background image
background image
Texto de Rosanela ÁlvarezIlustraciones de Enrique Torralba
Molina:
Mario
LA QUÍMICA
EN EL AIRE
background image
4Soy agua. Siempre cambio de forma y de lugar. Me muevo todo el tiempo. Es divertido cuando subo por el aire como vapor para convertirme en una nube. Luego vuelvo a la tierra cuando me hago llovizna o aguacero. En ocasiones, cuando amanece, puedo caer como rocío.Soy de esas nubes redonditas como bolas de algodón. Siempre viajo en grupo con otras nubes. A todas nos mueve el viento de verano. Nos llaman cumulus.A veces nos juntamos muchas nubes, cubrimos el cielo y lo nublamos. Al volvernos lluvia, regamos campos, refrescamos ciudades, reverdecemos bosques y selvas, caemos en el mar. También llenamos presas que dan de beber a hombres y animales en muchos lugares de la Tierra. En días muy nublados, húmedos y fríos, podemos volvernos neblina. Entonces descendemos como un vaho que acaricia las montañas y envuelve los árboles. De vez en vez nos gusta llegar a pueblos y ciudades a mirar por las ventanas.
background image
5Si nos lo proponemos, podemos hacernos tan delgadas que logramos deslizarnos por debajo de las puertas y entrar en las casas.
background image
6Cuando bajamos y nos acercamos a los humanos, casi nunca nos ven. En ocasiones nos sienten, nos perciben apenas. De vez en cuando, una que otrapersona o algún perro nos descubren. Pero cuando otamos en el cielo y nos ven a lo lejos admiran nuestra belleza, y a veces juegan —los niños, sobre todo— a descubrir formas en nuestras siluetas. A nosotras nos gusta. Y nos gusta aún más hacer amigos entre los humanos, aunque parezca imposible.Un día de 1943 llegué al techo de una casa y me dejé caer sobre las tejas hasta el pretil de una ventana. Desde ahí pude ver a un niño en su cuna. Mesorprendió ver cómo se jó en mí durante algunos segundos. Después su cara se iluminó y sonrió amigable. Me había descubierto.
background image
7
background image
8Eché a andar por otros rumbos para conocer nuevas cosas, como solía hacerlo. Recorrí algunos sitios, subí y bajé y fui de un lado a otro, pues las nubes tenemosque viajar constantemente. Pero cada vez que recordaba a ese niño, algo me decía que debía volver con él, que debía acompañarlo y ser testigo de su destino.Cuando conocí a Mario —aquel niño—, la ciudad de México era muy distinta de la que conocemos. Había menos gente y aún menos automóviles. Por eso no había tanta contaminación en el aire ni tanta basura en las calles. Seconsumía