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Susanne Hartwig (ed.)

Diversidad cultural-ficcional-¿moral?

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Ediciones de Iberoamericana

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CONSEJO EDITORIAL:

Mechthild Albert

Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität, Bonn

Enrique García-Santo Tomás

University of Michigan, Ann Arbor

Aníbal González

Yale University, New Haven

Klaus Meyer-Minnemann

Universität Hamburg

Daniel Nemrava

Palacky University, Olomouc

Katharina Niemeyer

Universität zu Köln

Emilio Peral Vega

Universidad Complutense de Madrid

Janett Reinstädler

Universität des Saarlandes, Saarbrücken

Roland Spiller

Johann Wolfgang Goethe-Universität, Frankfurt am Main

Diversidad
cultural-ficcional-¿moral?

Susanne Hartwig (ed.)

IBEROAMERICANA - VERVUERT - 2018

El libro ha sido publicado gracias al apoyo de la Universidad de Passau.

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ISBN 978-84-9192-033-5 (Iberoamericana)

ISBN 978-3-96456-659-1 (Vervuert)

ISBN 978-3-96456-660-7 (e-Book)

Depósito Legal: M-37560-2018

Diseño de la cubierta: a.f. diseño y comunicación

Imagen de cubierta: fotografía original de Petra Millies-Bald

ÍNDICE

Susanne Hartwig

Introducción: la diversidad pensada desde y por la ficción

I. DIVERSIDADES

Eugenia Helena Houvenaghel

La isla de la diversidad: Malheridos (2003) de Pedro Ángel Palou

Susanne Hartwig

Diversidad y relativismo (moral): dos cuentos de Roberto Bolaño

Matei Chihaia

Mundos únicos, experiencias compartidas: la diversidad como provocación de la estética de la recepción

II. GENDER DIVERSITY

Francisca Vilches-de Frutos

Gobierno y diversidad de género: Jardín de damas curiosas (1917) y otros artículos periodísticos de Matilde de la Torre

Pilar Nieva-de la Paz

Memoria histórica y diversidad: Donde nadie te encuentre (2011), de Alicia Giménez Bartlett

Marie-Soledad Rodriguez

De la negación del sujeto a la enfatización del cuerpo: lo femenino como otredad en cierto cine español

Raquel García-Pascual

Violencia intragénero en el teatro español del siglo XXI: intervenciones escénicas por la normalización de la diversidad

Cristina Sanz Ruiz

Representaciones de la mujer en la narrativa española de la crisis

III. DIVERSIDAD FUNCIONAL

Julio E. Checa Puerta

La máquina de abrazar, de José Sanchis Sinisterra y la representación del autismo

Annette Paatz

Diversidad funcional en el proyecto narrativo de Mario Bellatin

IV. DIVERSIDAD DE EDAD

Inmaculada Plaza-Agudo

La configuración de lo diverso en la narrativa breve de Sara Mesa: Mala letra (2016)

Dagmar Schmelzer

Identidades particulares y diversidad en las películas de María Novaro: el cine como escuela de empatía

V. DIVERSIDAD, VIDA SOCIAL E IDENTIDAD

Luisa García-Manso

Teatro y diversidad: propuestas escénicas por la autorrepresentación y el empoderamiento

Christian von Tschilschke

El ‘barrio cerrado’ en la literatura y el cine hispanohablantes: un reto a la idea de diversidad

Mirjam Leuzinger

(Des)encuentros transatlánticos y diversidad cultural vistos a través del ensayo y la ficción: los americanos y europeos de Eduardo Caballero Calderón

VI. DIVERSIDAD Y EXILIO

Albrecht Buschmann

La literatura del exilio y su historiografía: retos éticos y estéticos de la diversidad

José-Ramón López García

Retornos de la otredad en Rafael Alberti: Vida bilingüe de un refugiado español en Francia (1942) y Sonríe China (1958)

SOBRE LOS AUTORES

INTRODUCCIÓN:
LA DIVERSIDAD PENSADA DESDE Y POR LA FICCIÓN

SUSANNE HARTWIG
Universität Passau

A large part of learning takes place in the experience of the concrete. This experiential learning, in turn, requires the cultivation of perception and responsiveness: the ability to read a situation, singling out what is relevant for thought and action. This active task is not a technique; one learns it by guidance rather than by a formula (Nussbaum 1990: 44).

La diversidad es un tema clave del siglo XXI perfilado ya en las grandes transformaciones del siglo XX, sean filosóficas (como la teoría de la desaparición de los ‘grandes relatos’ en el sentido de Jean-François Lyotard), político-económicas (como los flujos migratorios y el exilio) o sociales (como el feminismo y el movimiento a favor de los derechos humanos).1 En el siglo XXI la diversidad adopta una nueva forma debido a las nuevas redes comunicacionales y la pluralidad de sistemas de valores que entran en contacto en la era de la globalización. El futurólogo Horx (2001: 68) considera la diversidad una tendencia que implicará a todas las demás tendencias sociales y económicas como un tipo de meta-principio (Scherle 2016: 236). Scherle habla de una ‘diversidad creciente de diversidades’ (“ansteigend[e] Vielfalt an Vielfalt”; ibíd.: 240).

En Alemania, el término diversity, de origen sociológico (véase Vertovec 2015), se da a conocer ampliamente a través del diversity management en la gestión de empresas —la diferencia entre los miembros de una empresa como factor para potenciar su rendimiento2—, mientras que en Estados Unidos el mayor impulso proviene del movimiento a favor de los derechos civiles (véase Scherle 2016: 111). En las últimas décadas, también los estudios culturales participan activamente en el debate sobre la representación y el tratamiento de la diversidad y ponen énfasis en el reconocimiento y la configuración de la diversidad cultural.3

Parece que hoy en día, el término diversidad está de moda para designar todo lo que se quiera4 y se le quiere conferir un toque moral: en discursos oficiales, tiende a lo bueno y a lo deseable, mientras que todo lo que se opone a la diversidad se asocia a la opresión y a lo retrógrado. La diversidad se promueve como ideal hasta en la literatura infantil, por ejemplo, en el premiado libro Monstruo Rosa (2013),5 “un cuento sobre el valor de la diferencia” que entiende “la diversidad como elemento enriquecedor de nuestra sociedad” (Dios s. a.). De hecho, el término corre el peligro de volverse unilateral y de referirse solo al lado positivo de la diferenciación y de la complejidad posmodernas, mientras que se ocultan los peligros que conlleva como un relativismo de valores o un escepticismo normativo que impide cualquier consenso social porque ya no pueden justificar los compromisos morales.6 Scherle hace hincapié en el hecho de que la diversidad no protege del ejercicio de poder, que decide sobre el tipo de diversidad que participa en la vida social.7 Parece necesario ensanchar el significado del término despejándolo de una apropiación moral simplista para que despliegue su fuerza distintiva en los debates sociales actuales. ¿Para qué puede servir en este contexto una revisión de textos ficcionales (en un amplio sentido de la palabra, que incluye también el teatro, el cine y otros medios audiovisuales y escénicos) bajo la perspectiva de la diversidad?

Antes de intentar dar una respuesta a esta pregunta, tenemos que precisar lo que significa el vocablo diversidad para los estudios culturales diferenciándolo bien de términos parecidos como heterogeneidad o pluralidad y así distinguir los objetivos de los diversity studies, los subaltern studies u otros tipos de identity studies. Nos ayudarán en esta tarea los tres epítetos cultural, ficcional y moral.

(1) Diversidad. En la sociología, el término diversidad —Vertovec habla de “social differentiations” (2015a: 10)8— se utiliza con preferencia en contextos que hablan de opresión, marginalización/discriminación o desigualdad (véase, por ejemplo, Krell et al. 2007a: 8) y los estudios culturales adoptan mayoritariamente este sentido.9 Sin embargo, es posible ensanchar la complejidad del concepto.

La palabra diversidad proviene de la biología de las plantas y se refiere originariamente a las diferentes formas genéticas de las especies y de los ecosistemas (biodiversidad; véase Salzbrunn 2014: 8).10 El término en latín, participio del verbo divertere (‘verter, girar, dar vueltas’), tiene su origen en la agricultura11 donde implica a la vez un origen común (el surco) y un movimiento en la dirección opuesta. Para distinguir diversidad de términos afines como heterogeneidad o pluralidad, se podría partir de esta idea de la diferencia implicando una unidad originaria:12 cuando dos hechos diferentes se refieren a un mismo sistema (por ejemplo, un sistema social), se habla de diversidad (que incluye diferencia, pero también unidad), y cuando dos hechos diferentes no se consideran con referencia a posibles puntos comunes, se habla de heterogeneidad o de pluralidad. Es posible ilustrar esta diferenciación con un simple ejemplo: las personas que se encuentran en un aeropuerto. Según nuestra distinción, muestran diversidad cuando se consideran pasajeros, y heterogeneidad, cuando son un elemento más en un espacio definido, en este caso el aeropuerto.13 Cuál de los términos se utiliza depende entonces de los aspectos considerados relevantes en un contexto concreto. Recordemos el lema de la Unión Europea: Unida en la diversidad.

Si concebimos la diversidad como un término que remite a la unidad, no podemos hablar de la diversidad sino solo de una diversidad determinada: diversidad sin epíteto carece de sentido. Se requiere por lo menos una categoría que precise el aspecto capaz de constituir una diferencia relevante (muchas diferencias no son relevantes socialmente, como precisa Scherle 2016: 110). Así se pueden diferenciar distintos tipos de diversidad, por ejemplo, con respecto a calidades o comportamientos de personas, a su modo de pensar o de comunicarse, pero también en cuanto a estructuras (véanse, por ejemplo, las distintas diversidades en una empresa que enumera Scherle 2016: 111). Según nuestra definición, diversidad sería un término relacional que siempre plantea dos preguntas clave a la vez: ¿cuál es la diferencia relevante? y ¿partiendo de qué tipo de unidad se construye esta diferencia?14

En consecuencia, hablar sobre la diversidad está relacionado con tres dilemas: el dilema de la diferencia (en ciertos casos, hay que enfatizar las diferencias para defender la igualdad, de derechos, por ejemplo),15 el dilema de la normalización (hay que buscar normas y categorías de estándar para construir la diversidad),16 y el dilema del sujeto como objeto (es decir, la transformación del sujeto en objeto del discurso para mantener su subjetividad).

(2) Diversidad cultural. Las diversidades se definen bajo las categorías más diversas y cada época construye las suyas. El conjunto de diversidades se modifica constantemente y caracteriza las culturas.17 No solo la diversidad cultural se desarrolla sino también la conciencia de esta diversidad. En cambio, la unidad se encuentra en la cohesión y la convivencia social. El siglo XXI, por ejemplo, muestra sobre todo la diversidad de identidades, de formas de vida y de condiciones de vida (Krell et al. 2007a: 9), consecuencia de una complejidad social que reclama flexibilidad y diferenciación en el trabajo y en las profesiones, así como nuevas competencias comunicativas, orientaciones, estilos de vida y de nuevas tecnologías de la información (Salzbrunn 2014: 5).

El artículo 1 de la “Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural” dice al respecto:

La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan a los grupos y las sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es tan necesaria para el género humano como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones presentes y futuras (Unesco 2001).

Gran parte de la unidad de una cultura se formula a través de normas, es decir, órdenes obligatorias para los miembros de la cultura, o sea, órdenes que constituyen la normalidad. De manera concomitante, la diversidad cultural se presenta bajo ‘lo ajeno’, ‘lo divergente’, ‘lo anormal’, y se estigmatiza como ‘lo deficitario’ que en la actualidad se intenta incluir en la cultura (bajo el lema inclusión).18

(3) Diversidad ficcional. Todavía no existe una aplicación especial del concepto diversidad en la ficción o en una de sus expresiones (literatura, cine, teatro, etc.),19 a pesar de ser esta una parte importante de la cultura y, por ende, de la diversidad cultural. Bajo diversidad ficcional no hay que entender solamente la representación de las diferencias culturales o de los mundos posibles como alternativas al mundo real, sino también la producción de diversidad por la estructura del texto, que se abre, con sus ambigüedades y sus polisemias, a lecturas diversas. Al fin y al cabo, la diversidad es inherente a cualquier texto porque este nunca puede fijar del todo su significado. La ficción muestra aspectos reales y virtuales, latentes y en potencia, así como aspectos irreales e imposibles del contexto social en el que se escribe y del contexto en el que se lee. Brinda posibilidades de percepción, pensamiento e interpretación que ensanchan los órdenes, reglas y sistemas de conocimiento que existen en la cultura del autor y del lector (véase Öhlschläger 2009a: 11), incluyendo sus emociones y sus experiencias.

Los estudios de textos ficcionales pueden explorar los puntos en común y las diferencias de distintas interpretaciones dentro de sus marcos de referencia, sean contextos sociales o teorías literarias. El punto de partida común es el texto que forma la unidad a partir de la cual se percibe la diversidad de las lecturas. Bajo la perspectiva de la diversidad, ninguna lectura se aproxima al ‘verdadero sentido’ (sea en forma de círculo o de espiral) y la relación entre texto y lectura individual concreta no es hermenéutica. Muy al contrario, conforme se lee en distintos contextos, el texto produce una pluralidad de sentidos no reducibles el uno al otro volviéndose una fuente de creatividad y de imaginación. El lector forma parte de la diversidad del texto porque su recepción individual, sus propios enfoques, descripciones y normas, son una parte intrínseca de la lectura.

(4) Diversidad moral. Bajo moral entendemos un sistema de normas socialmente aceptadas que separan lo bueno y lo justo de lo malo y lo injusto20 que regula el comportamiento de los miembros de una cultura. Postula una validez incondicional, es decir, independiente de los objetivos de la persona que actúa (Hübner 2010: 2), brindando pautas de comportamiento y al mismo tiempo criterios para juzgar el comportamiento (Kettner 2006: 426-427). A través de la moral se crea una “moral community” (Bens/Zenker 2017: 22). Sin embargo, en muchas situaciones el juicio moral se ve enfrentado a una pluralidad de órdenes normativas que tiene que evaluar y jerarquizar; peor aún, las mismas normas pueden postular acciones diversas (véase Lesch 2006: 231) en distintas circunstancias. En cuanto es un reflejo de la sociedad y de la convivencia de los seres humanos, todo texto ficcional describe, explícita o implícitamente, la moral existente de la cultura de la que trata; también puede formular principios de una moral ideal todavía no realizada.21

La diversidad moral resulta sincrónicamente de las diferencias entre las culturas o entre los individuos, y diacrónicamente, entre distintas épocas. Cuando las morales difieren, no existe un punto neutro desde el cual juzgar cuál es la mejor.22 Sin embargo, las morales se refieren siempre a la convivencia social, y si bien ninguna puede fundamentarse a sí misma, tampoco es cierto que todas las morales aseguren la convivencia social. A partir de este razonamiento se pueden justificar elementos fundamentales de una moral universal, valores como, por ejemplo, los derechos humanos. El reconocimiento de la diversidad moral no destruye la base del juicio moral si consideramos la diversidad como relación entre unidad y diferencia.

El presente volumen se propone analizar de qué manera los textos ficcionales contribuyen a formar, reflejar y perfilar la diversidad cultural y su compromiso moral. Reúne comunicaciones de un congreso en la universidad de Passau (del 31 de enero al 3 de febrero de 2018 con el apoyo de la DFG)23 cuyo objetivo fue efectuar un inventario de textos clave en lengua española que tratan sobre la diversidad cultural enfocados en los siglos XX y XXI. La hipótesis básica fue que la literatura ficcional ocupa una posición clave en la representación y el tratamiento de la diversidad cultural, sea de género, de etnia, de orientación sexual o de funcionalidad. También se planteó cuál es el potencial crítico y ético de los textos literarios en las prácticas culturales, es decir, la relevancia pragmática y epistémica de lo ficcional para tratar las cuestiones éticas actuales a través de narraciones ficcionales.24 Una posible respuesta podría encontrarse en la “cultivation of perception and responsiveness” a través de la ficción, tal como lo menciona la cita de Martha C. Nussbaum que precede a esta introducción.25

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1 Vertovec ve una relación entre el creciente interés por la diversidad y el Movimiento por los Derechos Civiles a partir de los años sesenta, como el African-American Civil Rights Movement, los movimientos de los gais y de las lesbianas o el Disability Rights Movement (2015a: 1). Véase también la evolución del concepto de diversidad a través de los siglos, por ejemplo, bajo la forma de tolerancia o de cosmopolitismo (Scherle 2016: 128-137).

2 Véase Salzbrunn 2014: cap. V. Además de la diversidad de los miembros o grupos en una organización se habla de la diversidad de los mercados de consumo (Krell et al. 2007a: 9).

3 El estudio de la diversidad de Krell et al. 2007 todavía no incluye contribuciones de los estudios culturales.

4 Véase la afirmación de Vertovec: “[…] in many people’s (and institutions’) thinking, ‘diversity’ and ‘difference’ can refer to practically anything” (2015a: 2). Scherle habla de diversity como un significante vacío, puesto que se utiliza en distintos contextos de distintas maneras (2016: 108).

5 La autora escribe en su página web: “Tras concederme el Premio Apila Primera Impresión [en 2013] se publicó en España a finales de 2013. […] el libro ha llegado a China, Japón, Corea, Francia, EE.UU., Colombia, Brasil, México, Chile, Grecia y Turquía” (Dios s. a.).

6 Vertovec menciona el riesgo de que se disimule la marginalidad con elogios incondicionales a la diversidad que nivelen las diferencias sociales porque ‘todo es diverso’ (véase Vertovec 2015a: 3). Lesch considera el relativismo un problema central para justificar normas (2006: 238).

7 Según Scherle, el tema del poder todavía no se estudia lo suficientemente en la teoría y la práctica de la diversidad: el poder puede condicionar la diversidad y desembocar en desigualdad restringiendo la participación social o las decisiones políticas (2016: 110).

8 Véase Vertovec: “[…] an advantage of ‘diversity’ is that it can immediately refer to several, concomitant modes of social differentiation. In this way, the term can also underscore the nested nature, permeability and intersectionality of coexisting categories of difference” (2015a: 7). En inglés, el término diversity se refiere a la diferencia y a la variación (véase Schönhuth 2011: 52).

9 Sobre todo en el campo de la sociología, los temas centrales de los diversity studies son los mismos que los de la teoría de la interseccionalidad. Vertovec distingue las siguientes facetas en su capítulo sobre “Dimensions of diversity”: gender (“a central dimension of diversity”), age, disability, race, ethnicity, immigration/asylum, sexual diversity, language, religion, milieu, caste (2015: índice). La directiva de la Unión Europea sobre la igualdad de trato a las personas independientemente de su origen racial o étnico se concentra en los “Big 6” (edad, discapacidad, etnia, religión, género, orientación sexual; véase Scherle 2016: 119) y muestra, según Scherle, un foco sobre etnia e interculturalidad (117). Krell enumera ocho dimensiones de la diversidad que más se tematizan (“Big 8”; Krell et al. 2007a: 9). Salzbrunn afirma que en la sociología el término se utiliza sobre todo para designar minorías (2014: 9). También existen distintas categorías de diversidad: primarias (desde el nacimiento) y secundarias (adoptadas durante la socialización; véase Scherle 2016: 116-117).

10 La biodiversidad designa la diversidad de los organismos e incluye la bioquímica, la genética y la ecología; las investigaciones sobre la biodiversidad se remontan a los años sesenta. En la década de los ochenta, la investigación sobre la diversidad se transforma en un destacado campo de investigación de la biología. Desde 1992, biodiversidad es un término de culto de la comunicación cotidiana utilizada por políticos y ecologistas y por los medios (Wesche 2004: 13; véanse Solbrig 1994 y Hobohm 2000).

11 El lema diversidad/diverso en el Nuevo diccionario etimológico de Segura Munguia (2013: 903) se refiere a las palabras diferencia/diferente.

12 El diccionario de la RAE define diversidad como “[v]ariedad, desemejanza, diferencia” (<http://dle.rae.es/?id=E0b0PXH> [15-01-2018]) y variedad como “[d]iferencia dentro de la unidad” y “[c]onjunto de cosas diversas” (<http://dle.rae.es/?id=bNukiJF> [15-01-2018]). Scherle hace hincapié en el hecho de que la diversidad no solo tiene en cuenta lo que separa, sino también lo que es común; con la diversidad, no hay que pensar únicamente en dicotomías sino también en conexiones (2016: 108).

13 Pluralidad es más difícil de categorizar; Wesche ve el término, por ejemplo, como subcategoría de diversidad (junto con variabilidad, variedad, heterogeneidad y polivalencia; véase 2004: 37).

14 La definición (sociológica) de Vertovec de diversity pone énfasis en los “modes of social differentiation” en “complex social environments”, y los diversity studies tienen como objetivo el “understanding modes, mechanisms and outcomes of social differentiation” (2015a: 10).

15 Por ejemplo, se crea la diferencia estigmatizante “discapacidad” para superar las desventajas que conlleva (véase el estudio de Minow 1990). Cualquier categoría genera un punto de vista homogéneo sobre un grupo de personas suprimiendo su heterogeneidad (véase Scherle 2016: 118).

16 Véase el ‘strategic essentialism’ de Spivak 1988: 205.

17 Scherle afirma que la diversidad se define siempre de nuevo (2016: 109), puesto que la realidad social cambia constantemente en complejos procesos de comunicación y los actores relevantes en interacciones socioculturales la producen constantemente (110).

18 En la actualidad, los desafíos de la diversidad cultural son la inclusión de las minorías (véase Salzbrunn 2014: 12), la igualdad (de derechos) y la justicia social.

19 Existen algunos trabajos que se dedican explícitamente al término diversidad literaria, por ejemplo, con respecto a la época barroca (Wesche 2004) o a la (pos)modernidad en América Latina (Febel 2006). Muchas veces se utilizan otros términos como transculturación, diferencia o hibridez (véase, por ejemplo, el grupo de investigación internacional IRTG Diversity: Mediating Difference in Transcultural Spaces; <http://www.irtg-diversity.com/> [03-09-2018]). La diversidad literaria no ocupa un capítulo autónomo en Vertovec 2015.

20 Véase, por ejemplo, Kettner 2006: 426 y Fenner 2008: 4. La moral se define en el diccionario de la RAE de la siguiente manera: “Doctrina del obrar humano que pretende regular el comportamiento individual y colectivo en relación con el bien y el mal y los deberes que implican” (<http://dle.rae.es/?id=Pm2wZfs|Pm4ASgI> [19-01-2018]). La ética examina si los juicios morales singulares pueden generalizarse, si son razonables, convincentes y compatibles con otras convicciones morales (Kettner 2006: 426). Sin embargo, la ética no da instrucciones concretas al individuo sobre cómo hay que actuar en situaciones concretas (Fenner 2008: 5).

21 En un texto que representa la moral de un grupo social, hay que distinguir la descripción (expresión de una moral a través de los comportamientos) de la prescripción (la moral como principio regulador). De esta manera, muchas morales se cruzan en un texto literario.

22 Véase la afirmación de Lukes: “The very idea of universalism in ethics and political thought is sometime criticized as inherently ethnocentric, and so the project of establishing and transplanting human rights across the globe comes to seem like a further case of Western, or rather Northern, ideological hegemony” (2008: 138).

23 Puesto que la diversidad cultural está íntimamente ligada a preguntas y cuestionamientos éticos, el Congreso continúa la serie de congresos internacionales sobre el tema “Ética y Literatura” celebrados en la universidad de Passau (“Culto del mal/cultura del mal” en 2012, véase Hartwig 2014; y “Dilemas morales del siglo XX” en 2015, véase Hartwig 2017).

24 Como referencias bibliográficas básicas acerca del ‘turn to ethics’ han de destacarse MacIntyre 1981, Miller 1987, Booth 1988, Nussbaum 1990 y Newton 1995. Véase también el volumen Schweighauser/Askin 2015 sobre la relación entre literatura, ética y moralidad, así como la bibliografía que presentan.

25 Le agradezco a Petra Millies-Bald su valiosa ayuda con la edición de este volumen.

I.
DIVERSIDADES

LA ISLA DE LA DIVERSIDAD:
MALHERIDOS (2003) DE PEDRO ÁNGEL PALOU

EUGENIA HELENA HOUVENAGHEL
Utrecht Universiteit

ABSTRACT

The historical tension between politics and diversity is the central axis of the novel Malheridos (The Badly Injured, 2003) by Pedro Ángel Palou (1966). In The Badly Injured (2003), two historical empires —the Third Reich of the Nazis and the Roman Empire of Augustus— and their destructive political attitude towards diversity are juxtaposed and brought into dialogue with the protective attitude towards diversity that is characteristic of today’s Western society. The specific temporal and spatial framework that is created in the novel —the island— is essential to achieve this dialogue. The novel plays with the traditional imagery of the island. By conserving certain traditional characteristics of the island —remoteness, backwardness— and inverting others —utopia, happiness, safety—, the novel stresses the difficulty of making political decisions in the context of diversity.

1. INTRODUCCIÓN

La política actual predominante de tolerancia y, más aún, de discriminación positiva frente a personas de color, mujeres o personas discapacitadas no se puede entender en un marco espacio-temporal limitado al aquí y ahora. Dicha política solo se puede entender si se amplía el marco espacio-temporal; si se tienen en cuenta los siglos de intolerancia y discriminación de minorías en diferentes regiones del mundo. Pongamos un ejemplo para aclarar la relación estrecha entre diversidad, política e historia, relación que desempeña un papel de pivote en nuestro estudio.

En el 2006 en Estados Unidos, un estudiante masculino y blanco se considera una “víctima” de la diversidad. El estudiante atestigua que cuando se tomó la foto de los alumnos de su clase para el folleto de la universidad, todas las estudiantes femeninas, todos los estudiantes de color y los estudiantes con discapacidad funcional se colocaban en lugares prominentes y bien visibles en la imagen, mientras que los estudiantes masculinos y blancos, como él, se situaban en la última fila y eran apenas visibles. Su testimonio es el siguiente: “Soon afterwards we had a class on diversity, and I mentioned that the photograph was not representative and was immediately attacked by everyone. I am a meritocrat but now I have acquired the undeserved reputation of a racist and a sexist” (Financial Times, septiembre de 2006, citado por Lentin/Titley 2008: 9). Ahora bien, Lentin y Titley explican que el testimonio del estudiante recalca los problemas que una perspectiva demasiado limitada sobre la diversidad puede causar. La actitud que hoy día se considera correcta con respecto a la diversidad no resulta explicable si se hace caso omiso de las prácticas históricas de exclusión y discriminación de minorías étnicas y mujeres:

[…] diversity is understood in different and conflicting ways. The first aspect of this is the different ways diversity is understood in time and space. The unlikely victim [es decir, el estudiante que da este testimonio] sees diversity as a way of describing his class in the here and now; however, as one of the respondents of his plea argues, the reason for current practices of diversity is nothing less than “centuries of racism, discrimination and sexism”. The corporate gesture politics of the disputed photo is at some level influenced by a broader time-space of diversity in US society which includes legacies of slavery, migration and settlement, and the more recent legacies of struggles for civil rights, of ‘identity politics’ and of ‘culture war’ in contemporary US society (Lentin/Titley 2008: 9).

Ahora bien, la tensa relación que mantiene la política de la diversidad con la historia es el eje central de la novela Malheridos (2003) de Pedro Ángel Palou García (Puebla, 1966). Las actividades de dicho autor, hijo del historiador Pedro Ángel Palou Pérez, se vinculan estrechamente tanto con la política como con la historia. Tras una formación de Maestría en Literaria y Lingüística, Palou se doctoró en Ciencias Sociales (1997). Ocupó el cargo de secretario de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla con el gobernador Melquíades Morales Flores (1995-2000). En su novelística, se reúnen sus preocupaciones por lo social, lo político y lo histórico. Palou plantea, por ejemplo, en varias de sus novelas, cuestiones morales relacionadas con la política nazi: pensemos en temas como la responsabilidad moral y política del vaticano (2009) o la legitimidad de la venganza de posguerra (2013). Palou también escribió varias novelas históricas sobre líderes políticos importantes de la historia mexicana, entre las que destaca la trilogía histórica sobre Zapata (2006), Morelos (2007) y Cuauhtémoc (2008). El mismo interés histórico-político se manifiesta en sus novelas sobre las figuras emblemáticas de la política mexicana situadas en períodos que van de la época colonial —Juan de Palafox (2011)— hasta los siglos XIX y XX — Porfirio Díaz (2010) y Lázaro Cárdenas (2016)—. La construcción de un puente entre pasado y presente y la revisión del lugar que la historiografía les ha concedido a las figuras políticas abordadas es, acorde con el autor, el doble objetivo que persigue por medio de sus novelas históricas. El autor no solo se propone realizar “a political revision of the past” sino que sobre todo considera sus novelas históricas “as a way to understand the presence” (Palou 2017).

De la misma manera, en Malheridos (2003), las políticas frente a la diversidad llevadas a cabo por dos imperios históricos —el Tercer Reich del nazismo y el Imperio Romano de Augusto— se yuxtaponen y dialogan con las actitudes de hoy día con respecto a la diversidad. Argüimos que la novela de Palou, más que defender una u otra política frente a la diversidad, recalca la necesidad de ubicar la reflexión sobre política y diversidad en un marco espacio-temporal amplio. La novela hace lo que no hizo el estudiante con cuyo testimonio iniciamos esta introducción: relaciona la política de tolerancia actual ante la diversidad con las medidas destructivas o excluyentes tomadas en diferentes épocas históricas y en diferentes zonas ante la diversidad. Veamos ahora cuáles son los casos históricos que Palou integra en su novela.

2. DIVERSIDAD FUNCIONAL, CULTURAL, MORAL

El nazismo ante la diversidad funcional

Por un lado, la novela hace hincapié en la destrucción de la diversidad funcional llevada a cabo por el nazismo. Entre 1933 y 1945, en la Alemania nazi, médicos y otros profesionales participan en la esterilización involuntaria de pacientes portadores de enfermedades mentales y genéticas, así como en el asesinato de enfermos mentales, adultos discapacitados y niños con malformaciones. Para ello, se promulga la ley para la prevención de progenie con enfermedades hereditarias y se crean tribunales de justicia especiales, formados por médicos y un juez para dictaminar qué personas deben ser esterilizadas. En cuanto a los asesinatos de niños discapacitados y enfermos mentales, se envía un cuestionario a los pediatras y a las instituciones con el fin de tener los datos y después un equipo de médicos valora los dossiers y decide quiénes deben ser eliminados. Se les da la orden a las familias de discapacitados de llevar los mismos a instituciones especializadas en las cuales serían internados y se notifica a las instituciones que ciertos pacientes serían trasladados a otro centro, en los que, posteriormente, fallecen.

¿Cómo ha sido posible convencer la población —y los médicos que participan activamente— de la necesidad de esta política tan destructiva frente a la diversidad? Las razones principales que se suelen ofrecer son dos. Una primera es histórica y económica. El pago de indemnizaciones de guerra a los vencedores tras la derrota de la Primera Guerra Mundial, y la pérdida de toda una generación de jóvenes en combinación con la crisis económica hace que la población alemana considere los enfermos mentales, desde un punto de vista económico, como improductivos y asuma que no es lógico ni razonable mantener en la sociedad a personas que no son capaces de trabajar ni pueden realizar ninguna aportación a la construcción de una Alemania económicamente fuerte. La otra razón, relacionada con esta valoración de la productividad, quizás más decisiva, es de índole seudocientífica. Los enfermos y discapacitados se comparan a agentes que afectan a la sociedad alemana, considerada como superior. Por tanto, para purificar la raza hay que evitar que se reproduzcan los inútiles, y deshacerse de las vidas que no solo “no merecen la pena ser vividas”, sino que además suponen un gasto para la nación. Estos “seres inferiores” son vistos como un cáncer, que se difunde y enferma Alemania. El cirujano (Hitler) extirpa el tumor (inferiores, inútiles, enfermos) y restablece la salud del cuerpo (Alemania). Así es que el léxico “médico” impregna la ideología nazi.

El nazismo frente a la diversidad cultural

Un segundo aspecto de la política frente a la diversidad del nazismo que se plasma en la novela concierne la destrucción de la diversidad cultural. Se menciona concretamente la exposición especial que organizó el régimen nazi para ridiculizar y excluir nuevas formas del arte, el arte moderno y abstracto. Efectivamente, en 1937, el Partido Nazi inauguró dos exposiciones de arte en Múnich: la Gran Exposición de Arte Alemán fue diseñada para mostrar obras realistas; la segunda exposición mostraba obras de arte abstracto y no figurativo (en la línea de los expresionistas, surrealistas, dadaístas, cubistas o de la nueva objetividad) o, como los nazis lo calificaban, “degenerado”, e incluía cerca de 600 obras de artistas cuyo legado es hoy indiscutible: Marc Chagall, Wassily Kandinsky, Paul Klee, Geogre Gosz, Oskar Kokoschka, Emil Nolde, Ernst Ludwig Kirchner. Esta segunda exposición se presentó con la intención deliberada de provocar una reacción negativa. El lugar físico para la exposición de Entartete Kunst fue elegido por su falta de luz, las pinturas se colgaron sin marcos, a veces acompañadas de fotografías de personas que sufrían alguna deformación. Otros cuadros se colgaron torcidos, había grafitis en las paredes que insultaban a las obras y a los artistas: en suma, se hicieron esfuerzos para que este arte pareciera extraño, ridículo y sin valor. Las obras estaban divididas en diferentes salones por categorías: 1) arte que degradaba la religión; 2) obras de artistas judíos; 3) arte que criticaba a los soldados y los trabajadores alemanes y obras que se consideraban un insulto a las mujeres alemanas. ¿Cuál fue la reacción del público? A pesar de las intenciones de los organizadores y de los comentarios difamatorios, la exposición del “arte degenerado” fue un éxito de público. Muchos visitantes comprendieron que sería una última oportunidad de ver las obras. Y efectivamente, esta exposición marcó un punto de inflexión en la política cultural del nazismo. Se inició un proceso que pretendía limpiar a fondo el mundo del arte alemán. También estas acciones destructivas se ponen en escena en la novela Malheridos, en la que se relata cómo se confiscaron obras de arte, se almacenaron en un depósito de Berlín, se quemaron o se vendieron al extranjero.

El imperio de Augusto frente a la diversidad genérica y moral

El segundo régimen histórico cuya política frente a la diversidad ocupa un lugar central en la novela de Palou es el Imperio Romano del emperador Augusto (27 a. C.-14 d. C.). La diversidad toma en este caso la forma de la femineidad y de una moralidad novedosa. El problema que le preocupa a Augusto es el comportamiento femenino; sobre todo las costumbres más relajadas de las mujeres romanas, que ya son más libres que las antiguas matronas romanas, le molestan a Augusto. Las fuentes nos hablan, efectivamente, de un relajamiento de las costumbres cada vez mayor por parte de la población femenina. Las mujeres, lejos de corresponder al modelo tradicional de la madre de familia, buscaban realizarse y satisfacer sus necesidades sexuales de manera libre, es decir, fuera del matrimonio.1 Esta situación nos muestra que, frente al adulterio masculino, el cual era visto con total naturalidad en la época republicana, la mujer empieza también a liberarse de la tan anclada moral tradicional.

Sin embargo, Augusto no considera a las mujeres libertinas desde la óptica de la emancipación que disfruta la mujer frente al marido en la época imperial, ni mucho menos. Según Augusto esta evolución es inaceptable; él se manifiesta en lo que es el corazón de la sociedad romana, en la familia. Efectivamente, la mujer romana era la transmisora de los valores que defendían a un buen ciudadano romano. Las matronas romanas son, para el emperador, símbolos del buen comportamiento y de la fidelidad. La infidelidad en los matrimonios debilita, además, el poder del pater familias. Augusto basa el modelo de la mujer en la figura de esposa y madre intachable que él enaltece, y considera que las mujeres de la época se alejan de manera tan radical de dicho modelo que suponía un peligro para la comunidad.

Como consecuencia, Augusto promulga en este marco una serie de leyes. El adulterio por parte de la mujer se convierte en un delito público juzgado por un tribunal especial. La mujer puede ser acusada no necesariamente por el marido ni por un familiar, sino por cualquier persona. Además, el marido que no denuncia a su mujer puede ser denunciado a su vez por inducción a la prostitución, lo que es una forma de forzarlo a llevar el caso ante la justicia. La pena era el exilio a una isla, lo más próximo en el mundo romano a la pena de muerte: tanto la mujer como el cómplice son relegados a islas distintas. Con Augusto, el adulterio, el aborto o el hecho de no estar casado o no tener hijos se convierten en un crimen, esto es, en un delito público que es juzgado por un tribunal específico.

¿Cómo reacciona la sociedad romana? Las Leyes Iuliae de Augusto no son muy bien recibidas por la sociedad del momento. A pesar de sus esfuerzos, podemos decir que la sociedad a la que se enfrenta el princeps ya ha hecho un cambio de mentalidad y se niega a aceptar sus imposiciones en el ámbito moral del matrimonio, considerado como un asunto privado. El cambio de la sociedad romana no podríamos entenderlo sin la polémica obra de Ovidio que dibuja la nueva moral, el Ars amandi, en la que si bien el poeta es muy consciente de las leyes de Augusto, da consejos completamente opuestos. Aparte de animar a un hombre a tener varias amantes, también sugiere que ni siquiera una mujer casada —emblema del pudor y de la castidad— puede permanecer fiel a su marido. Ovidio invita a no perseguir la infidelidad de una mujer, sino que simplemente aconseja dejar que ella pueda tener amantes. Ars amandi ilustra cómo la sociedad romana de la época imperial se ha vuelto más liberal en este ámbito, hasta el punto en el que ya no podría haber un retorno a las antiguas costumbres. Podemos ver, a través de esta obra didáctica de Ovidio, cómo la sociedad romana ya había roto con los viejos e ideales modelos republicanos, avanzando de esta manera hacia una sociedad más abierta y liberal. La consecuencia es conforme la ley: Ovidio será exiliado por Augusto porque su libro provoca que las juventudes y las mujeres se corrompan a pesar de los grandes intentos del emperador para que suceda lo contrario.

3. ANÁLISIS

Acorde con nuestra hipótesis, la ficción es el medio que permite juntar las políticas frente a la diversidad que acabamos de enumerar, dispersas en el tiempo y en el espacio, en una sola obra. Argumentamos que el recurso ficticio clave para reunir los casos en su narración es la creación de un marco espacio-temporal mítico, en el cruce de espacios y tiempos alejados: la isla. En dicha isla, se juntan diferentes políticas ante la diversidad a través de las figuras exiliadas reunidas en ella. Argüimos que dicho choque inquietante, producido en el espacio insular creado por Palou, más que defender o condenar una u otra política histórica frente a la diversidad, estimula la consciencia histórica del público. En la descripción siguiente, el propio Palou subraya la ubicación de la isla, tierra rodeada por el mar, entre tradición e innovación, entre pasado y presente: “no hay que olvidar que solo el agua se renueva, no la tierra que la [la isla] forma. […] Las islas poseen historia, podrían contar su ruina mientras el agua las lame, el agua que, en cambio, es siempre una recién nacida, cada ola una nueva ola, sin memoria” (Palou 2003: 83). El espacio imaginario creado en la novela le ayuda al lector, en definitiva, a construirse una memoria de las políticas ante la diversidad.

La imagen que la tradición cultural occidental ha creado de la isla es el punto de partida de esta novela, la clave que posibilita el funcionamiento de esta ficción como reflexión histórica acerca de las políticas ante la diversidad. En base a la imagen que la cultura ha creado de la isla, se fundamenta el espacio insular en la novela de Palou. Argumentamos que dos rasgos tradicionales del espacio insular en la cultura occidental son fundamentales en la construcción del mundo ficticio de Palou: el carácter tradicionalmente atemporal de la isla, situada en el cruce de tiempos, y el carácter tradicionalmente utópico de la isla.

La isla: un lugar atemporal

Veamos primero el carácter tradicionalmente atemporal que la isla tiene en la cultura occidental. La isla suele representar un lugar fuera del tiempo lineal, un lugar con una lógica temporal distinta, “dispuesta a reiniciar el mundo” (Deleuze 2005: 17). En términos temporales, la isla es una separación, significa salir del tiempo actual y regresar a un momento entre tiempos en el que todo vuelve a empezar.

La isla en la que se desarrolla la historia es una isla existente. La isla, como espacio ficticio, no es una completa invención del autor, sino que tiene como referencia a una isla geográfica real, reconocible claramente en el texto por alusiones topográficas, culturales, históricas. Se trata de la isla de Sark, la formación más pequeña del grupo conocido como las islas del Canal, ubicada en el canal que separa Francia del Reino Unido, cerca de la costa francesa de Normandía, aunque por historia y tradición conforma un ente separado del Reino Unido.

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