinas del Atrio

2. Los componentes del Atrio

a) Las columnas y las basas de bronce

b) Los capiteles y las molduras de plata

3. La Puerta del Atrio y su cortina

a) La cortina multicolor de la Puerta

b) Las columnas que sostenían la cortina de la Puerta

Capítulo 5

V. El Altar del Holocausto

1. La ubicación del Altar

2. La forma del Altar y sus materiales

3. Las dimensiones del Altar y sus cuernos

a) El significado de las medidas

b) El significado de los cuernos

4. El fuego del Altar y las cenizas del sacrificio

5. La cubierta del Altar

6. Altares sin gradas

Capítulo 6

VI. La Fuente del Lavatorio

1. La composición de la Fuente y su base

2. La procedencia del material de la Fuente

3. La función de la Fuente

a) Lavamiento completo: Regeneración

b) Lavamiento constante: Santificación

4. La disposición de la Fuente

Capítulo 7

VII. Las tablas doradas del Tabernáculo

1. La procedencia de las tablas

2. La nueva forma de las tablas

3. El revestimiento de las tablas

4. El fundamento de las tablas

5. La estabilidad de las tablas

6. La unidad de las tablas

7. El perfecto ajuste de las tablas

8. La colocación de las tablas

Recapitulación

Capítulo 8

VIII. Las cubiertas del Tabernáculo y su Puerta

1. Las cortinas del Tabernáculo y la cubierta de la Tienda

a) Primera cubierta: la cortina de lino torcido 203

Los querubines de la cubierta

Las cortinas y sus medidas

Las lazadas y sus corchetes

b) Segunda cubierta: la cortina de pelo de cabra

Las medidas de estas cortinas y sus broches

2. Las cubiertas sin medidas

c) Tercera cubierta: pieles de carneros teñidas de rojo

d) Cuarta cubierta: pieles de tejones

3. La Puerta de la Tienda

Aplicación práctica

Capítulo 9

IX. El Lugar Santo y su mobiliario

1. La Mesa de los Panes de la Proposición

a) La Mesa de la Proposición

b) El Pan del Santuario

c) La preparación del Pan

d) Los participantes de la Mesa

e) Cristo, el Señor de la Mesa

Capítulo 10

X. El mobiliario del Lugar Santo (Continuación)

2. El Candelero de Oro

a) El diseño del Candelero: la persona de Cristo

b) Los adornos del Candelero: La hermosura del carácter de Cristo

c) El material del Candelero: la deidad de Cristo

d) El aceite del Candelero: la obra de Cristo

Los utensilios complementarios

Capítulo 11

XI . El mobiliario del Lugar Santo (Conclusión)

3. El Altar del Incienso

a) Las dimensiones del Altar

b) La ubicación del Altar

c) Los componentes del Altar

d) Los cuernos del Altar

e) La cornisa del Altar

f) Los anillos del Altar y sus varas

g) El sacrificio anual sobre el Altar

h) El incienso del Altar y su composición

i) El ungimiento del Altar

Capítulo 12

XII. El Velo en la Puerta del Lugar Santísimo

1. La confección del Velo

a) Su tejido: nos habla de la vida inmaculada de Cristo

b) Sus colores: nos hablan de la posición de Cristo

c) Sus querubines: nos hablan de la deidad de Cristo

2. El propósito del Velo

3. La temporalidad del Velo

Capítulo 13

XIII. El Lugar Santísimo y su mueble

1. El Arca de la Alianza

a) La persona de Cristo

b) La preeminencia de Cristo

c) La perfección de Cristo

Capítulo 14

XIV. El mueble del Lugar Santísimo (Continuación)

2. El Propiciatorio

Detalles tipológicos complementarios del Arca y su Propiciatorio

Capítulo 15

XV. El mueble del Lugar Santísimo (Conclusión)

3. Los Querubines de Oro

Actividades y funciones de los querubines

Anexo I ¿Dónde está el Arca de Dios?

Anexo II El Incensario de Oro

Apéndice: Notas adicionales sobre el Tabernáculo

Los Templos de Dios a través de los tiempos

a) El Tabernáculo

b) El Templo de Salomón

c) El Templo de Zorobabel

d) El Templo de Herodes

e) El Templo del Señor: su Cuerpo Santo

f) El Templo Espiritual: la Iglesia

g) El Templo de la Tribulación

h) El Templo de Ezequiel

i) La Jerusalén Celestial

Anexo complementario: El Anticristo en el Templo de la Tribulación

Tercera Parte:

TIPOLOGÍA DE LAS VESTIDURAS SACERDOTALES

Capítulo 1

I. Las Vestiduras Santas para el Servicio Litúrgico (I)

1. Características del sacerdocio aarónico

2. Contrastes entre el sacerdocio levítico y el sacerdocio de Jesucristo

Capítulo 2

II. Las Vestiduras Santas para el Servicio Litúrgico (II)

1. La Mitra

2. La Diadema Santa y su Lámina de Oro

3. Las Hombreras y sus Piedras de Ónice

Capítulo 3

III. Las Vestiduras Santas para el Servicio Litúrgico (III)

4. El Pectoral del Juicio con sus Piedras

La pedrería del Pectoral: su descripción y significados

5. El Urím y Tumím

Capítulo 4

IV. Las Vestiduras Santas para el Servicio Litúrgico (IV)

6. El Efod de Oro

7. El Cinto del Efod

8. El Manto Azul del Efod

9. Las Granadas de Colores y las Campanillas de Oro

Capítulo 5

V. Las Vestiduras Santas para el Servicio Litúrgico (y V)

10. La Túnica Blanca

11. El Cinto de la Túnica

12. Los Calzones de Lino

Apéndice: La consagración sacerdotal

Aplicación espiritual

El proceso de consagración sacerdotal

Cuarta Parte:

TIPOLOGÍA DE LAS OFRENDAS CÚLTICAS

Capítulo 1

I. Las Ofrendas Levíticas

Las Cinco Ofrendas Cúlticas del Señor

1. La Ofrenda Voluntaria: la Ley del Holocausto

a) Definiciones y simbolismos

b) Variedad de víctimas y su significado tipológico

Capítulo 2

II. Las Ofrendas Levíticas (Continuación)

2. La Ofrenda Voluntaria: la Ley de la Oblación Vegetal

3. La Ofrenda Voluntaria: la Ley del Sacrificio de Paz

Anexo

Capítulo 3

III. Las Ofrendas Levíticas (Conclusión)

4. La Ofrenda Obligatoria: la Ley de la Expiación por el Pecado

5. La Ofrenda Obligatoria: la Ley de la Expiación por la Culpa de la Transgresión

Apéndice: Comparaciones y reflexiones

Quinta Parte:

TIPOLOGÍA DE LAS FIESTAS RELIGIOSAS DE ISRAEL

Capítulo 1

I. Las Festividades Sagradas del Señor (I)

1. La Fiesta de la Pascua

a) El lado de Dios

b) El lado del redimido

c) El lado comestible como alimento

d) El lado conmemorativo como memorial

La Pascua y la Cena del Señor

Anexo

Capítulo 2

II. Las Festividades Sagradas del Señor (II)

2. La Fiesta de los Panes sin Levadura

a) La vida santa de Cristo

b) El andar en santidad del redimido

3. La Fiesta de las Primicias

a) El Cristo resucitado

b) La vida del creyente en su resurrección espiritual

4. La Fiesta de Pentecostés

a) Los resultados de la presencia del Espíritu Santo en la vida del redimido

b) Las operaciones del Espíritu Santo en la dispensación presente

Capítulo 3

III. Las Festividades Sagradas del Señor (III)

5. La Fiesta de las Trompetas

6. El Día de la Expiación

a) La contrición por el pecado

b) Los padecimientos de Cristo

c) La sangre sobre el Propiciatorio

d) Aplicaciones y contrastes

Capítulo 4

IV. Las Festividades Sagradas del Señor (y IV)

7. La Fiesta de los Tabernáculos

Lecciones de las tres principales Fiestas

El gozo de esta última Fiesta

El Dador de los «ríos de agua viva»

Significado profético de la Festividad de los Tabernáculos

Recapitulación de las Fiestas de Jehová

Sexta Parte:

TIPOLOGÍA DE EVENTOS Y SUS COMPONENTES

Capítulo 1

I. El Arca de Noé como figura de Cristo

1. El nacimiento de Cristo: tipificado en el origen del Arca

2. La persona de Cristo: tipificada en la construcción del Arca

3. La obra de Cristo: tipificada en la estructura perfecta del Arca

4. La etapa de la vida de Cristo: tipificada en la historia del Arca

5. El significado profético de las ocho personas que estaban en el Arca

Anexo complementario: el Gran Diluvio Universal

Nota adicional

Capítulo 2

II. El Maná como figura de Cristo

Detalles típicos del Maná

Anexo complementario

Aplicaciones

Capítulo 3

III. La Roca Herida como figura de Cristo

1. La Roca en Horeb: la persona de Cristo

2. La Roca Herida: la obra redentora de Cristo

3. El Agua de la Roca: la obra del Espíritu Santo

4. La Roca en Qadés: nuestro acceso al Señor

5. La Herida de la Roca: la suficiencia del sacrificio de Cristo

6. La Peña doblemente Herida: fue motivo de juicio por parte del Señor

Resumen de lecciones y aplicaciones

Capítulo 4

IV. La Serpiente de Bronce como figura de Cristo

1. El pecado de Israel y sus consecuencias

2. La naturaleza de las serpientes ardientes

3. Reconocimiento y confesión del pecado

4. El remedio provisto por Dios

5. La condición establecida

6. El resultado de la aplicación personal del remedio divino

7. El peligro de caer en la idolatría

8. Marchando hacia la bendición prometida

Aplicación

APÉNDICES

Apéndice I

1. La singularidad de la muerte del Mesías

a) El Hombre que murió porque quiso

b) El Hombre que murió como quiso

c) El Hombre que murió cuando quiso

2. El día de la crucifixión del Mesías

3. La duración de la permanencia del Mesías en la tumba

Apéndice II

La alabanza de los ángeles y el canto de los redimidos

Análisis de un término clave en conexión con el canto: Psállo

EPÍLOGO: Cristo en cada libro de la Biblia

Para mi esposa,

para mis hijos,

y para mis nietos.

TABLA DE LOS LIBROS DE LA BIBLIA CON LAS CORRESPONDIENTES ABREVIATURAS DE SUS TÍTULOS

Antiguo Testamento

Gn. = Génesis

Éx. = Éxodo

Lv. = Levítico

Nm. = Números

Dt. = Deuteronomio

Jos. = Josué

Jue. = Jueces

Rt. = Rut

1º S. = 1º de Samuel

2º S. = 2º de Samuel

1º R. = 1º de los Reyes

2º R. = 2º de los Reyes

1º Cr. = 1º de Crónicas

2º Cr. = 2º de Crónicas

Esd. = Esdras

Neh. = Nehemías

Est. = Ester

Job = Job

Sal. = Salmos

Pro. = Proverbios

Ec. = Eclesiastés

Cnt. = Cantar de los Cantares

Is. = Isaías

Jer. = Jeremías

Lm. = Lamentaciones de Jeremías

Ez. = Ezequiel

Dn. = Daniel

Os. = Oseas

Jl. = Joel

Am. = Amós

Abd. = Abdías

Jon. = Jonás

Mi. = Miqueas

Nah. = Nahum

Hab. = Habacuc

Sof. = Sofonías

Hag. = Hageo

Zac. = Zacarías

Mal. = Malaquías

Nuevo Testamento

Mt. = Evangelio según San Mateo

Mr. = Evangelio según San Marcos

Lc. = Evangelio según San Lucas

Jn. = Evangelio según San Juan

Hch. = Hechos de los Apóstoles

Ro. = A los Romanos

1ª Co. = 1ª a los Corintios

2ª Co. = 2ª a los Corintios

Gá. = A los Gálatas

Ef. = A los Efesios

Fil. = A los Filipenses

Col. = A los Colosenses

1ª Ts. = 1ª a los Tesalonicenses

2ª Ts. = 2ª a los Tesalonicenses

1ª Ti. = 1ª a Timoteo

2ª Ti. = 2ª a Timoteo

Tit. = A Tito

Flm. = A Filemón

He. = A los Hebreos

Stg. = Santiago

1ª P. = 1ª de San Pedro

2ª P. = 2ª de San Pedro

1ª Jn. = 1ª de San Juan

2ª Jn. = 2ª de San Juan

3ª Jn. =3ª de San Juan

Jud. = San Judas

Ap. = Apocalipsis

RECONOCIMIENTOS

Agradecemos los permisos concedidos para usar parte de la información didáctica suministrada por las publicaciones que se citan:

DORCAS L. DADE, misionera, por Notas sobre el Tabernáculo en el Desierto, editadas por La Unión Para Estudio Bíblico, de Maracaibo, Venezuela.

STANLEY C. BOWN, por El Tabernáculo y las Ofrendas, de Edwin Kirk, traducido al castellano por F. A. Franco.

RENE ZAPATA, Director de Relaciones Públicas de Ediciones Las Américas, A. C., de Puebla, Pue., México, por Manual de Interpretación Bíblica, del profesor J. Edwin Hartill, traducido al castellano por el profesor E. R. Smith.

MARCO T. CALDERÓN, por Manual del Tabernáculo, del Rev. David Bonilla, publicado por Gospel Press/Senda de Vida, de Miami, Florida.

Otros autores especialmente consultados:

ENRIQUE PAYNE

HERRMANN G. BRAUNLIN

JOHN RITCHIE

REV. DR. A. B. SIMPSON

E. F. BLATTNER

A. ROSSEL

G. ANDRÉ

G. A. y P. CHEVALLEY: Depósito de Literatura Cristiana, de Buenos Aires, Argentina, año 1960.

P. B. G.: Apuntes de Estudios Bíblicos.

Y hacemos extensivo el testimonio de nuestro reconocimiento a los comentaristas y expositores bíblicos que mencionaremos a lo largo de las páginas de este volumen. Nos complace, pues, expresar aquí nuestro agradecimiento a todos ellos.

PRÓLOGO

Escudriñad las Escrituras (Jn. 5:39).

Eugenio Danyans de La Cinna es un enamorado de la Biblia. Y, además, es un buen escudriñador de las Escrituras. Hoy, para algunos, quizá pueda parecer un tópico que aún se escoja como tesis de trabajo una Cristología del Antiguo Testamento, que como dice el autor es un comentario expositivo de las Tipologías Mesiánicas. Pero puede valorarse la importancia de una doctrina por la prominencia que se le da en el canon bíblico. Y así vemos que las Tipologías nos muestran a Cristo prefigurado a través de todas las Escrituras del Antiguo Testamento.

Ahora bien, han sido muchos los estudios que a lo largo del pasado siglo XX se realizaron, y que sin duda durante el transcurso de nuestro siglo XXI se realizarán sobre la Persona incomparable de Jesús de Nazaret. Pero ahora, nuestro común hermano en la fe, Danyans, nos presenta este libro muy oportunamente, porque en estos tiempos en que el estudio de la Biblia parece estar reservado a Seminarios o Institutos Bíblicos (pues el estudio bíblico, para muchos, no resulta ser tan precioso como lo fuera antaño), se hace necesario recalcar que cuando se estudia la Biblia con el corazón debería uno enamorarse de ella, de su contenido, de los descubrimientos que en sus páginas sagradas se nos revelan, ya que a través de su lectura y meditación el creyente encuentra muchos más motivos para amarla, para obedecerla y para amar más al Señor de la Biblia.

Cada sección del libro de Danyans se va desarrollando sistemáticamente. Recorriendo biográficamente cada personaje bíblico que se estudia, cada detalle del mobiliario del Tabernáculo, cada pieza de las vestiduras sacerdotales, las ofrendas levíticas, las festividades religiosas de Israel, los grandes eventos históricos..., el autor nos va desgranando su estudio, descubriéndonos aspectos característicos que nos presentan al Señor Jesús de una manera tal que el lector se dará cuenta de que irá conociendo mejor, y mucho más que antes, la Persona y la Obra de Cristo.

Y es que cuando se ha leído la Biblia muchas veces, y se ha estudiado profundamente, se van mostrando cosas y más cosas aleccionadoras que nos hacen entender las maravillas que afloran de la lectura del Libro de Dios. Personalmente creo que quien se adentre en esta obra de investigación del hermano Danyans va a pasar un tiempo devocional muy agradable entre sus páginas, sobre todo cotejando su contenido con la Biblia abierta. En una palabra: disfrutará mucho con su lectura.

Muy especialmente estoy pensando en esos jóvenes de nuestras iglesias que empiezan a leer libros que nunca habían podido consultar hasta ahora porque carecían de ellos. Y seguramente la lectura de este libro, además de atraer su atención, les abrirá la mente y aprenderán las valiosas enseñanzas de las Tipologías del Antiguo Testamento acerca del Señor Jesucristo, al que verán reflejado en cada detalle de proyección Mesiánica que menciona nuestro autor en los respectivos apartados que forman la estructura de este volumen.

Y es que la noción que tengamos de Cristo es indudable que se verá enriquecida con el estudio de las tipologías bíblicas, y evidentemente ese enriquecimiento ejercerá una notable influencia sobre cada creyente, pues nos ayudará a comprender que, en su debida perspectiva profética, verdaderamente la Biblia nos revela a Cristo en cada detalle tipológico, como sobradamente expone nuestro autor.

Es algo que trasciende a lo puramente humano y que será, sin duda alguna, preciso conocer para entender, en todo su alcance, el profundo significado de las Tipologías Mesiánicas del Antiguo Testamento. Un buen deseo y un fuerte abrazo de este sincero admirador tuyo, que es

Antonio M. Sagau

INTRODUCCIÓN

1. LA BIBLIA COMO REVELACIÓN COMPLETADA

Hoy, quizá más que nunca, nuestro mundo en crisis necesita la Palabra de Dios, que es la Biblia. La Biblia no es un libro vulgar: es el Libro de Dios. Y conocer el mensaje de salvación que contiene constituye una prioridad imperativa, porque el Evangelio sigue siendo vigente para los hombres del siglo XXI. «Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo», leemos en Apocalipsis 14:6.

Es decir, en los últimos tiempos de la historia de nuestra humanidad, Dios no ha cambiado su mensaje. El Evangelio es el mismo de siempre, pues no está obsoleto, y por tanto no hay –ni puede haber– otro. «Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema» (Gá. 1:8).

Nosotros creemos que no hay otra fuente de verdad que Dios mismo, y que la revelación de su verdad eterna nos la ha dejado escrita en el libro divino conocido como la Biblia o las Sagradas Escrituras. En este sentido nos identificamos con lo que Cervantes dice en el Quijote: «la Santa Escritura que no puede fallar un átomo de verdad» (parte II, cap. 27).

Ahora bien, la Biblia es una revelación progresiva que culmina en Cristo: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo» (He. 1:1-2). En los tiempos antiguos, Dios habló en muchos fragmentos y de diversas maneras a los hombres por medio de los profetas, y lo hizo en muchos estilos. Pero al final de estos días, cuando se cumplió la plenitud del tiempo señalado (Gá. 4:4), Dios nos habló en la persona de su Hijo. Literalmente dice el original: «nos habló en Hijo». Dios se ha revelado a mismo en Cristo.

La revelación de la gracia salvífica de Dios principió en la historia de la humanidad y se completó en Cristo Jesús. Como escribe D. Francisco Lacueva en su libro Espiritualidad Trinitaria, citando un párrafo lapidario de San Juan de la Cruz, quien haciendo referencia a la axiomática declaración de Hebreos 1:2 elabora el siguiente jugoso comentario:

«En lo que da a entender el escritor que Dios ha quedado como mudo y no tiene más que hablar, porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado en Él todo, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad. Porque le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas. Porque tú pides locuciones y revelaciones en parte, y si pones en Él los ojos, lo hallarás en todo; porque Él es toda mi locución y respuesta, y es toda mi visión y toda mi revelación”.» (Subida del Monte Carmelo, lib. 11, cap. XXII).

De modo que, en otras palabras, no le pidas a Dios más revelación, porque te podría decir: «Oye, ¿es que no tienes bastante con mi Hijo? Pues ahí lo tienes todo. Escúchale a Él». Y esto es de suma importancia para no desviarse de la Palabra de Dios. Por eso puede decirse que la Cristología es el corazón del Antiguo Testamento y el alma del Nuevo Testamento. Y como alguien ha sugerido, Cristo es el «hilo conductor» que atraviesa la Escritura.

En efecto, Él es el Jehová del Antiguo Testamento, que bajo la misteriosa figura del Ángel de Jehová le vemos manifestarse como el único representante de Dios que lleva su Nombre inefable (Éx. 23:20-21), y en esta apariencia le vemos recibiendo la adoración y el trato que sólo corresponde a Dios. Asimismo, Cristo es también el «Dios manifestado en carne», del que habla el Nuevo Testamento (1ª Ti. 3:16).

2. CRISTOLOGÍA: CLAVE DE LA BIBLIA

Como muy bien dice Stuart Park: «La Cristología ocupa un lugar preeminente en la cumbre de la teología bíblica, y con razón, pues desde la incomparable figura de Jesucristo se iluminan todos los horizontes de la revelación divina. La persona y la obra de Jesucristo constituyen el corazón de la revelación bíblica, el epicentro de los propósitos eternos de Dios».

La Biblia es una unidad, porque en todas sus partes campea la historia de la Redención. De ahí la importancia de conocer y estudiar la Cristología del Antiguo Testamento, por cuanto Cristo no está solamente prefigurado mediante tipos, sino que también se manifiesta visiblemente en la persona extraordinariamente relevante del Ángel de Jehová, de quien se dice en Miqueas 5:2 según el original: «y sus salidas (o “apariciones”) son desde tiempos antiguos, desde los días de antaño».

O sea que, en el Antiguo Testamento, Cristo se nos muestra ya como el Mesías preencarnado bajo la figura del Ángel de Jehová. Cristo es, por tanto, el personaje central de la Biblia. De Él dieron testimonio todos los profetas de la antigüedad en sus oráculos. Y así la Cristología del Antiguo Testamento preparó el camino a la Cristología del Nuevo Testamento.

Ahora bien, cuando nos adentramos en la lectura y el estudio de la Biblia, nos vemos frente a una fuente inagotable de elementos que constituyen el secreto para recibir de ella ayuda espiritual, apoyo para la fe, y nutrición para el alma. Por eso «la corriente de la revelación se ha desarrollado en un cauce de historia», como dice Carroll Owens Gillis, a fin de llegar a todos los hombres. Y a la luz de esta perspectiva tan panorámica veamos el desarrollo histórico de dicha revelación:

1. En el Antiguo Testamento vemos al Cristo de la Promesa: Cristo es preanunciado y le vemos prefigurado en diversas tipologías.

2. En los Evangelios vemos al Cristo de la Historia: Cristo es manifestado entre los hombres para revelarnos a Dios (Jn. 1:18) y consumar el plan de la salvación.

3. En los Hechos de los Apóstoles vemos al Cristo de la Experiencia: Cristo es proclamado a todas las naciones y Él es el único fundamento de la fe cristiana.

4. En las Epístolas vemos al Cristo de la Iglesia: Cristo es poseído y Él reina en medio de su pueblo.

5. Y, finalmente, en el Apocalipsis vemos al Cristo de la Gloria:

Cristo es preeminente: «Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin» (Ap. 22:13). Notemos ahora:

a) El Alfa y la Omega: Cristo es la suma de toda la revelación divina. Él nos trae el conocimiento pleno de Dios (Jn. 14:9; Col. 1:15; He. 1:3).

b) El Primero y el Último: Cristo es la corona de la Historia (Ap. 11:15).

c) El Principio y el Fin: Cristo es el Señor de todos los mundos (Fil. 2: 9-11).

Cuando Pablo escribía en Fil. 2:9: «y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre», quizá, como sugiere H. A. A. Kennedy en su The Expositor’s Greek New Testament, el apóstol tenía en mente el uso judío de ha-shem, «el Nombre», en sustitución reverente de Yahvéh, traducido en la Septuaginta por Kyrios, «Señor». El mismo título de suprema distinción conferido a Cristo por su naturaleza divina.

Como apuntábamos, Cristo es, pues, la clave de toda la Biblia, y Él es quien da a la Biblia su unidad espiritual e histórica. Alguien ha elaborado el siguiente bosquejo del desarrollo de la Biblia en relación con el Cristo de Dios, que vale la pena considerar porque muestra con suficiente exactitud la unidad esencial de las Escrituras:

  1. REVELACIÓN: Génesis a Deuteronomio.
  2. PREPARACIÓN: Josué a Ester.
  3. ASPIRACIÓN: Job a Cantar de los Cantares.
  4. EXPECTACIÓN: Isaías a Malaquías.
  5. MANIFESTACIÓN: Mateo a Juan.
  6. REALIZACIÓN: Hechos a Epístolas.
  7. CULMINACIÓN: Apocalipsis.

La persona incomparable del Señor Jesucristo es tan singular que nadie puede sustraerse a su impactante influencia. Él seduce a las almas inquietas que, ávidas de conocimiento para encontrar respuestas, pugnan por desentrañar el origen y la finalidad de la existencia de todas las cosas en un universo metafísico abierto a la trascendencia.

He aquí, como ejemplo de lo dicho, el testimonio elocuente que, acerca del Cristo de la Biblia, nos dan dos personajes notables:

a) «Sólo por Jesucristo conocemos la vida y la muerte. Fuera de Él, todo es tinieblas: nuestra vida, nuestra muerte, Dios, e incluso nosotros mismos. Sin las Sagradas Escrituras, cuyo único objeto es Jesucristo, nada conoceremos; viviremos en una ceguera y confusión completas respecto a la naturaleza de Dios y a nuestra propia naturaleza» (Blas Pascal).

b) «Mi fe consiste en la humilde adoración de Dios, quien se revela en los más insignificantes detalles de la materia. Mi profunda convicción intuitiva de la existencia de Dios, que se manifiesta en todos los lugares del universo, constituye el fundamento de mi existencia y de mi fe... Soy judío, cierto; pero la figura radiante de Jesús ha producido en mí una impresión fascinadora... Nadie se ha expresado como él. En realidad sólo hay un lugar en el mundo donde no vemos ninguna oscuridad. Es la persona de Cristo. En él se ha presentado Dios ante nosotros con la máxima claridad» (Albert Einstein).

Y es que frente a la grandeza del Cristo divino no podemos por menos que compartir las palabras del astronauta americano James B. Irwin, haciéndolas nuestras, y decir juntamente con él que el día más grande de la Historia no fue el día en que el primer hombre puso sus pies sobre la Luna, sino aquel en que el Hijo de Dios vino a la tierra, porque Dios nos amó de tal modo que envió a su Hijo Jesucristo a este mundo para demostrar su amor hacia todos los seres humanos.

3. DEFINICIÓN DEL TÉRMINO TÝPOS

Como ya se ha dicho, el Señor Jesucristo es el tema supremo de la Biblia. Él, bajo una variedad de nombres y términos descriptivos, es el personaje central en todos los 66 libros que forman el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Leyendo la Escritura vemos que la persona de Cristo y su obra se hallan representadas en diversos tipos mesiánicos; tipologías que consideraremos en el desarrollo de nuestro estudio. Sin embargo, comencemos por definir qué cosa es un tipo. Los tipos cristológicos son, en un sentido, comparables a las profecías. O pueden ser utilizados como analogía o ilustración.

Ethelbert W. Bullinger nos ofrece una correcta definición acerca de qué es un tipo. Nos dice este autor que el vocablo tipo proviene del verbo griego týptein = golpear o imprimir una marca. Como figura de dicción, significa una «sombra» (gr. skiá, Col. 2:17; He. 10:1) o anticipo figurativo de algo futuro, más o menos profético, que constituye el antitipo o realidad prefigurada por el tipo. («Antitipo» quiere decir: «en el lugar del tipo», porque el tipo es como un molde, y el antitipo es lo que llena el molde al cumplir en la realidad lo que aquél representaba prefigurativamente.)

En el Nuevo Testamento, el término griego týpos adquiere diversos sentidos, tales como:

Señal o marca (Jn. 20:25).

Figura (Hch. 7:43; Ro. 5:14).

Forma (Ro. 6:17).

Modelo (Hch. 7:44; He. 8:5).

Manera, estilo, etc. (Hch. 23:25: «términos», en la Reina Valera).

Ejemplo (1ª Co. 10:6, 11; Fil. 3:17; Tito 2:7).

Los médicos griegos usaban este vocablo para expresar los síntomas de una enfermedad. Galeno escribió un libro de medicina titulado Perí ton týpon = Sobre los síntomas. En sentido legal, se usaba también para designar un caso.

Así que puede decirse con toda propiedad –siguiendo a Bullinger– que la mayor parte de los llamados tipos en la Biblia son meramente ilustraciones, y sería preferible designarlos de esta manera, ya que, de suyo, no enseñan verdades, sino que ilustran las verdades que ya están reveladas en otros lugares de las Escrituras.

D. José M. Martínez escribe al respecto en su conocida obra Hermenéutica Bíblica: «Puede definirse la tipología como el establecimiento de conexiones históricas entre determinados hechos, personas o cosas (tipos) del Antiguo Testamento y hechos, personas u objetos semejantes del Nuevo (antitipos) [...]. La tipología tiene una base lógica en la unidad esencial entre la teología del Antiguo Testamento y la del Nuevo. Ambas, como sugería Fairbairn, son comparables a dos ríos paralelos unidos entre sí por canales. Esos canales son los tipos. La similitud básica entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, y el uso que en el segundo se hace del primero, explican la validez de la tipología».

Por lo tanto, en el sentido bíblico de la palabra, se da el nombre de tipo a todo personaje, institución ritual o acontecimiento histórico del Antiguo Testamento que, unido a su significado literal, representaba alguna otra realidad del Nuevo Testamento. Como decía en una predicación radiofónica el Dr. Ricardo W. DeHaan, profesor de la Clase Bíblica Radial:

«Todo el sistema ceremonial y de leyes civiles dadas por Dios a Israel está lleno de tales tipos, y Hebreos 9 nos habla de su cumplimiento. Los animales ofrecidos sobre el altar representan a Cristo sacrificándose a favor nuestro en el Calvario para salvar a la humanidad. Los muebles y utensilios del tabernáculo y del templo, juntamente con los ritos inherentes a todos ellos, prefiguran al Señor y su obra redentora».

Y añadía a continuación el profesor DeHaan en su plática: «En la Epístola a los Hebreos 10:20 aprendemos que el velo del templo, que separaba el lugar santo del lugar santísimo, era también un tipo del cuerpo de Cristo. Justamente en el momento de morir Jesús, «el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo» (Mt. 27:51). Por medio de la muerte de Cristo, fue abierto un camino nuevo y vivo para poder penetrar, todos los creyentes en Jesús, en la presencia de Dios».

Dios mismo explica la unidad y la analogía de su revelación progresiva por las palabras del profeta Isaías: «La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá» (Is. 28:13).

Y el propio Señor Jesucristo dice hablando de las Escrituras hebreas: «Escudriñad las Escrituras; [...] ellas son las que dan testimonio de mí» (Jn. 5:39). Véase también Lucas 24:27 y 44.

Resulta interesante constatar que, cuando en el primer capítulo de Génesis se describe la creación del mundo llevada a cabo por Dios, utilizando la palabra Elohim como nombre para designar a Dios, este sustantivo en número plural incluye a Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, lo que significa que ya aquí vemos a Jesucristo señalado como Creador y llevando implícita su preeminencia eterna (Jn. 1:3; Col. 1:16-17).

El nombre plural de Dios no es un simple plural de abstracción ni un plural de majestad, según alegan quienes rehúsan admitir una unión de tres personas en la Trinidad, pues el llamado plural intensivo o mayestático era desconocido entre los hebreos, y sólo fue transmitido más tarde como propio de los reyes persas y griegos.

Por lo tanto, más que un plural de plenitud, ese plural de Elohim indicaría la pluralidad de personas divinas implicadas en el seno de la Trinidad.

Efectivamente, el plural de majestad ha sido una mera invención humana, porque las Escrituras jamás autorizaron ese modo de hablar denominado plural mayestático. La invención se atribuye a Guillermo Gesenius, orientalista alemán fundador de la Filología semítica, quien una vez presentó esa idea de que dicho plural era tan sólo una manera de Dios de mostrarse en su majestad señorial, al modo de los antiguos monarcas.

Sin embargo, más tarde se descubrió que esa tesis de Gesenius era falsa, porque se comprobó que ningún monarca de la antigüedad usó ese sistema, a excepción de los reyes persas y griegos cuando, posteriormente, introdujeron tal costumbre apelando a una fórmula inexistente entre los hebreos.

4. EL ESTUDIO DE LA BIBLIA COMO NECESIDAD PRIORITARIA

Una necesidad primordial en el día de hoy, por parte de los creyentes cristianos, es estudiar en profundidad la Palabra de Dios por sí misma, si bien esto no excluye consultar buenos comentarios bíblicos. (Entre ellos recomendaríamos el Comentario Bíblico de Matthew Henry, adaptado por Francisco Lacueva.) Los temas doctrinales, por ejemplo, tienen una importancia relevante por las riquezas de tipo devocional que reportan al estudiante. De ahí que los pastores y líderes de nuestras iglesias debieran considerar como una prioridad imperativa enseñar a nuestros jóvenes cómo estudiar la Biblia. Los hijos de Dios debemos involucrarnos de manera personal en el estudio sistemático de las Sagradas Escrituras. Y así los estudiantes del texto sagrado deben comprometerse a adquirir una base bíblica sólida y alcanzar madurez espiritual, «creciendo en el conocimiento de Dios» (Col. 1:10).

En expresión de Agustín de Hipona: «La Biblia es una carta que el Padre de las misericordias quiso escribir a los hombres para enseñarles el camino de la verdad y de la verdadera vida». De ahí que darnos a conocer a Cristo y su obra de salvación sea la finalidad primordial que persiguen las Sagradas Escrituras, principio y fin de la revelación divina. La lectura y el estudio de la Palabra de Dios nos hará conocer más y mejor a Cristo, tema central de la Biblia, clave de la Historia, fuente permanente de vida eterna, y secreto para la formación integral del pueblo cristiano mediante el conocimiento y la meditación de las verdades doctrinales contenidas en el Libro de Dios.

Ahora bien, como dice Jeff Adams: «Todo autor es deudor. Su libro es la compilación de muchas ideas y experiencias realizadas en el contexto de su intercambio con los demás. La publicación de su libro casi siempre involucra la participación de un pequeño ejército de personas, cada una especializada en uno de los varios elementos de publicación e impresión».

En este sentido, pues, puede decirse que, ciertamente, este libro es producto o resultado, no de meras transcripciones o recopilaciones de otras fuentes, sino de adaptaciones del trabajo exegético aportado por diversos comentaristas especializados en la materia, que nosotros hemos ampliado y complementado con nuestra propia labor de investigación para ofrecerla al lector ávido de conocimiento bíblico.

Cualquier autor que escriba un libro como éste, necesariamente deberá mucho a las exposiciones, reflexiones, sugerencias e indicaciones de esos otros autores consultados, lo que ha hecho posible la publicación de nuestro trabajo. Por ello, durante el proceso de su redacción, nos hemos permitido apelar a la autoridad de reconocidos exegetas más calificados que nosotros, a fin de enriquecer el contenido de este modesto volumen que humildemente presentamos a nuestros lectores.

Blas Pascal dijo también en sus Pensamientos: «Ciertos autores, cuando hablan de su obra, dicen: “Mi libro, mi comentario, mi historia...”. Mejor habrían de decir: “Nuestro libro, nuestro comentario, nuestra historia”, puesto que sus escritos contienen más cosas buenas de otras personas que de ellos mismos».

Así nosotros no hemos trabajado solos. Este libro, por tanto, no habría visto nunca la luz sin la contribución y la ayuda recibida, en parte, de otros maestros de la Palabra, cuyas valiosas aportaciones nos han permitido encajar las piezas que forman el gran puzzle de las tipologías mesiánicas. Por eso han sido inevitables las reiteraciones, pues algunas figuras tipológicas se repiten necesariamente en varias de nuestras secciones temáticas, por lo que esperamos que el lector paciente sabrá disculpar tales reiteraciones.

Sí, debemos mucho a los demás por cualquier mérito que tenga este libro. Pero por cualquier deficiencia es responsable su autor. Confiamos, pues, en que otros expositores mejor cualificados sabrán mejorar nuestro estudio. Así que el propósito de esta aportación literaria es concentrar nuestra atención en la Cristología del Antiguo Testamento, tan rica en tipologías mesiánicas, a la par que estimularnos a profundizar en este apasionante tema.

Pero, a la vez, es también nuestro anhelo ardiente y oración constante que este trabajo que el lector tiene en sus manos reciba la aprobación del Señor, y que a través de su lectura el creyente pueda obtener una edificante instrucción bíblica y ser bendecido con «la sabiduría que desciende de lo alto» (Stg. 3:17).

Confiamos, por tanto, en que a todos resulte grata y enriquecedora la lectura de este libro, modesto en sus pretensiones literarias, pero ambicioso –en el buen sentido– en sus aspiraciones didácticas. Así, deseamos muy sinceramente que nuestros estudiantes, al cerrar las páginas de esta excursión por la Cristología Bíblica, hayan disfrutado y aprendido, al menos, tanto como nosotros al escribirlo.

Dejamos, pues, el libro en las manos del lector, y que Dios reciba toda la gloria y la honra.

PRIMERA PARTE

TIPOLOGÍAS
PERSONALES

1.

EL HOMBRE
QUE DIOS CREÓ

Consideraremos, primeramente, los tipos personales. Se trata de aquellas personas que en el Antiguo Testamento presentan un carácter típico como figura representativa de Jesucristo. A través de las Escrituras hebreas, Cristo es tipificado en y por determinados personajes que prefiguraban al Mesías, de los que nos ocuparemos a continuación. Vamos a mencionar, pues, por vía de selección, algunos de los más relevantes, según los encontramos en el Antiguo Testamento.

I. ADÁN. Como primera cabeza física y representativa de la humanidad, es figura de Jesucristo, el Postrer Adán (Ro. 5:14; 1ª Co. 15:45). En la Epístola a los Romanos 5:12-21 vemos el contraste entre ambos. El primer Adán fue cabeza de una raza caída, quien por su desobediencia produjo grandes males a la humanidad, ya que por él entró el pecado en el mundo.

El primer pecado trajo la ruina moral de la raza y éste se transmitió a todos los hombres por generación (Ro. 5:12). La frase «por cuanto todos pecaron» está en aoristo en el texto griego, y este aoristo, siendo aquí constativo de indicativo en voz activa, contempla la realidad de una acción completada, reuniendo en este tiempo verbal toda la historia de la raza (pecaron) y significando: «todos pecaron en Adán».

El pecado original fue el pecado en el que se originaron todos los otros y, por ende, todo el género humano participa colectivamente del pecado de Adán, por cuanto todos tenemos en él nuestra parte de responsabilidad: «mediante la desobediencia de un hombre todos los demás fueron constituidos pecadores» (Ro. 5:19). El término griego katestáthesan, usado aquí para expresar la idea de «fueron constituidos», significa culpabilidad imputada.

Tal vez alguien dirá: «Pero, ¿acaso no es injusto que seamos considerados culpables del pecado original cometido por Adán?». Pues no; el que seamos hechos responsables del pecado adánico es justo, y esto por dos razones. En primer lugar, porque nosotros estábamos potencialmente todos en Adán cuando él lo cometió; todas nuestras células genéticas estaban en el primer Adán (Hch. 17:26). Y en segundo lugar, porque Adán, que era la raza tal como existía entonces, pecó como representante nuestro, y es así que nosotros hemos pecado en él (Ro. 5:12).

De ahí que, genealógicamente, todos estamos unidos al primer Adán por solidaridad. Solidario significa conjuntamente responsable. Es decir, que no sólo somos responsables como individuos humanos, sino también como corporación humana íntimamente ligada por toda clase de nexos: espirituales, culturales, económicos, sociales, psicológicos y genéticos. Lo que implica que, siendo descendientes de Adán, somos pecadores antes de haber pecado, porque por causa de la naturaleza adánica que nos es inherente todos nacemos en pecado: «He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre» (Sal. 51:5).

Por otra parte, el plan de Dios de considerarnos culpables en el pecado de Adán es mucho más misericordioso que si cada uno tuviera que responder por sí mismo, pues en este caso todos habríamos hecho lo mismo que Adán: habríamos pecado y no habría esperanza. Pero por haber sido el primer Adán nuestro representante como cabeza federativa del género humano, el Postrer Adán (Cristo) podía también representarnos a todos, porque Él es la cabeza de una nueva humanidad, quien por su obediencia y justicia ha producido grandes bienes a la raza humana (Ro. 5:14,19; 2ª Co. 5:17).

Cuando Cristo vino como postrer Adán, se convirtió en nuestro nuevo representante, el representante de la raza entera como el Hijo del Hombre, y cuando Él cumplió de modo perfecto la voluntad de Dios, lo hizo como representante nuestro, y con su muerte expiatoria y vicaria nos libró de la culpa del pecado cometido en Adán. En la frase «mediante la obediencia de un hombre todos los demás serán constituidos justos» (Ro. 5: 19), el término griego katastathésontai, empleado ahora para indicar el sentido de «serán constituidos», significa justicia imputada.

Cristo hizo por nosotros lo que ninguno habría podido hacer por sí mismo: guardó íntegramente la ley divina, y murió por nosotros que la habíamos quebrantado, no sólo en el pecado de Adán, sino con nuestra transgresión personal. Así que, en virtud de su muerte redentora y como resultado de nuestra conversión, hemos sido hechos solidarios con Cristo, y esta solidaridad nos coloca en una nueva posición corporativa que nos hace ser participantes de los beneficios que Él adquirió para nosotros, que hemos pasado a formar parte de la nueva humanidad constituida por todos sus redimidos.

Por lo tanto, nadie se condenará por el pecado del primer Adán. El que se pierda, se perderá simplemente por no haber aceptado al postrer Adán y porque habrá rehusado ocupar la posición corporativa que Él nos otorga como cabeza federativa de la nueva raza redimida.

Ahora bien, la palabra hebrea Adam significa «hombre», y aparece en el Antiguo Testamento más de 500 veces, casi siempre significando «ser humano» (Gn. 7:23; 9:5-6); aunque se emplea también como nombre propio, Adán, referente al primer hombre, siendo, por tanto, el nombre común para indicar el primer progenitor del linaje humano. Muchos ven el origen de este nombre en el sumerio «Adán» o «mi Padre».

Pero, etimológicamente, según nos dice Robert Baker Girdlestone en su Sinónimos del Antiguo Testamento, el término viene de una raíz que significa «ser rojo, o rojizo» (de adom = «rojo»), y es el vocablo ordinario utilizado con este sentido. Flavio Josefo dice que en la antigüedad era común la opinión que hacía derivar el nombre de Adán de la palabra «rojo», en alusión al color de la piel y de acuerdo con la costumbre de los egipcios de pintar en sus monumentos las figuras humanas coloreadas en rojo.

Recordemos, asimismo, que el primer hombre creado por Dios, según nos refiere el relato bíblico, estaba en su estructura física íntimamente relacionado con la tierra bermeja: adamah (Gn. 2:5,7; 3:19-23). Efectivamente, adamah significa «tierra, o suelo rojizo». Tenemos, pues, aquí la razón de que el primer hombre recibiera el nombre de Adam: para designar la coloración rojiza de la carne de los seres humanos. Por otra parte, deberíamos señalar también que la raíz hebrea para indicar la sangre, «dam», está posiblemente relacionada con la misma raíz. (Ver Gn. 9:6, donde las dos palabras se hallan juntas). Y de ahí que en el pasaje escatológico de Is. 63:1-6, el término se aplica a los vestidos rojos o ensangrentados del postrer Adán, aludiendo al día de la venganza de Jehová (Ap. 14:9-10, 18-20; 19:15).

De manera que, en el nombre de Adán, podemos encontrar ya toda una simbología que, sin pretender forzar la imagen, parece apuntar hacia la muerte redentora de Cristo en la cruz, donde derramaría su sangre inmaculada para redimir al género humano.

UN FENÓMENO FISIOLÓGICO

A este respecto tampoco debemos omitir señalar los sufrimientos que precedieron a la pasión del Señor, en los que vemos manifestarse aquel extraño fenómeno de sudoración hemática de Cristo, que tuvo lugar durante la agonía (o «lucha», según el significado del vocablo griego en Lc. 22:44) que nuestro Salvador sostuvo en el huerto de Getsemaní. Allí los poros de la epidermis humana del Hijo de Dios transpiraron sangre o un líquido acuoso de coloración sanguinolenta, efecto de una reacción psicosomática violenta, por la que la sangre que se había retirado al corazón, como ocurre en todos los casos en los que se agudiza el clímax de una tremenda tensión emocional, se desbordó en rebote hacia la periferia, haciendo saltar las plaquetas y filtrándose finalmente a través de los conductos excretores de las glándulas sudoríparas de la piel.