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©Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá

Instituto de Estudios Urbanos - IEU

©Amparo de Urbina y Fabio Zambrano

Edición

Editorial Universidad Nacional de Colombia

direditorial@unal.edu.co

www.editorial.unal.edu.co

Comité y Centro Editorial Instituto de Estudios Urbanos - IEU

Primera edición, febrero de 2019

ISBN: 978-958-783-646-2 (papel)

ISBN: 978-958-783-647-9 (digital)

Colección Ciudades, Estados y Política

Instituto de Estudios Urbanos - IEU

Diseño de la colección

Inti Guevara. Diseñadora gráfica

Coordinación editorial: Julián Naranjo Guevara

Corrección de estilo: Camilo Bonilla Hernández

Diseño de cubierta: Ángela Pilone Herrera

Diagramación: Bryan Sandoval

Imagen de cubierta: fotografía 24 del vuelo B-92 de 1956. Sobre 10 396

Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales

Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia

Urbina González, Amparo de, 1977 - Zambrano Pantoja, Fabio, 1951.

Impacto de El Bogotazo en la actividad residencial y en los servicios de alto

rango del centro de Bogotá / Amparo de Urbina, Fabio Zambrano. -- Primera

edición. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia. Instituto de Estudios

Urbanos (IEU), 2018. 122 páginas: ilustraciones a color, planos. -- (Colección Ciudades, Estados y Política)

Incluye referencias bibliográficas e índice analítico.

ISBN 978-958-783-646-2 (papel). -- ISBN 978-958-783-647-9 (digital).

1. Insurrección del 9 de abril de 1948 2. Desarrollo habitacional -- Bogotá --

Colombia 3. Urbanización -- Bogotá -- Colombia 4. Desarrollo urbano -- Bogotá

-- Colombia 5. Densidad de población -- Bogotá -- Colombia I. Zambrano

Pantoja, Fabio Roberto, 1951- II. Título III. Serie

CDD-23 333.33709861 / 2018

Contenido

Presentación

Introdución

Capítulo 1

Bogotá consolida la centralidad económica de la región central

Proceso de industrialización en Bogotá

Densificación y crecimiento urbano de Bogotá

La actividad industrial en el centro de Bogotá

Capítulo 2

Dinámicas residenciales, comerciales y la densificación de Bogotá

Perspectiva residencial 1946-1956

Desplazamiento de población residente desde el centro luego de El Bogotazo: 1946-1956

Concentración de la actividad residencial Origen de los residentes del centro en 1956

Relación entre la población de élite y el centro de la ciudad 1946-1956

Actividades de alto rango en Bogotá: 1946-1956

Localización laboral de la población de élite

Actividades de servicios en Bogotá: actividades terciarias de alto rango

Actividades terciarias en

Capítulo 3

Transformaciones del centro de Bogotá

Situación del centro en vísperas de El Bogotazo

Fin de la ciudad republicana y nacimiento de la ciudad moderna

Daños físicos en el centro de Bogotá

Actividad residencial en el centro de Bogotá: 1946-1956

Los residentes tradicionales

La población de élite

Actividades terciarias en el centro de Bogotá

Consecuencias de El Bogotazo

Consecuencias a corto plazo

Consecuencias a largo plazo

Conclusiones

Referencias

Índice analítico

Lista de figuras

Figura 1. Actividades urbanas de interés
Figura 2. Plan Regulador en 1953. Zonificación
Figura 3. Localización según sectores sociales
Figura 4. Densidad de población de los residentes del centro de 1946 en 1956
Figura 5. Concentración de la actividad residencial en 1956, en relación con el conjunto de los residentes del centro de 1946, según el coeficiente de localización
Figura 6. Densidad de población de los residentes del centro de 1956 en 1946
Figura 7. Concentración de la actividad residencial en 1946, en relación con el conjunto de los residentes del centro de 1956, según coeficiente de localización
Figura 8. Actividades de la población económicamente activa en el centro
Figura 9. Densidad de población élite en Bogotá y su relación con el centro entre 1946 y 1956
Figura 10. Concentración de la población de élite respecto al total de Bogotá en 1946
Figura 11. Concentración de la población de élite respecto al total de Bogotá en 1956
Figura 12. Concentración de consultorios médicos y odontológicos en 1946 según coeficiente de localización
Figura 13. Concentración de consultorios médicos y odontológicos en 1946 y 1956
Figura 14. Tipo de actividad de alto rango en 1946
Figura 15. Actividades de alto rango en Bogotá en 1946 y 1956
Figura 16. Tipo de actividad de alto rango en 1956
Figura 17. Coeficiente de localización de las actividades terciarias de alto rango en 1956
Figura 18. Diagnóstico del centro en vísperas de El Bogotazo
Figura 19. Edificios en 1946
Figura 20. Incendios, saqueos y destrucciones en el centro
Figura 21. Indemnización de estructuras por incendios provocados durante El Bogotazo respecto a los precios de los lotes afectados
Figura 22. Densidad residencial por manzana en el centro en 1946 y 1956
Figura 23. Densidad de residentes de élite por manzana en el centro en 1946 y 1956
Figura 24. Localización de la población de élite en el centro
Figura 25. Densidad de consultorios por manzana en el centro en 1946 y 1956
Figura 26. Densidad de actividades de alto rango por manzana en el centro en 1946 y 1956
Figura 27. Plano con medidas de arreglo posterior a El Bogotazo

Introducción

Esta investigación3 se origina en la siguiente pregunta: ¿los hechos ocurridos en Bogotá el 9 de abril de 1948 modificaron la actividad residencial y comercial del centro de la ciudad? En el imaginario colectivo, en la memoria de los habitantes de Bogotá, estos acontecimientos parecen ser los responsables de profundos cambios que sufrió la ciudad a mediados del siglo XX. Nosotros consideramos que esta versión de la memoria urbana se contradice con la historia de la ciudad, puesto que El Bogotazo sucedió en el momento en que la ciudad estaba en tránsito hacia la modernización y experimentaba una profunda transformación que, luego del 9 de abril, se aceleró. Por lo tanto, no podemos asumir este evento como la única causa de los cambios evidenciados.

Al trascurrir un siglo de vida republicana, la capital iniciaba el tránsito a constituirse como una ciudad moderna. Ahora sí, de manera definitiva, en la primera mitad del siglo XX se consolidaron los cambios sociales, económicos y políticos que, de manera accidentada, se habían tratado de desarrollar durante el siglo XIX. Por fin, gracias a los beneficios de la economía exportadora cafetera, el fortalecimiento como un centro de servicios y la incipiente industrialización, Bogotá comenzaba su tránsito por la senda de las transformaciones sociales y urbanas de manera sostenida. Los efectos de estos cambios económicos, de manera paradójica, no produjeron su expansión inmediata, sino que en gran medida ocasionaron el reforzamiento de las funciones del hoy centro de la ciudad, al menos hasta mediados del siglo XX.

Y es que la escala de la ciudad estaba cambiando sustancialmente. Esto es más evidente si tenemos en cuenta que, para 1912, se había multiplicado por cinco la población de 1801. Este crecimiento espectacular se concentró entre 1870 y 1912, pues pasó de 21 394 habitantes, en 1801, a 40 833, en 1870; y a 116 951, en 1912. Así mismo, el área urbanizada creció 1.8 veces la superficie que tenía en 1800, es decir, menos del doble y mucho menos del guarismo de crecimiento demográfico. Para albergar esta población, la oferta de viviendas aumentó 8.25 veces. La mayoría de esta oferta fue producto de la subdivisión de casas, de la creación de tiendas y, en menor proporción, de la oferta de nueva vivienda. De esto resultó una acentuada densificación que, solo en las primeras décadas del siglo XX, empezó a cambiar. En cierta medida, cuando ya no fue posible continuar con esta subdivisión se pasó a la incorporación de nuevas tierras al perímetro urbano. Fue entonces cuando se anexaron nuevas ruralidades a la urbanización.

Las transformaciones que vivía la ciudad no se limitaban a su crecimiento. La administración estaba cambiando sustancialmente, y esto se expresó en el abandono de la parroquia. Si bien la legislación colonial introdujo el concepto de barrio para administrar, los bogotanos continuaron utilizando el término de parroquia, lo que evidencia que los usos y las prácticas no habían sufrido mayores cambios desde el siglo XVIII. La parroquia era la institución que generaba una zonificación que iba más allá de la religiosa y que influyó en la administración de la ciudad, la circunscripción electoral y la administración policial, las cuales se montaron sobre la organización eclesiástica de la ciudad. Esta herencia de la Colonia, cuando no había separación de la Iglesia y el Estado, estaba próxima a concluir. Y para que esto sucediera, se requería que los urbanitas se convirtieran en ciudadanos, es decir, en habitantes urbanos con derechos políticos.

Solamente en las últimas décadas del siglo XIX se inició el desmonte de esta administración de las almas como base de la administración de los ciudadanos. Hasta entonces, La Catedral, Las Nieves, Santa Bárbara y San Victorino eran parroquias para los bogotanos y barrios para los administradores de la ciudad. El crecimiento desbordante hizo que, a partir de 1880, hubiera más barrios que parroquias en Bogotá, situación que desbordó a la administración religiosa como base de la zonificación municipal. Este crecimiento obligó a crear nuevos distritos para lograr una mayor eficiencia administrativa.

Desde entonces, los barrios comenzaron a reemplazar a las parroquias en sus funciones administrativas y de policía. Igualmente, la expansión de los suburbios presionó en este sentido, así como también lo hizo la incipiente urbanización y la construcción de los primeros barrios obreros. Como resultado de estas nuevas dinámicas, y con relativa tardanza, los barrios comenzaron a dejarse sentir; y con ello la capital inició un ordenamiento de corte liberal, propio de la modernidad que se iniciaba en esta ciudad.

Con estas reformas, Bogotá abandonó la centenaria división en cuatro parroquias, por una nueva estructura administrativa que evidenciaba los cambios y las exigencias propias de la urbanización. Estos se resumieron en la incorporación de los arrabales de oriente, como Las Aguas y Egipto; la subdivisión del corazón de la ciudad, por la densificación ya anotada, en zonas como San Pablo y San Pedro; así como la conversión en suburbios de los nuevos frentes de urbanización, como Las Cruces y Chapinero. Esta subdivisión también aportó nuevos espacios públicos, debido a las nuevas plazuelas y parques, como sucedió con las iglesias, aún en construcción para entonces, de Chapinero y Las Cruces.

Era evidente, al concluir el siglo XIX, que la ciudad ya no cabía en sus límites coloniales y que estaba empezando a romper el molde heredado del siglo XVIII. En la última década del siglo XIX, Chapinero ya se consideraba un barrio más de la capital. Para ello fue definitiva la dinámica que se desprendió de la iglesia de Lourdes, cuya construcción se inició en 1875, como también la construcción, en 1884, de una línea del tranvía; y en 1891, del ferrocarril del norte; así como las mejoras en los caminos, como el camino a Tunja, actual carrera Séptima.

Este acercamiento, así como el culto mariano que allí floreció, dio pie al inicio de la urbanización de este sector. Algo similar sucedía en el sur, entre el río Fucha y Las Cruces, donde comenzó a surgir un sector que se llamaría San Cristóbal, a donde llegó el tranvía en 1905. A finales del siglo XIX, también surgieron el parque de Los Mártires, en la antigua Huerta de Jaime; y en 1902, la Plaza de Maderas, luego Parque España, lugar de venta de materiales y animales. Estos dos nuevos espacios públicos anunciaban el crecimiento que luego Bogotá desarrollaría hacia el occidente, con la construcción de la avenida Colón que, siguiendo el camino a Honda, fue trazada con un recorrido delimitado y con el engalanado propio de una avenida, pues contaba con bancas, luminarias y arborización, y conectaba la Estación de la Sabana y la Plaza de Nariño, antigua Plaza de San Victorino.

De manera simultánea, en los alrededores de San Diego se fue conformando un nuevo sector alrededor del Parque del Centenario, el Panóptico, de la Fábrica de Cerveza Bavaria con su plazuela de San Martín, equipamiento que contaba como eje articulador la Recoleta de San Diego; y posteriormente, en 1910, el Parque de la Independencia, donde se encontraba un teatro, los pabellones Egipcio, de Bellas Artes y Central, edificados con motivo de la Exposición del Centenario, y que estaban dedicados a la exhibición de arte, historia y productos nacionales y extranjeros. A un costado del Parque del Centenario, se construyeron el Salón Olimpia y el Circo de San Diego; y en las cercanías, el anfiteatro, la estación central del tranvía y el oratorio Juan Bosco.

Con estos tres nuevos sectores urbanos, la ciudad mostraba una fuerte tendencia a desplazarse siguiendo el sentido norte-sur, siendo el eje norte el que comenzaba a densificarse más rápidamente y el que, además, presentaba los símbolos de progreso que la ciudad comenzaba a edificar: la Exposición Industrial, una fábrica moderna y las quintas en Chapinero. De esta manera, los nuevos parques, con nombres y símbolos patrios, con atracciones mecánicas, pabellones de exhibición industrial y manufacturera, muestras históricas, teatros y circo de toros, aportaban una completa batería de espacios modernos que anunciaban el camino a seguir en el proceso de modernización urbana para la Bogotá del siglo XX.

Sin embargo, estos cambios no solo se limitaban a los extramuros de la ciudad tradicional. El núcleo central de la ciudad, si bien continuaba conteniendo el gran escenario urbano (la Plaza Mayor, ahora de Bolívar, con los poderes políticos y religiosos a su alrededor, además de las residencias de prestigio y los almacenes importantes), desde 1870 inició una sutil, pero importante, transformación. Con la economía exportadora llegaron a la ciudad los bancos, las agencias de negocios, los restaurantes, los hoteles, las universidades y nuevos almacenes, todo un conjunto de nuevos servicios urbanos, de símbolos del progreso capitalista que escogió el centro tradicional como sede.

Esta sucesiva reducción de la parroquia de La Catedral, durante el siglo XIX, pasó de un sector con 74 manzanas en 1801, a unas 30 manzanas en 1912. Ello sucedió al tiempo con la especialización de este “centro” como un espacio de una alta densidad de servicios urbanos: de los 256 establecimientos públicos existentes en Bogotá a comienzos del siglo XX, 118, el 46 %, estaban ubicados en las treinta manzanas del centro: todos los bancos (7); todos los estudios fotográficos (5); todos los pasajes comerciales (4); todos los restaurantes (9); y todos los teatros (apenas 2).

Además, allí se encontraban la Academia Nacional de Música, el Capitolio Nacional, todas las oficinas del Gobierno nacional, departamental y municipal, el Círculo de Comercio, la plaza de mercado y la de carnes, la Dirección Nacional de Policía, el edificio de las galerías, la gallera, el hospital San Juan de Dios, el museo, la biblioteca, el observatorio astronómico, la oficina telegráfica y la administración de correos. Igualmente, allí funcionaban 2 de los 3 cafés de la ciudad, 5 de los 12 colegios, 7 establecimientos de educación superior, 14 de las 53 fábricas, 16 de los 21 hoteles, 11 iglesias, 6 de las 11 imprentas, 3 monasterios, 1 convento, 1 templo protestante y 1 tipografía, todo esto sin contar los almacenes.

Las nuevas funciones urbanas que surgían en Bogotá se fueron ubicando en el sector de mayor jerarquía de la ciudad. De esta manera, el hoy centro tradicional no solo continuó siendo el espacio simbólico del poder nacional (al haber transformado la Plaza Mayor en el altar de la patria con la erección de la estatua de Bolívar en 1846), sino que los cambios económicos asociados a la economía capitalista exportadora lo escogieron como el eje de la vida económica, social y política de la incipiente modernización. Gracias a la expansión económica derivada de la economía cafetera desde comienzos del siglo, la ciudad comenzó a beneficiarse de esta nueva dinámica, caracterizada por un incremento de su capacidad de atraer nuevos migrantes, por la construcción de una infraestructura que se correspondía con las nuevas exigencias, por la adecuación de las viviendas y por la jerarquización del espacio urbano, entre otros elementos del cambio.

En fin, en las cuatro primeras décadas del siglo XX, la ciudad inició su consolidación como centro financiero, económico, político y demográfico de la nación colombiana. De la misma manera, amplió los límites de la región económica que quedó bajo su control. Sin embargo, fue solo hacia fines de los años treinta que la ciudad pudo contar con un Estado que interviniera de manera más activa en su desarrollo. En efecto, la economía exportadora estuvo acompañada de una postura de mínima intervención del Estado en la regulación de la vida urbana, y solo a partir de 1934 esto empezó a cambiar, debido a una nueva concepción de lo público, así como a la coyuntura de los festejos del IV centenario de la fundación de la capital.

Con motivo de las efemérides de 1938, se desarrolló un amplio plan de obras, gracias al cual la ciudad inició una nueva etapa. Igualmente, en los años treinta se experimentó un cambio en el aparato productivo, resultado de la consolidación del proceso de industrialización, derivado de la caída de las exportaciones a partir de la crisis de 1930.

Como habíamos anotado, la ciudad capital inició su tránsito en el siglo XX conservando la estructura y la forma urbana que la ciudad hispanoamericana había dejado en 1810. En ello, presentaba un claro desfase con lo que presentaban las otras capitales latinoamericanas. El siglo republicano no logró transformar estos rasgos coloniales, y como fenómeno de transformación experimentó una fuerte compactación, densificación, sustitución de edificaciones, ampliación de algunas vías y un muy pequeño crecimiento del núcleo inicial. Esta situación incidiría en la fuerte densificación que tuvo la ciudad al comenzar el siglo XX y la concentración de las actividades residenciales, comerciales, de transporte e industriales en lo que hoy conocemos como el centro de la ciudad.

Con la construcción de algunos edificios públicos en Bogotá surgió un esfuerzo por establecer nuevos símbolos urbanos en sustitución de la monumentalidad heredada de la colonia, en un claro esfuerzo por otorgarle un nuevo significado a los hitos urbanos, a pesar de que la forma urbana se mantenía. Esto se daba de manera simultánea a los inicios del ensanche del casco colonial, donde ya no cabían sus cien mil habitantes, a pesar de la densificación vivida durante todo el siglo XIX. Había nuevos símbolos, pero se incrementó la importancia del centro. Cabe destacar la relevancia que la actividad ferroviaria tuvo en la determinación de la forma urbana que adquirió la ciudad en estas primeras décadas. Estos ferrocarriles permitieron consolidar la importancia económica de Bogotá en la región central colombiana.