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Nicole Bernex es doctora en Geografía por la Universidad Paul Valéry de Montpellier. Es docente principal del Departamento de Humanidades y directora académica del Centro de Investigación en Geografía Aplicada de la PUCP. Ha sido editora de la revista Geográfica del Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Actualmente es miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias, vicepresidenta de la Sociedad Geográfica de Lima y miembro de la Unión Geográfica Internacional, de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la CNULD, y del Comité Técnico de Global Water Partnership.

Es autora de más de 140 publicaciones, entre las cuales figuran Atlas regional de Piura (1988), Atlas de Quispicanchi (1998) y Manual de gestión municipal de riesgos de desastre (2012).

Augusto Castro es Ph.D. en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Tokio, donde se desempeñó como profesor visitante del Departamento de Estudios Latinoamericanos durante cinco años, y licenciado y magíster en Filosofía por la PUCP. Es docente principal del Departamento de Ciencias Sociales y director del Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la PUCP.

Entre sus libros más recientes destacan El desafío de las diferencias. Una reflexión sobre el Estado moderno en el Perú (2008), La filosofía entre nosotros. Cinco siglos de filosofía en el Perú (2009) y Una educación para re-crear el país, 1905-1930 (2013).

Nicole Bernex y Augusto Castro
Editores

Río+20

Desafíos y perspectivas

Río+20. Desafíos y perspectivas
Nicole Bernex y Augusto Castro, editores

© Nicole Bernex y Augusto Castro, 2015

© Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 2015
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Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

ISBN: 978-612-317-163-6

Prólogo

En mayo del año 2012, en la antesala de la realización de la Cumbre de Desarrollo Sostenible denominada Río+20, el Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Perú (INTE-PUCP) y la Facultad de Economía y Gestión Ambiental de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM) organizaron el foro «Río+20: Desafíos y Perspectivas».

La pregunta central del evento fue: «¿Es posible un desarrollo sostenible en el Perú del siglo XXI?». El desarrollo sostenible implica la discusión de los desafíos del cambio climático para la sociedad y los Estados. Asimismo, supone el imperativo ético de garantizar a las generaciones futuras un lugar apropiado para vivir.

El Perú figura entre los países más vulnerables del planeta frente al cambio climático y las razones son varias: los eventos climáticos extremos a los que empieza a estar expuesto; la vulnerabilidad que generan algunos patrones de asentamiento territorial en varias de sus ciudades; los problemas de gobernanza, disponibilidad de recursos y debilidades en la gestión pública estatal y en los diversos niveles de gobierno regionales, y el alto porcentaje de población que vive en condiciones de pobreza.

Ante esta situación las universidades tenemos el rol de generar el conocimiento teórico y práctico que permita entender mejor los efectos e impactos de este fenómeno tan universal; de formar los profesionales e investigadores que se requieren; de diseñar propuestas y alternativas, y de generar espacios de discusión y debate que ayuden al diseño de políticas públicas que respondan a estos desafíos.

La pregunta central que planteó el foro se abordó desde una perspectiva interdisciplinaria, a fin de dar cuenta de las diversas investigaciones y enfoques que se están realizando tanto en materia de desarrollo sostenible, innovación tecnológica, biorremediación, preservación del medio ambiente como sobre las diferentes aproximaciones de los estudios e investigaciones, estén estos orientados a la investigación básica, a las reflexiones teóricas, al desarrollo de tecnologías o a la recuperación de saberes ancestrales.

Ponemos a disposición del público interesado los diversos trabajos presentados en este foro con la convicción de que serán un aporte para avanzar en esta tarea.

Pepi Patrón

Vicerrectora de Investigación
de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Manuel Burga

Vicerrector académico
de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya

Introducción

Sé el cambio que quieras ver en el mundo.

Mahatma Gandhi

Necesitamos aprender a vivir dentro de los límites de las riquezas de la naturaleza.

Ashok Khosla

Hoy, cuando el mundo se enfrenta a una verdadera crisis ambiental de carácter mundial y global, hay que reconocer el papel de las Naciones Unidas como catalizador del desarrollo sostenible en las grandes cumbres que despiertan la conciencia y la responsabilidad ambiental. Eso es visible desde su primera conferencia sobre el ambiente, en Estocolmo (1972), y con la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), impulsador del desarrollo sostenible o duradero.

En junio de 2012 se realizó, en Río de Janeiro, la Cuarta Magna Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, denominada Río+20, que tuvo como finalidad evaluar lo avanzado durante los veinte años que ha estado vigente el Programa 21, identificar los desafíos que enfrenta la humanidad en la actualidad para alcanzar el desarrollo sostenible y definir los objetivos por alcanzar en el corto, mediano y largo plazo.

El periodo previo a este evento fue propicio para abrir múltiples espacios de debate y balance. Es en este contexto que la PUCP, a través del INTE-PUCP, y la UARM, organizaron el foro «Río+20: Desafíos y Perspectivas» como una oportunidad particularmente propicia para que, en diálogo con otras instituciones académicas e instituciones que producen conocimiento y desarrollan experiencias significativas, se pueda avanzar con pasos firmes hacia un efectivo desarrollo sostenible.

En la Cumbre de Río de 1992, la comunidad internacional, representada por los jefes de Estado y de gobierno del mundo, reconocieron enfáticamente que las causas de la crisis ambiental se encontraban en los estilos de producción y consumo dominantes en el planeta. El preámbulo de La Carta de la Tierra, declaración de principios aprobada por los jefes de Estado y de gobierno, lo señala: «Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies. Las comunidades están siendo destruidas. Los beneficios del desarrollo no se comparten equitativamente y la brecha entre ricos y pobre se está ensanchando […]»1.

Consecuentemente con este enunciado, La Carta de la Tierra recomienda a los países «[a]doptar patrones de producción, consumo y reproducción que salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario» (principio 7).

Río 92 dio una alerta al mundo que marcó el inicio de un proceso creciente de toma de conciencia sobre los efectos de la crisis ambiental. Ha significado, asimismo, una aceleración a la legislación internacional en materia ambiental, con la aprobación de la convención marco sobre cambio climático, la convención sobre la biodiversidad y la lucha contra la desertificación. Además, Río 92 ha sido la primera conferencia abierta a la sociedad civil que incluyó a todos sus actores. Lo demuestra su programa de acción, Programa 21, y la creación del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). Desde entonces hasta la fecha se están desarrollando, desde la sociedad civil de algunos países, importantes experiencias que, desde diversas perspectivas, se orientan a la búsqueda de patrones de producción y de consumo que, como lo señala el principio 7 de La Carta a la Tierra, «salvaguarden las capacidades regenerativas de la Tierra, los derechos humanos y el bienestar comunitario».

No obstante, en la cumbre de Johannesburgo, si bien es cierto que se establecieron las bases de un partenariado público/privado y que se dieron algunos avances en materia de agua y saneamiento y recursos haliéuticos, los resultados fueron limitados. De ahí las expectativas generadas por la nueva cumbre Río+20. Su objetivo central fue realizar una evaluación de los avances, limitaciones y vacíos en el cumplimiento de los acuerdos de Río 92 y, a partir de allí, llegar a pactos que permitan asegurar un compromiso efectivo de los países con el desarrollo sostenible.

En este contexto, y desde la misión de la universidad, resulta fundamental desarrollar una reflexión, necesariamente interdisciplinaria, sobre las principales causas que explican el agravamiento de la crisis ambiental desde 1992 hasta la actualidad, así como sobre las respuestas que se están desarrollando para enfrentarla.

En esta perspectiva, en el foro «Río+20: Desafíos y Perspectivas» se plantearon los siguientes objetivos:

El desarrollo sostenible atraviesa el conjunto de las actividades humanas, las disciplinas académicas y las instituciones del Estado y de la sociedad civil. El foro no pretendió abarcar la totalidad de los temas que esta compleja y vasta problemática plantea y se concentró en ítems que permitieran articular mejor las grandes cuestiones transversales del desarrollo sostenible y el medio ambiente a escala global —como el tema de cambio climático, la diversidad biológica y la desertificación— con énfasis en las prioridades del país. Los ejes centrales fueron la búsqueda de nuevos patrones de producción y de consumo, así como la construcción de una nueva ética y cultura de respeto al medio ambiente desde una perspectiva interdisciplinaria.

El desarrollo sostenible, en sus tres dimensiones (económica, social y ambiental), es el marco conceptual y la propuesta estratégica que atraviesa de manera transversal todos los temas. En esta perspectiva, la Economía Verde, uno de los temas eje propuesto para Río+20, debe ser visto como un instrumento para lograr los objetivos claves del desarrollo sostenible, como la inclusión social y la erradicación de la pobreza dentro del marco de una adecuada política medio ambiental.

Siguiendo lo propuesto por las Naciones Unidas —desde Río 92— para abordar los problemas ambientales y de desarrollo sostenible, recogemos la idea de «pensar globalmente y actuar localmente» y, por ello, se han tratado los diversos temas enfatizando especialmente la articulación entre lo global, lo nacional y lo local, así como el diálogo permanente entre la reflexión y la acción.

En su condición de ser uno de los siete países de mayor megadiversidad en el mundo, de contar con casi la totalidad de climas y zonas de vida existentes en el planeta, de tener el 75% de los glaciares tropicales y de ser cuna de civilizaciones milenarias, el Perú posee un enorme potencial para hacer frente a los desafíos que presenta la crisis ambiental. Sin embargo, estas condiciones no están siendo suficientemente aprovechadas: se sigue impulsando un modelo de desarrollo primario exportador basado en la generación de gases de efecto invernadero. Resulta fundamental, por tanto, hacer un balance crítico y constructivo de las políticas que se han implementado hasta el momento con el fin de proponer alternativas que contribuyan a enfrentar mejor los desafíos y aprovechar mejor las posibilidades del país.

En este sentido, desde 1992 hasta la fecha, a la luz de la vasta diversidad cultural del país, se están desarrollando diversas experiencias con un considerable potencial para dar respuesta a los retos que plantean los viejos estilos de producción y consumo que están en el origen de la grave crisis ambiental que vivimos.

Este libro busca compartir con todos los interesados los aportes del foro. De este modo, las ponencias han sido convertidas en artículos y se han organizado en cinco secciones.

La primera sección agrupa tres artículos que abren la discusión sobre los desafíos que el cambio climático plantea al país2. Nicole Bernex, a partir de cuatro ejes —el olvido de la memoria, el desinterés por la territorialidad, la carencia de la gestión del conocimiento y la difícil tarea de avanzar en la integración— busca dar cuenta de algunas dificultades por enfrentar para hacer que el desarrollo sostenible sea el que oriente el futuro. Luego, Augusto Castro hace hincapié de la enorme responsabilidad ética que significa una política de defensa del ambiente y de desarrollo sostenible en el mundo y en el Perú. Según el autor, este problema plantea para el futuro de la especie humana una tarea impostergable e ineludible. Seguidamente, Fabiola León-Velarde, de la Universidad Peruana Cayetano Heredia (UPCH) reflexiona sobre la responsabilidad que tienen las universidades en la generación y transmisión de conocimiento, así como la responsabilidad que tiene el Estado en ello; diserta también sobre el impacto que la ciencia, la tecnología y la innovación han tenido y tienen —para bien o para mal— en el medio ambiente.

La segunda sección reúne seis trabajos que abordan la relación entre desarrollo sostenible, economía y pobreza. Guido Bocchio reflexiona sobre el rol de la empresa peruana en el impulso de un desarrollo sostenible; la competitividad y un aporte para mejorar el Índice de Desarrollo Humano (IDH) son parte de los ejes de su reflexión. Este artículo también incluye un análisis de la declaración del Tribunal Constitucional, emitida el 17 de abril de 2012, en la cual se plantean diversas consideraciones relativas a la «inversión privada deseada por la Constitución» relacionada a la extracción de recursos naturales3. Federico Arnillas propone poner la meta de Río+40, ¿cómo lograr que efectivamente el desarrollo sostenible sea el derrotero para el país? Cuatro son los cómos que propone: a) que el enfoque de derechos sea un eje central y ordenador; b) que reconozcamos el país que somos, es decir, que nos ubiquemos en el mundo, que reconozcamos los traumas de nuestra historia reciente, así como los cambios demográficos, económicos y culturales que ha tenido el Perú en las últimas décadas; c) que se busque la equidad, dado que el contexto de crecimiento económico que actualmente se tiene no termina de revertir la situación de pobreza; y d) que se reafirme el rol del Estado. José López Soria, de la Universidad Nacional (UNI) de Ingeniería y la UARM, se aboca a analizar el concepto de desarrollo y cómo en este se entiende la relación hombre-naturaleza. Plantea que el concepto desarrollo surge en un contexto histórico específico y que responde a ideales e intereses concretos; asimismo, hace un breve recorrido histórico filosófico hasta nuestros días. Con estas reflexiones en el trasfondo propone llevar siete preocupaciones a Río+20 para articular mejor la relación hombre-naturaleza, la relación entre los hombres y para «pensar la vida humana en términos de plenitud». José Távara inicia su reflexión con la pregunta ¿Cómo se explica la desidia y la inacción frente a las graves amenazas que enfrentamos? Siguiendo a Sachs y Warner4 —quienes sostienen la idea de que existe una especie de «maldición» asociada a la explotación de estos recursos—, este autor pasa revista a diferentes implicancias que tiene el modelo primario exportador y sus efectos nocivos en el medio ambiente. Sobre esta base, plantea la posibilidad de revertir la degradación ambiental. José Carlos Silva aborda también la relación entre economía y medio ambiente. Inicia su artículo afirmando que la manera en que se entienda el proceso económico lleva implícita una relación con el medio ambiente. La economía convencional entiende el proceso económico a partir de un modelo mecánico que es independiente de los límites físicos de la naturaleza y, por tanto, los impactos que puedan generarse en ella (externalidades) son ajenos al modelo de desarrollo. Un enfoque distinto es el que ofrece la economía ecológica que ofrece una visión integral de la disciplina económica. Estos temas los aborda el autor como primer y último punto de su texto. Además de ellos, pone las siguientes cuestiones en el debate: el denominado bloqueo tecnológico e institucional y la dificultad de reducir voluntariamente el consumo de recursos como una de las posibles causas que dificulta el cambio hacia el uso de energías renovables; una reflexión sobre las diferencias entre necesidades humanas y satisfactores (las necesidades humanas son generales y la forma de satisfacerlas depende de cuestiones culturales y materiales), y algunos apuntes sobre las consecuencias ambientales del crecimiento económico. Soledad Escalante señala que el principal problema de la actual crisis medio ambiental es que esta no se reconoce como una crisis del pensamiento y que se sigue suponiendo que la misma tiene una solución técnica. En su texto hace una revisión del cuestionamiento que hace la teoría crítica a la modernidad, referida a la relación hombre-naturaleza y plantea partir del concepto ecología profunda del filósofo noruego Arne Næss5 (1973) para encontrar respuestas a la crisis ambiental y de pensamiento.

La tercera sección reúne tres trabajos sobre seguridad energética e hídrica en el Perú. El artículo de Pedro Gamio, referido al cambio climático y energías renovables en nuestro país, desarrolla una discusión sobre la actual debilidad institucional en materia ambiental. Luego, a partir de una revisión de las principales fuentes de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) y de analizar las posibilidades de incorporar energías renovables, presenta los principales lineamientos para un plan estratégico en materia de energía para el Perú. Seguidamente, Fernando Chiock nos aproxima al impacto que tiene el retroceso de los glaciares y la necesidad de adoptar medidas de adaptación que reduzcan los riesgos y vulnerabilidades. Este autor hace un análisis del rol de la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y da cuenta de diversos estudios que describen la magnitud de la pérdida de glaciares tropicales andinos, particularmente los ubicados en la Cordillera Blanca. De otra parte, Francisco Soto aborda la problemática de la seguridad hídrica en el ámbito global y se concentra en señalar cómo los problemas de acceso y contaminación afectan actividades vitales como la agricultura y el acceso al agua para consumo humano. Finalmente plantea algunas sugerencias por tener en cuenta para el diseño de políticas.

La cuarta sección agrupa los trabajos referidos a conocimientos y tecnologías para la gestión climática, entendiendo conocimiento y tecnología desde una perspectiva inclusiva que reconoce las contribuciones de diferentes matrices culturales. Dos trabajos presentan los aportes de culturas ancestrales: el de Andrés Alencastre y el de Yolanda Guzmán. Andrés Alencastre muestra la manera cómo una sociedad entiende el territorio y la relación que esta establece entre hombre y naturaleza. Asimismo, muestra cómo las tecnologías hídricas desarrolladas por sociedades prehispánicas se adaptaron al territorio y afrontaron los problemas de accesibilidad al agua en aquellas épocas. El rescate de tecnologías como las Amunas (las cuales son traducidas como tecnología para «retener el agua en la boca para soltarla de a poquitos») y un manejo integrado de cuencas son parte de las estrategias por seguir para afrontar los riesgos y vulnerabilidades del cambio climático. En seguida, Yolanda Guzmán nos habla de los conocimientos y tecnologías tradicionales y modernas para desarrollar la biodiversidad. La agrobiodiversidad, tanto andina como selvática, y las formas como las comunidades mantienen y cultivan saberes ancestrales plantean un conocimiento que hay que reconocer e integrar al saber occidental. De otra parte, Isabel Quispe presenta la temática de la ecoeficiencia y cómo esta debe ser incorporada en los procesos de producción y de consumo. Para ello presenta el «Análisis del ciclo de vida» como un instrumento para ser incorporado por las empresas con el fin de disminuir los impactos ambientales. David Chávez Muñoz, por su parte, analiza la relevancia de la información y la tecnología para disminuir las brechas de desigualdad. Presenta los logros de un proyecto desarrollado, desde 1997, por el Grupo de Telecomunicaciones Rurales de la PUCP (GTR-PUCP) para extender las redes convencionales de telecomunicación (terrestres, satelitales) a través de «conjuntos coherentes» de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y, así, hacer llegar sistemas de información a quienes viven en zonas rurales, aisladas geográficamente.

La quinta sección y última está dedica a los bosques y servicios ecosistémicos y contiene cuatro artículos. Ana Sabogal, luego de pasar revista a algunos conceptos y herramientas económicas y ambientales desarrolladas para lograr sistemas de producción sostenible (tales como economía verde, crecimiento verde, análisis de ciclo de vida y servicios ecosistémicos), analiza los servicios ecosistémicos que brindan los bosques del Perú. Luego, Fernando Roca afirma que el Perú es un país de bosques y, como tal, hay que reconocer los diversos servicios ecosistémicos que estos brindan. Para ello hace una tipología de los bosques peruanos y analiza los servicios ecosistémicos y socioambientales que brindan los bosques de la selva. Posteriormente, Karina Pinasco se aproxima a la realidad del manejo de bosques a través de uno de los principales problemas por enfrentar: la deforestación producida por quema e incendios forestales. En su artículo comparte los esfuerzos que están llevando a cabo la Articulación Regional Amazónica (ARA Regional), el Centro de Sostenibilidad Ambiental y la Asociación Amazónicos por la Amazonía (AMPA) para controlar estos flagelos. Finalmente, Jack Edward Flores comparte la experiencia del Programa de Conservación, Gestión y Uso Sostenible de la Diversidad Biológica de Loreto (PROCREL) para que se apruebe la creación del Área de Conservación Regional (ACR) del Alto Nanay-Pintuyacu-Chambira (18 de marzo de 2011) y permitir así que se planteen iniciativas para controlar la actividad petrolera en dicha zona. Además, describe la zona y la actividad petrolera existente previa a la instalación de la ACR. El texto da cuenta de las recomendaciones alcanzadas al Gobierno Regional de Iquitos y a las empresas para su conservación.

Agradecemos a todos aquellos que hicieron posible este encuentro y esperamos que estas reflexiones sean un aporte al debate.

Nicole Bernex y Augusto Castro

1 http://www.earthcharterinaction.org/invent/images/uploads/echarter_spanish.pdf

2 Aunque en el foro estas ponencias no estuvieron necesariamente en la Mesa de debates inicial, hemos creído conveniente agruparlas aquí para dar el marco general de la discusión.

3 Declaración del Tribunal Constitucional (expediente 0001-2012-PI-TC, del 17 de abril de 2012) en la cual declaran inconstitucional la ordenanza regional 036-2011-GR.CAJ-CR emitida por el Gobierno Regional de Cajamarca, que declaró inviable la ejecución del Proyecto Minero Conga (ver especialmente inciso 11).

4 Jeffrey Sachs y Andrew Warner, 1995. Natural Resource Abundance and Economic Growth [documento de trabajo 5398]. Massachusetts: NBER.

5 Arne Næss, 1973. The Shallow and the Deep, Long-Range Ecology Movements: A Summary. Inquiry, 16(1), 95-100 [traducido en Ambiente y Desarrollo, 2007, XXIII(1), 98-101].

Sección I.
Desafíos para el cambio climático

¿Es posible un desarrollo sostenible en el Perú del siglo XXI?

Nicole Bernex6

Centro de Investigación de Geografía Aplicada de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Instituto de Ciencias de la Naturaleza, Territorio y Energías Renovables de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Después de dos días y medio de aportes, reflexiones y de miradas cruzadas, hemos podido verificar cuánto y cómo las cumbres mundiales cambian nuestra manera de ver, pensar, enseñar, legislar y relacionarnos con nuestro entorno, entorno vivo y vivido; vivo desde todos los vivientes, más allá de las personas, y vivido desde la percepción, la inteligencia y el accionar de todos los actores humanos.

Paralelamente, observamos una mayor capacidad de acceso a la información y comunicación que va a influir sobre la mayoría de las personas favoreciendo la construcción del conocimiento —a la par con mitos, prejuicios, seudoverdades— y que contribuye a abrir los debates a todo nivel y a crear conciencia, miedos y esperanzas. Vale citar, entre otros, a Baba Brinkman, el rapero «docto» que canta a Darwin y ha logrado éxito con su inusual aproximación a la teoría de la evolución.

El primer día nos referimos a la Programa 21 y, si retomamos los términos de la Secretaría General de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), aquel «programa de acción para un futuro sostenible para la familia humana constituye un primer paso para garantizar que el mundo llegará a ser un hábitat más justo, seguro y próspero para toda la humanidad» (UNESCO & PNUMA, 1992, p. 3). Mediante ocho mesas temáticas se ha generado una reflexión en torno a los logros, desafíos y perspectivas actuales en el Perú de hoy. Parte de los compromisos y el espíritu de Río ha quedado sin eco en nuestros gobiernos, actores públicos y privados y sociedad civil.

La última mesa es la única cuya temática consiste en una compleja pregunta: ¿es posible un desarrollo humano sostenible en el Perú del siglo XXI?

Vale recordar las posiciones y criterios de los colegas que nos han antecedido; también subrayar que cada una de sus afirmaciones ha sido sustentada desde su propia experiencia científica y técnica. Optimistas y pesimistas han dialogado serenamente. Bueno es recordar a Fabiola León-Velarde cuando citó a Matt Ridley en su obra El optimista racional. Ridley, en boca de Thomas Babington Macaulay, nos pregunta hoy «¿Qué principio nos lleva, cuando tras nosotros vemos solo mejoras, a esperar solo deterioro por delante?» (2011, p. 23). Vale la pena también recordar a Pablo Secada quien se refirió a la obra El ecologista escéptico, de Bjørn Lomborg, que nos demuestra que el estado del planeta y la humanidad no es tan catastrófico como solemos creer y que muchos problemas se han ido solucionando.

Asimismo, debemos tener presente las alertas muy claras de varios de los conferencistas, como Antonio Brack, Guido Bocchio, Juan Torres, Ana Sabogal, Fernando Roca, entre otros, sobre el deterioro de nuestros ecosistemas y la pérdida de bienestar. Inclusive hemos visualizado el tremendo impacto que significan hoy en nuestro país los cultivos de coca y el narcoterrorismo. Otros de los conferencistas compartieron lecciones aprendidas y buenas prácticas. Un último grupo planteó preguntas e hicieron propuestas. Después de tan ricos aportes nos queda la pregunta: ¿es posible un desarrollo humano sostenible en el Perú del siglo XXI?

La pregunta que nos convoca no es una cuestión nueva ni para nuestro país ni para el mundo. En el Perú esta anima, desde la Independencia, los debates del Congreso de la República, de los ministerios, de los gobiernos regionales y locales, de las universidades. Basta ver el número de diplomados y maestrías en Desarrollo que existen hoy en día.

A pesar de venir de cuatro áreas distintas —José Távara, de la economía; Federico Arnillas, de las ciencias sociales; José Ignacio López Soria, de la filosofía, y yo, de la geografía— la pregunta se ubica en un espacio pluritemporal y pluriescalar de transdisciplinariedad, y asume la complejidad como realidad.

Intentaré acercarme a posibles respuestas desde cuatro caminos diferentes:

Estos caminos hablan de realidades que debemos revertir juntos, desde las universidades, el gobierno, las empresas y la sociedad civil. Sobre la base de ello, plantearé luego el gran reto de la ética.

1. El olvido de la memoria

En la mesa «Conocimientos y tecnologías tradicionales y modernas» —moderada por Hildegardo Córdova, del Centro de Investigación en Geografía Aplicada (CIGA), y que contó con la presencia de Hilda Araujo, de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM); Andrés Alencastre, de la Asociación de Gobiernos Regionales y de la Gestión Social del Agua y el Ambiente en Cuencas (GSAAC); Yolanda Guzmán, del Fondo de Promoción de las Áreas Naturales Protegidas del Perú (PROFONANPE); Soledad Escalante, de la UARM, e Iván Lanegra, viceministro de Interculturalidad del Ministerio de Cultura— todos concordaron en que la cosmovisión andina-amazónica es organizada, que no excluye, sino que integra, que no solo incluye un desarrollo tecnológico que toma en cuenta la diversidad de los paisajes naturales, de los climas, etcétera, sino que permite un uso más eficiente de los recursos. Más allá de esos aportes enriquecedores, la mesa demostró cuán rápidamente nos olvidamos de lo propio y el poco valor que le atribuimos.

No hay desarrollo posible sin memoria del pasado. Algunos países lo han entendido rápidamente, como Argentina con su programa televisivo «Sin memoria no hay futuro: derecho a la identidad». Muchos trabajos existen sobre este aspecto. Evocar el pasado permite dar forma al futuro. En eso qué valiosos son los museos arqueológicos al aire libre que proporcionan ejemplos de otras formas de pensar y de vivir (Paardekooper & Pres, 2011). Debe subrayarse el papel de las salas de situación y de los museos en la conservación de la memoria colectiva a través de prácticas sostenibles. No solamente nos ayudan a conservar y amar nuestras tradiciones, a apropiarnos de ellas, a fortalecer nuestras identidades, sino que también son importantes componentes de nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras en general (2011). Debemos, pues, aplicar la sostenibilidad a nuestro patrimonio; el concepto se incorpora a toda la sociedad desde sus diferentes ámbitos.

Memoria y percepción se conjugan desde la estética del paisaje, el gran olvidado de nuestro desarrollo, precisamente en el año en que recordamos a José de la Riva-Agüero y sus Paisajes peruanos. En una época de multiplicación de nuevos paisajes, cuya escala e impacto pueden constituir amenazas para el entorno, no existen todavía esfuerzos tangibles de diseños acertados que logren integrar los elementos introducidos con los existentes para crear nuevos paisajes de calidad.

Paralelamente a la creación de estos nuevos paisajes, la evolución de los condicionantes socioeconómicos y actividades altamente perturbadoras como las extractivas conllevan a menudo al abandono y degradación de los paisajes existentes. La renovación paisajística puede ser la clave de la rehabilitación de zonas degradadas. La calidad estética y ambiental del paisaje renovado (urbano, industrial o rural) influye positivamente en su valoración conjunta y depende, en gran parte, de la toma de conciencia y participación de los propios habitantes. Todo ello constituye horizontes ricos en promesas; no obstante, es necesario que aprendamos a trabajar más y más en equipo, favoreciendo los diálogos necesarios tanto espaciales, ambientales como socioeconómicos y acortando distancias entre universidades-empresas, universidades-sector público, universidades-sector privado y universidades-ciudadanía.

Indudablemente, carecemos de instrumentos y estructuras para mantener una mirada dialogante con la realidad, una comunión con el medio, lo que permite reconocer y definir los valores propiamente andinos, amazónicos, rurales, urbanos y otros, sin negar los conocimientos que, en una saludable interculturalidad, enriquezcan los propios.

2. El desinterés por la territorialidad

Vivimos en un país caracterizado por la violencia de los contrastes, donde abundancia y carencia se hermanan en una cotidianidad que es pobreza para la mayoría de las poblaciones. Aunque somos el primer país en especies de plantas de propiedades conocidas y utilizadas por la población (4400), en especies nativas domesticadas (128), no somos suficientemente conscientes de la importancia de esta extraordinaria diversidad biológica tantas veces recordada por nuestros colegas biólogos y ecólogos; no la integramos a nuestras dinámicas vitales ni a través de la capacitación y educación, ni mediante su justa y necesaria valoración económica para el desarrollo de las poblaciones lugareñas. Más allá de la demarcación política, debemos reconocer la fuerza del territorio que agrupa y asocia lugares, congrega personas y les confiere un sentido colectivo. Asimismo necesitamos tomar conciencia de:

Ciertamente, aunque los niveles de pobreza reales hayan disminuido, el proceso es lento; los territorios de pobreza abarcan nuestras periferias urbanas y las regiones más biodiversas de nuestro país. Y, tal como lo subraya el Banco Mundial, «la pobreza es hambre. La pobreza es falta de techo bajo el cual resguardase. La pobreza es estar enfermo y no poder ser atendido por un médico. La pobreza es no poder ir a la escuela y no saber leer. La pobreza es no tener trabajo, tener miedo al futuro y vivir día a día. La pobreza es perder a un hijo debido a enfermedades relacionadas con el agua impura. La pobreza es impotencia, falta de representación y libertad» (s/f).

Desarrollar el territorio es tarea impostergable y no es solo cuestión de tener o no un instrumento como la Zonificación Ecológica Económica (ZEE), de labrar en la piedra, en el metal o en el cemento el futuro del país; es desarrollar a las personas que viven en esta malla territorial, darles una educación que les permita reconquistar su autoestima y dignidad y emprender otras relaciones con la sociedad y su entorno.

Desarrollar el territorio es iniciar un proceso lento, altamente creativo, con una opción clara por la vida y por todas las vidas. Ciertamente deben existir elecciones territoriales nacionales en el ámbito nacional que favorezcan este proceso. Debe buscarse «entornos territoriales innovadores», en la perspectiva llamada por Milton Santos (2001) desarrollo solidario o alternativo, es decir:

En todo el territorio nacional han surgido nuevos espacios a partir de una polifuncionalidad creada por nuevas actividades económicas; se han creado nuevos íconos paisajísticos. Poco a poco lo rural ha dejado de ser equivalente a trocha no carrozable, falta de agua, luz, educación y salud, y pasa a ser sinónimo de desarrollo humano, industrias agropecuarias, turismo y cultura. No obstante, coexisten antiguas y nuevas ruralidades. Las nuevas dinámicas van aumentando las brechas entre territorios del «olvido» y territorios dinámicos; crece la exclusión en ciertos espacios y en otros la inclusión; se conjugan articulación y desarticulación, desequilibrios y equilibrio.

Por ello es necesaria una política territorial que, a la vez, tenga en cuenta la cohesión territorial —articulando espacios, facilitando las múltiples conectividades, la consolidación de las redes urbanas y el desarrollo de las ciudades, hacedoras de regiones— y permita la competitividad desde una ZEE moderna, a la luz del enfoque ecosistémico y con ética.

Asimismo, es necesaria una política territorial que favorezca un desarrollo del espacio, lo cual es un proceso complejo e integral. Exige integrar sistemas, valorar los servicios ambientales de los ecosistemas vitales, realizar inversiones decididas en población y favorecer el empoderamiento para no correr el riesgo de seguir gozando de un desarrollo esquivo, como lo llama Máximo Vega-Centeno.

3. La carencia de gestión de conocimiento

Ciertamente la gestión de conocimiento es una disciplina nueva y emergente. Tiene apenas unos doce años y su objetivo es generar, compartir y utilizar el conocimiento tácito y explícito existente en un determinado espacio para dar respuestas a las necesidades de los individuos y de las comunidades en su desarrollo. Integra diversas dimensiones entre las cuales podemos destacar:

El Instituto del Banco Mundial (WBI, por sus siglas en inglés) ha sistematizado en cuatro pilares las bases de una estrategia de implementación de una Economía Basada en el Conocimiento y el Aprendizaje (EBCA):

Tal como afirman Probst, Raub y Romhardt, la gestión del conocimiento «se refiere más a la capacidad de aprender y generar conocimiento nuevo o mejorar el que existe» (2001, p. 17). Por tanto, una de las funciones del Estado es garantizar el acceso de los sectores más excluidos al desarrollo, a través del fortalecimiento de la capacidad de aprender de estos grupos y del acceso al capital intelectual social, minimizando el riesgo de la apropiación privada de conocimiento clave y el perjuicio que ello conlleva a los procesos democráticos y a la gobernabilidad.

4. La difícil integración

Desde hace más de una década nos hemos dado cuenta de la necesidad de integración. Poco se ha hecho, por lo difícil que es de entender la complejidad de este proceso que «significa la convivencia, el diálogo, salvar las vallas culturales y que se reconozcan y respeten los derechos fundamentales de todas las poblaciones, además de abrirles la posibilidad de acceder al poder» (Morín, 2009). No obstante, se han dado colectivamente unos pasos concretos y con mucho acierto. Es así que en la Conferencia de Johannesburgo, entre otros acuerdos, un gran número de países, entre ellos los de América del Sur y el Perú, firmaron un acuerdo muy relevante que nos comprometía a tener una Política y Estrategia Nacional de Gestión Integrada de Recursos Hídricos (GIRH), en diciembre de 2005. A partir de aquella fecha se multiplicaron las discusiones en torno al sentido y el reto del proceso de integración. En el caso del Perú fueron necesarios unos seis años para lograr, el 13 de marzo de 2008, la creación de la ANA y, en mayo de 2009, la Estrategia y Política que permitió plantear claramente la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH), es decir aquel proceso de cambio que promueve el manejo y desarrollo coordinado del agua, la tierra y los recursos relacionados, con el fin de maximizar el bienestar social y económico resultante de manera equitativa, sin comprometer la sostenibilidad de los ecosistemas vitales. A pesar de tener el instrumento, observamos enormes dificultades para integrar los distintos elementos del sistema físico (agua salada, agua dulce; agua azul, agua verde, calidad, cantidad, aguas arriba, aguas abajo, etcétera) y los del sistema socio-económico-político en un marco de globalización y cambio climático global. Cuántas dificultades por incluir todas las aguas (espacial), todos los intereses (social), todos los grupos de interés (participativo), todos los niveles (administrativo) y todas las disciplinas relevantes (organizativo) (Jaspers, 2001).

Nos cuesta integrar ecosistemas y sociedades. De cierta manera, por soberbia o ignorancia, nos cuesta aceptar nuestra religación a los ecosistemas, nuestra dependencia vital hacia ellos y el costo de nuestras rupturas. No entendemos bien la natural y vital integración. ¿Cómo entender, entonces, la necesaria integración en el ámbito socio-económico-político?

Las propias Naciones Unidas no logran integración entre sus diversos programas; así tenemos el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) y la Evaluación Ecosistémica del Milenio. No hay miradas cruzadas y larga sería la lista de desencuentros. Necesitamos articular las diversas formas de gestión y procesos. Es el precio de una sostenibilidad coherente.

¿Cómo avanzar en un proceso de desarrollo si todas las demás formas de gestión se enmarcan sectorialmente? Ahí debe saludarse el enorme esfuerzo realizado, en los últimos meses, por la Dirección de Ordenamiento Territorial del Ministerio del Ambiente (MINAM) y el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) en construir un nuevo proceso: el de gestión integrada del territorio.

La sostenibilidad exige procesos integrados, los cuales, más allá de la transectorialidad descansan en una transdisciplinariedad que no podremos lograr plenamente si no salimos de las fronteras de nuestros campus, innovando nuevas plataformas interuniversitarias orientadas a la producción y transmisión de conocimientos verdaderamente transdisciplinares. Necesitamos que el biólogo y el geógrafo trabajen a la par con los economistas y junto con los agrónomos y urbanistas, sin olvidar a los filósofos. Necesitamos una mirada más integradora y menos impermeable ante los cambios.

Todas esas reflexiones contienen una gran esperanza. Tenemos la certeza que puede revertirse el olvido de la memoria. Existen muchas experiencias positivas que lo demuestran desde las comunidades, sociedad civil y gobierno. Tenemos la esperanza de un despertar a la territorialidad y a nuestros territorios. Nuestro país es demasiado hermoso y diverso para que crezca más indiferencia e ignorancia. Sabemos que algunas entidades públicas se han encaminado hacia un proceso de gestión de conocimiento muy alentador. Podremos ser testigos de eso a lo largo de este mes de junio, en el Parque de las Aguas donde se dará la mayor exposición sobre la gestión del agua Perú-Colombia. Eso nos ayudará a cambiar de mentalidad; así aprenderemos a integrarnos, a integrar nuestras políticas y formas de gestión.

Todo eso lo podremos hacer si aceptamos y hacemos nuestro el gran reto de la ética. La domesticación de la tierra la debemos iniciar nosotros. Debemos recordar a Leonardo Boff con su grito de la tierra, grito de los pobres, si no muy pronto seremos los grandes pobres.

La ética del territorio, de los ecosistemas, la ética ambiental es, ante todo, una ética del otro, de todos los otros, vivientes y no vivientes. Necesitamos ensanchar nuestra pobre solidaridad a todos y todo, entender la vitalidad de la interdependencia. Para ello, quisiera retomar las palabras de Morin cuando dice «Llamo la voluntad ante la magnitud del desafío. Aunque casi nadie tenga conciencia de ello, jamás hubo una causa más grande, más noble, también más necesaria que la causa de la humanidad para, a la vez e inseparablemente, sobrevivir, vivir y humanizarse» (2007, p. 91).

Referencias bibliográficas

Banco Mundial (s/f). Entender la pobreza. Consultado en 2003. http://www.worldbank.org/poverty/spanish/mission/index.htm

Jaspers, Frank (2001). Institutions for Integrated Water Resources Management [manual de capacitación]. Delft: UNESCO-IHE.

Morin, Edgar (2002). Emergence de la société-monde. Revue du MAUSS, 2 [republicado en Vers l’abîme?, 2007, p. 91. París: L’Herne].

Morin, Edgar (2009). Conversatorio en sede de la Comunidad Andina. Notas de prensa, 27 de agosto. http://www.comunidadandina.org/Prensa.aspx?id=2672&accion=deta-lle&cat=NP&title=en-conversatorio-en-sede-de-la-can-filosofo-edgar-morin-sostiene-que-la-integracion-no-significa-la-disolucion-de-las-diversidades

Paardekooper, Roeland & Katrin Pres (2011). Evocar el pasado, dar forma al futuro ¿Cómo pueden los museos arqueológicos al aire libre crear nuevos recuerdos? Las noticias del ICOM, 64(2), 8.

Peña, Humberto & Miguel Solanes (2003). La gobernabilidad efectiva del agua en las Américas, un tema crítico. Santiago: Global Water Partnership-CEPAL.

Probst, Gilbert, Steffan Raub & Kal Romhardt (2001). Administre el conocimiento: los pilares para el éxito. México DF: Prentice Hall.

Ridley, Matt (2011). Un mejor hoy: el presente sin precedente. En El optimista racional (pp. 23-56). Madrid: Taurus.

UNESCO & PNUMA (1992). Programa 21. Nueva York: UNCED.

6 Correo de la autora: nbernex@pucp.edu.pe