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Renueva tu Corazón:

Sé como Cristo

Dallas Willard

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Editorial CLIE

C/Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS (Barcelona), ESPAÑA

E-mail: clie@clie.es

http://www.clie.es

RENUEVA TU CORAZÓN: SÉ COMO CRISTO

Dallas Willard

This edition issued by contractual arrangement with NavPress, a division of The Navigators, U.S.A. Originally published T’ by NavPress in English as RENOVATION OF THE HEAR

copyright 2002 by Dallas Willard.

All rights reserved.

© 2004 por Editorial Clie para esta edición en castellano.

Todos los derechos reservados.

Director de la colección: Dr. Matt Williams

Traducción:

Pedro L. Gómez Flores

Equipo editorial (revisión y corrección):

Nelson Araujo Ozuna

Anabel Fernández Ortiz

Dorcas González Bataller

Diseño de cubiertas: Ismael López Medel

ISBN: 978-84-8267-416-2

eISBN: 978-84-8267-796-5

Clasifíquese: 2260 VIDA CRISTIANA: Consagración

C.T.C. 05-33-2260-13

A L. Duane Willard,
que ya era grande cuando yo era pequeño
y siempre encontró un momento para mí.
Con entrañable amor y gran apreciación.

COLECCIÓN TEOLÓGICA CONTEMPORÁNEA:

libros publicados

Estudios bíblicos

Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha, Colección Teológica Contemporánea vol. 4, 2003.

F.F. Bruce, Comentario de la Epístola a los Gálatas, Colección Teológica Contemporánea vol. 7, 2004.

Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro, Colección Teológica Contemporánea vol. 10, 2004.

Estudios teológicos

Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento, Colección Teológica Contemporánea vol. 6, 2003.

G.E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento, Colección Teológica Contemporánea vol. 2, 2003.

Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la Teología Joánica, Colección Teológica Contemporánea vol. 5, 2003.

N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo, Colección Teológica Contemporánea vol. 1, 2002.

Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana, Colección Teológica Contemporánea vol. 8, 2004.

Estudios ministeriales

Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes, Colección Teológica Contemporánea vol. 3, 2003.

Wayne. A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista, Colección Teológica Contemporánea vol. 9, 2004.

Índice

Presentación de la Colección Teológica Contemporánea

Reconocimientos

Preludio

Capítulo 1. Una introducción a la formación espiritual: El “más allá y más adentro” y el camino de Jesús

Capítulo 2. El corazón en el sistema de la vida humana

Capítulo 3. Maldad esencial en el alma caída

Capítulo 4. Excelencia radical restablecida al alma

Capítulo 5. Cambio espiritual: el patrón confiable

Interludio

Capítulo 6. La transformación de la mente, 1: La formación espiritual y la vida mental

Capítulo 7. La transformación de la mente, 2: La formación espiritual y nuestros sentimientos

Capítulo 8. La transformación de la voluntad (corazón o espíritu) y del carácter

Capítulo 9. La transformación del cuerpo

Capítulo 10. La transformación de nuestra dimensión social

Capítulo 11. La transformación del alma

Capítulo 12. Los hijos de luz y la luz del mundo

Capítulo 13. La formación espiritual en la congregación local

Postludio

Notas

Bibliografía en castellano

Presentación de la
Colección Teológica Contemporánea

Cualquier estudiante de la Biblia sabe que hoy en día la literatura cristiana evangélica en lengua castellana aún tiene muchos huecos que cubrir. En consecuencia, los creyentes españoles muchas veces no cuentan con las herramientas necesarias para tratar el texto bíblico, para conocer el contexto teológico de la Biblia, y para reflexionar sobre cómo aplicar todo lo anterior en el transcurrir de la vida cristiana.

Esta convicción fue el principio de un sueño: la “Colección Teológica Contemporánea.” Necesitamos más y mejores libros para formar a nuestros estudiantes y pastores para su ministerio. Y no solo en el campo bíblico y teológico, sino también en el práctico –si es que se puede distinguir entre lo teológico y lo práctico–, pues nuestra experiencia nos dice que por práctica que sea una teología, no aportará ningún beneficio a la Iglesia si no es una teología correcta.

Sería magnífico contar con el tiempo y los expertos necesarios para escribir libros sobre las áreas que aún faltan por cubrir. Pero como éste no es un proyecto viable por el momento, hemos decidido traducir una serie de libros escritos originalmente en inglés.

Queremos destacar que además de trabajar en la traducción de estos libros, en muchos de ellos hemos añadido preguntas de estudio al final de cada capítulo para ayudar a que tanto alumnos como profesores de seminarios bíblicos, como el público en general, descubran cuáles son las enseñanzas básicas, puedan estudiar de manera más profunda, y puedan reflexionar de forma actual y relevante sobre las aplicaciones de los temas tratados. También hemos añadido en la mayoría de los libros una bibliografía en castellano, para facilitar la tarea de un estudio más profundo del tema en cuestión.

En esta “Colección Teológica Contemporánea,” el lector encontrará una variedad de autores y tradiciones evangélicos de reconocida trayectoria. Algunos de ellos ya son conocidos en el mundo de habla hispana (como F.F. Bruce, G.E. Ladd y L.L. Morris). Otros no tanto, ya que aún no han sido traducidos a nuestra lengua (como N.T. Wright y R. Bauckham); no obstante, son mundialmente conocidos por su experiencia y conocimiento.

Todos los autores elegidos son de una seriedad rigurosa y tratan los diferentes temas de una forma profunda y comprometida. Así, todos los libros son el reflejo de los objetivos que esta colección se ha propuesto:

  1. Traducir y publicar buena literatura evangélica para pastores, profesores y estudiantes de la Biblia.
  2. Publicar libros especializados en las áreas donde hay una mayor escasez.

La “Colección Teológica Contemporánea” es una serie de estudios bíblicos y teológicos dirigida a pastores, líderes de iglesia, profesores y estudiantes de seminarios e institutos bíblicos, y creyentes en general, interesados en el estudio serio de la Biblia. La colección se dividirá en tres áreas:

Estudios bíblicos

Estudios teológicos

Estudios ministeriales

Esperamos que estos libros sean una aportación muy positiva para el mundo de habla hispana, tal como lo han sido para el mundo anglófono y que, como consecuencia, los cristianos –bien formados en Biblia y en Teología– impactemos al mundo con el fin de que Dios, y solo Dios, reciba toda la gloria.

Queremos expresar nuestro agradecimiento a los que han hecho que esta colección sea una realidad, a través de sus donativos y oraciones. “Tu Padre... te recompensará”.

Dr. MATTHEW C. WILLIAMS

Editor de la Colección Teológica Contemporánea

Profesor en IBSTE (Barcelona) y Talbot School of Theology

(Los Angeles, CA., EEUU)

Williams@bsab.com

Lista de títulos

A continuación presentamos los títulos de los libros que publicaremos, DM, en los próximos tres años, y la temática de las publicaciones donde queda pendiente asignar un libro de texto. Es posible que haya algún cambio, según las obras que publiquen otras editoriales, y según también las necesidades de los pastores y de los estudiantes de la Biblia. Pero el lector puede estar seguro de que vamos a continuar en esta línea, interesándonos por libros evangélicos serios y de peso.

Estudios bíblicos

Jesús

Michael J. Wilkins & J.P. Moreland (editores), Jesús bajo sospecha, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 4, 2003. Una defensa de la historicidad de Jesús, realizada por una serie de expertos evangélicos en respuesta a “El Seminario de Jesús,” un grupo que declara que el Nuevo Testamento no es fiable y que Jesús fue tan solo un ser humano normal.

Robert H. Stein, Jesús, el Mesías: Un Estudio de la Vida de Cristo, Downers Grove, IL; Leicester, England: InterVarsity Press, 1996 [Jesus the Messiah: A Survey of the Life of Christ]. Hoy en día hay muchos escritores que están adaptando el personaje y la historia de Jesús a las demandas de la era en la que vivimos. Este libro establece un diálogo con esos escritores, presentando al Jesús bíblico. Además, nos ofrece un estudio tanto de las enseñanzas como de los acontecimientos importantes de la vida de Jesús. Stein enseña Nuevo Testamento en Bethel Theological Seminary, St. Paul, Minnesota, EE.UU. Es autor de varios libros sobre Jesús, y ha tratado el tema de las parábolas y el problema sinóptico, entre otros.

Juan

Leon Morris, Comentario del Evangelio de Juan [Commentary on John], 2nd edition, New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1995. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Romanos

Douglas J. Moo, Comentario de Romanos [Commentary on Romans], New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1996. Moo es profesor de Nuevo Testamento en Wheaton College. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Gálatas

F.F. Bruce, Comentario de la Epístola a los Gálatas, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 7, 2003.

Filipenses

Gordon Fee, Comentario de Filipenses [Commentary on Philippians], New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1995. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Pastorales

Leon Morris, 1 & 2 Tesalonicenses [1 & 2 Thessalonians], rev. ed., New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1991. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto.

Primera de Pedro

Peter H. Davids, La Primera Epístola de Pedro [The First Epistle of Peter], New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1990. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto. Davids enseña Nuevo Testamento en Regent College, Vancouver, Canadá.

Apocalipsis

Robert H. Mounce, El Libro del Apocalipsis [The Book of Revelation], rev.ed., New International Commentary on the New Testament. Grand Rapids, MI: Wm. B. Eerdmans Publishers, 1998. Los comentarios de esta serie, New International Commentary on the New Testament, están considerados en el mundo anglófono como unos de los comentarios más serios y recomendables. Analizan el texto de forma detallada, deteniéndose a considerar temas contextuales y exegéticos, y el sentido general del texto. Mounce es presidente emérito de Whitworth College, Spokane, Washington, EE.UU., y en la actualidad es pastor de Christ Community Church en Walnut Creek, California.

Estudios teológicos

Cristología

Richard Bauckham, Dios Crucificado: Monoteísmo y Cristología en el Nuevo Testamento, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 6, 2003. Bauckham, profesor de Nuevo Testamento en St. Mary’s College de la Universidad de St. Andrews, Escocia, conocido por sus estudios sobre el contexto de los Hechos, por su exégesis del Apocalipsis, de 2ª de Pedro y de Santiago, explica en esta obra la información contextual necesaria para comprender la cosmovisión monoteísta judía, demostrando que la idea de Jesús como Dios era perfectamente reconciliable con tal visión.

Teología del Nuevo Testamento

G.E. Ladd, Teología del Nuevo Testamento, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 2, 2003. Ladd era profesor de Nuevo Testamento y Teología en Fuller Theological Seminary (EE.UU.); es conocido en el mundo de habla hispana por sus libros Creo en la resurrección de Jesús, Crítica del Nuevo Testamento, Evangelio del Reino y Apocalipsis de Juan: Un comentario. Presenta en esta obra una teología completa y erudita de todo el Nuevo Testamento.

Teología Joánica

Leon Morris, Jesús es el Cristo: Estudios sobre la Teología Joánica, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 5, 2003. Morris es muy conocido por los muchos comentarios que ha escrito, pero sobre todo por el comentario de Juan de la serie New International Commentary of the New Testament. Morris también es el autor de Creo en la Revelación, Las cartas a los Tesalonicenses, El Apocalipsis, ¿Por qué murió Jesús?, y El salario del pecado.

Teología Paulina

N.T. Wright, El verdadero pensamiento de Pablo, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 1, 2002. Una respuesta a aquellos que dicen que Pablo comenzó una religión diferente a la de Jesús. Se trata de una excelente introducción a la teología paulina y a la “nueva perspectiva” del estudio paulino, que propone que Pablo luchó contra el exclusivismo judío y no tanto contra el legalismo.

Teología Sistemática

Millard Erickson, Teología sistemática [Christian Theology], 2nd edition, Grand Rapids: Baker, 1998. Durante quince años esta teología sistemática de Millard Erickson ha sido utilizada en muchos lugares como una introducción muy completa. Ahora se ha revisado este clásico teniendo en cuenta los cambios teológicos, al igual que los muchos cambios intelectuales, políticos, económicos y sociales.

Teología Sistemática: Revelación/Inspiración

Clark H. Pinnock, Revelación bíblica: el fundamento de la teología cristiana, Prefacio de J.I. Packer, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 8, 2004. Aunque conocemos los cambios teológicos de Pinnock en estos últimos años, este libro, de una etapa anterior, es una defensa evangélica de la infalibilidad y veracidad de las Escrituras.

Estudios ministeriales

Apologética/Evangelización

Michael Green & Alister McGrath, ¿Cómo llegar a ellos? Defendamos y comuniquemos la fe cristiana a los no creyentes, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 3, 2003. Esta obra explora la evangelización y la apologética en el mundo postmoderno en el que nos ha tocado vivir, escrito por expertos en evangelización y Teología.

Dones/Pneumatología

Wayne. A. Grudem, ed., ¿Son vigentes los dones milagrosos? Cuatro puntos de vista, Terrassa: CLIE, Colección Teológica Contemporánea, vol. 9, 2004. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. Esta obra nos ofrece los argumentos de la perspectiva cesacionista, abierta pero cautelosa, la de la Tercera Ola, y la del movimiento carismático; cada una de ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.

Soteriología

J. Matthew Pinson, ed., Cuatro puntos de vista sobre la Seguridad de la Salvación [Four Views on Eternal Security], Grand Rapids: Zondervan, 2002. ¿Puede alguien perder la salvación? ¿Cómo presentan las Escrituras la compleja interacción entre la Gracia y el Libre albedrío? Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. En él encontraremos los argumentos de la perspectiva del calvinismo clásico, la del calvinismo moderado, la del arminianismo reformado, y la del arminianismo wesleyano; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las posiciones opuestas.

Mujeres en la Iglesia

Bonnidell Clouse & Robert G. Clouse, eds., Mujeres en el ministerio. Cuatro puntos de vista [Women in Ministry: Four Views], Downers Grove: IVP, 1989. Este libro pertenece a una serie que se dedica a exponer las diferentes posiciones que hay sobre diversos temas. Esta obra nos ofrece los argumentos de la perspectiva tradicional, la del liderazgo masculino, la del ministerio plural, y la de la aproximación igualitaria; todas ellas acompañadas de los comentarios y la crítica de las perspectivas opuestas.

Vida cristiana

Dallas Willard, Renueva tu Corazón: Sé como Cristo [Renovation of the Heart: Putting on the Character of Christ], Colorado Springs: NavPress, 2002. No “nacemos de nuevo” para seguir siendo como antes. Pero: ¿Cuántas veces, al mirar a nuestro alrededor, nos decepcionamos al ver la poca madurez espiritual de muchos creyentes? Tenemos una buena noticia: es posible crecer espiritualmente, deshacerse de hábitos pecaminosos, y parecerse cada vez más a Cristo. Este bestseller nos cuenta cómo transformar nuestro corazón, para que cada elemento de nuestro ser esté en armonía con el reino de Dios.

Reconocimientos

Doy gracias, como siempre, a las muchas personas que me han ayudado de diversas maneras. A mi familia, por encima de todo, y especialmente a Bill Heatley, que leyó todo el manuscrito y ofreció muchas sugerencias; a John S. Willard, que mecanografió una buena parte del texto y aportó también un buen número de inteligentes comentarios. James Bryan Smith sugirió valiosas revisiones de los primeros capítulos de igual modo que Todd Hunter lo hizo de la totalidad del libro. Sin duda, este libro no hubiera llegado a existir sin el ánimo y excelente dirección editorial aportados por Don Simpson, o sin la ayuda para llevar mi vida adelante que he recibido de Jane Lakes Willard, Becky Heatley, Jan Johnson, y Keith Matthews.

PRELUDIO

Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed,
pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás,
sino que el agua que yo le daré se convertirá en él
en una fuente de agua que brota para vida eterna.

JESÚS DE NAZARET (Juan 4:14)

Cuando entramos en los escritos del Nuevo Testamento, cuando sumergimos nuestras mentes y corazones en alguno de los Evangelios, por ejemplo, o en epístolas como Efesios o 1 Pedro, la abrumadora impresión que nos llega es que estamos en contacto con otro mundo y con otra vida: un mundo divino y una vida divina. Es la vida «del reino de los cielos». Sin embargo, se trata de un mundo y de una vida en los que han ido entrando personas comunes y corrientes que siguen haciéndolo en este mismo momento. Es un mundo que parece estar abierto para nosotros y nos invita a entrar. Sentimos su llamamiento.

Las sorprendentes promesas que se hacen a quienes entregan su vida a este nuevo mundo, mediante su confianza en Jesús, llegan a nosotros desde la página impresa.

Por ejemplo, leemos en las propias palabras de Jesús, que quienes se entreguen a Él recibirán «agua viva», el mismísimo Espíritu de Dios, que no permitirá que tengan sed de nuevo –ser impulsados y dominados por deseos insatisfechos– y que tal «agua» se convertirá en una fuente o manantial que manará «para vida eterna» (Juan 4:14). De hecho, esta fuente llegará a transformarse en «ríos de agua viva» que fluirán desde el centro de la vida del creyente hacia un mundo sediento (Juan 7:38).

Leemos también la oración de Pablo para que los creyentes conozcan el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, para que puedan ser llenos «de toda la plenitud de Dios... según el poder que obra en nosotros y que puede conseguir muchísimo más de lo que pedimos o entendemos» (Efesios 3:19-20).

Y, asimismo, ojeamos las palabras de Pedro respecto al modo en que quienes aman a Jesús y confían en Él se regocijan «grandemente con gozo inefable y lleno de gloria», (1 Pedro 1:8, ), con un amor auténtico y recíproco que brota de su corazones (1:22), desechando toda malicia, engaño, insinceridad, envidia y toda difamación (2:1), silenciando a quienes se burlan del camino de Cristo sencillamente mediante una buena conducta (2.15), y echando toda su «ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de nosotros» (5:7).

La visión es clara, y nadie que tenga una actitud abierta puede equivocarse respecto a su significado. Sin embargo, aunque todo esto es inteligible y deseable, hemos de reconocer que, en muchos períodos históricos y también hoy, los cristianos en general solamente consiguen encontrar el camino a esta vida divina con lentitud y gran dificultad, si es que lo encuentran.

Creo que una de las razones por las que tantas personas dejan, de hecho, de sumergirse en las palabras del Nuevo Testamento, y las descuidan o incluso las evitan, es que la vida que ven descrita en ellas es muy diferente de la que ellos mismos experimentan. Esto es así a pesar de que tales personas puedan ser completamente fieles a su iglesia, según los criterios específicos de ésta, y de que tengan realmente a Jesucristo como su única esperanza. Por tanto, la clara presentación que hace el Nuevo Testamento de la vida que –más allá de toda duda– se nos ofrece en Cristo, sirve tan solo para desanimarles o desilusionarles.

¿Por qué ha de ser esto así? Sin duda, la vida que Dios nos ofrece en Jesús ¡no pretende ser un rompecabezas insoluble! Y esto nos deja con la única explicación posible: a pesar de nuestras buenas intenciones y enérgicos métodos, nuestro acercamiento a esta vida y el modo en que intentamos conseguirla no son correctos. No comprendemos ni transmitimos la sabiduría de Jesús y de la Biblia respecto al ser humano y su redención, por Gracia, de los destructivos poderes que han venido a invadirle en todas sus dimensiones esenciales.

No es del todo cierto que querer sea poder, si bien, por supuesto, querer es algo crucial. Se necesita también un entendimiento de lo que ha de hacerse exactamente y de cómo puede conseguirse: de los instrumentos para la plena realización de esta vida y del orden en que han de usarse.

La formación espiritual en Cristo es un proceso ordenado. Aunque Dios puede triunfar en el desorden, esto no es lo que ha decidido hacer. Y, en lugar de centrarnos en lo que Dios puede hacer, hemos de humillarnos para aceptar los caminos que Él ha escogido para obrar en nosotros. Tales caminos se exponen claramente en la Biblia y, especialmente, en las palabras y la persona de Jesús.

Él nos invita a abandonar nuestros incómodos caminos cargados de pesados esfuerzos –especialmente los «religiosos»– para compartir con Él su instructivo yugo. Es un camino de ternura y humildad, de descanso para el alma. Es un sendero de transformación interior que demuestra que compartir su carga con Él es una vida fácil y ligera (Mateo 11:28-30). La distancia y la dificultad que percibimos para entrar plenamente en el mundo y la vida de Dios se deben por completo a nuestro fracaso, primero en entender que «el camino de entrada» es el camino de la absoluta transformación interior y, segundo, en dar los pequeños pasos que de manera callada y cierta conducen a ello.

Este es un pensamiento nuevo y esperanzador, que viene a socorrernos. Para el individuo significa que todos aquellos obstáculos que encontramos para despojarnos del viejo hombre y vestirnos del nuevo, pueden ser quitados de en medio o subyugados. Y esto nos capacitará para andar cada vez más con el vigor, la santidad, y el poder del reino de los cielos. Nadie tiene por qué vivir en un estado de derrota espiritual y personal. Todos tenemos acceso a una vida de victoria sobre el pecado y las circunstancias.

Para nuestros grupos cristianos y sus líderes implica que existe una forma fácil y simple para que las congregaciones del pueblo de Jesús, sin excepción, puedan responder a su llamamiento de ser una ecclesia, sus «llamados fuera»: un punto de contacto entre el Cielo y la Tierra, donde la sanidad de la Cruz y de la resurrección puede salvar a los perdidos y hacer crecer a los salvos hacia la plenitud de la nueva humanidad en Cristo. No es necesario contar con instalaciones, talentos, o técnicas especiales. Ni siquiera hace falta un presupuesto. Tan solo se requiere fidelidad al proceso de formación espiritual a la semejanza de Cristo que se presenta en las Escrituras y que ha estado presente en las vidas del «pueblo» de su posesión a través de los tiempos (Tito 2:14).

Capítulo 1

UNA INTRODUCCIÓN
A LA FORMACIÓN ESPIRITUAL

El «Más Allá y Más Adentro» y el Camino de Jesús

Con toda diligencia guarda tu corazón,
porque de él brotan los manantiales de la vida.

PROVERBIOS 4:23

Nuestra vida procede de nuestro corazón. La parte de nosotros que dirige y organiza nuestra vida no es la física. Esto es algo que sigue siendo cierto aunque lo neguemos. Tú tienes un espíritu dentro de ti que ha sido formado. Se ha configurado con un carácter específico. Yo tengo también un espíritu que ha sido formado; esto es una verdad común a todo ser humano.

El espíritu humano es algo que no puede ignorarse, un aspecto fundamental de cada hombre y mujer; y su carácter se configura a partir de las experiencias por las que hemos pasado y las elecciones que hemos hecho en el pasado. Esto es lo que significa que es «formado».

Nuestra vida y el modo en que encontramos el mundo ahora y en el futuro es, casi por completo, un simple resultado de lo que hemos llegado a ser en lo más profundo de nuestro ser: nuestro espíritu, voluntad o corazón. A partir de ello vemos nuestro mundo e interpretamos la realidad; tomamos nuestras decisiones, entramos en acción, e intentamos cambiar las cosas. Nuestra vida procede de las profundidades de nuestro ser: algo que en gran medida no entendemos.

«¿Quieres decir –dirán algunos– que los desastres individuales y colectivos que saturan el escenario humano no nos vienen impuestos desde afuera? ¿Que no se trata simplemente de cosas que suceden?».

Sí. Esto es lo que quiero decir. En el mundo de hoy, el hambre, la guerra, y las epidemias son casi por completo el resultado de decisiones humanas, que son a su vez expresiones del espíritu humano. Si bien existen varias salvedades y matices acertados, en general lo anterior es rigurosamente cierto.

Los desastres individuales son consecuencia también, en gran medida, de decisiones humanas, ya sean las nuestras o las de otros. Las situaciones en que nos encontramos no son nunca tan importantes como nuestras respuestas a ellas (puede que lo sean en algún caso muy puntual), unas respuestas que proceden de nuestro lado «espiritual». Un corazón cuidadosamente cultivado, ayudado por la Gracia de Dios, preverá, impedirá o transformará la mayor parte de las dolorosas situaciones ante las que otros reaccionarán como niños impotentes diciendo: «¿por qué?».

La Biblia está llena de sabiduría acerca de estas cuestiones. Esta es la razón por la que a los principales libros del Antiguo Testamento les llamamos «literatura sapiencial». Jesús lo resume todo en sus enseñanzas. Él es poder y sabiduría de Dios (1 Corintios1:24). Nos dice, por ejemplo: «buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Y «cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca» (Mateo 7:24-25).

Por tanto, la mayor necesidad que tenemos tú y yo –la mayor necesidad del colectivo humano– es la renovación de nuestro corazón. Este órgano espiritual de nuestro interior del que proceden nuestras perspectivas, elecciones y acciones ha sido configurado por un mundo alejado de Dios. Ahora ha de ser transformado.

De hecho, la única esperanza de la Humanidad radica en el hecho de que, del mismo modo que nuestra dimensión espiritual ha sido formada, puede también ser transformada. Ahora y a lo largo de los tiempos esto ha sido reconocido por todos los que han reflexionado con profundidad respecto a nuestra condición: desde Moisés, Salomón, Sócrates y Spinoza, hasta Marx, Nietzsche, Freud, Oprah y los ecologistas y feministas de nuestros días. Constantemente y de manera muy acertada, predicamos esta posibilidad y su necesidad desde nuestros púlpitos. Los desacuerdos están únicamente en determinar qué es lo que ha de cambiar en nuestro espíritu y cómo se produce este cambio.

La revolución de Jesús

Y EN ESTAS DOS cuestiones radica la ineludible relevancia de Jesús para la vida humana. Hace unos dos mil años, Jesucristo reunió a su pequeño grupo de amigos y discípulos en las laderas de Galilea y les envió a «enseñar a todas las naciones», es decir, a hacer alumnos (aprendices) suyos de todos los grupos étnicos. Su objetivo final es poner a todo ser humano sobre la Tierra bajo la dirección de su Sabiduría, Bondad y Poder como parte del eterno plan de Dios para el Universo.

No nos quepa duda: al enviar así a sus discípulos, Jesús puso en marcha una revolución mundial perpetua: algo que sigue todavía su proceso y que continuará hasta que la voluntad de Dios se haga en la Tierra como ya se hace en el Cielo. Cuando esta revolución llegue a su culminación, todas las fuerzas del mal que conoce la Humanidad serán derrotadas y la bondad de Dios será conocida y aceptada, y se convertirá en el elemento que configurará cada aspecto de la vida humana.1 Él ha decidido conseguir este objetivo juntamente con sus discípulos y, en parte, por medio de ellos.

En este mismo momento es cierto, como proclamaron a Isaías los serafines en su visión, que «toda la Tierra está llena de su gloria», la gloria del Santo Señor de los ejércitos (Isaías 6:3). Sin embargo, aún tiene que llegar el día en que «la tierra se llenará del conocimiento de la gloria del SEÑOR como las aguas cubren el mar». (Habacuc 2:14, cursivas añadidas)

La revolución de Jesús es, en primer lugar y de manera constante, una revolución del corazón o espíritu humano. Tal revolución nunca ha operado ni opera mediante la formación de instituciones y leyes sociales –que tratan con los aspectos externos de nuestra existencia– esperando que éstas impongan después un buen orden de vida sobre las personas que están bajo su influjo. La de Jesús es, más bien, una revolución del carácter, que opera cambiando a las personas desde dentro, mediante una constante relación personal con Dios en Cristo y del uno con el otro. Es una transformación que cambia las ideas, creencias, sentimientos, y hábitos de elección, así como las tendencias del cuerpo y las relaciones sociales. Es algo que penetra hasta las capas más profundas del alma. Las disposiciones externas, de tipo social, pueden tener su utilidad a este efecto, pero no son su fin, ni tampoco una parte fundamental de los medios.

Sin embargo, a partir de esta vida interior de la persona renovada por Dios, las estructuras sociales serán transformadas de manera natural con el fin de que «corra el juicio como las aguas y la justicia como una corriente inagotable» (Amós 5:24). Tales corrientes no pueden brotar de almas corruptas y, a la inversa, un «interior» renovado tampoco secundará corrientes públicas de injusticia. Se opondrá a ellas hasta bloquearlas o morirá en el intento. Es la única fuerza que puede conseguir tal cosa.

En una ocasión T. S. Eliot describió el esfuerzo actual de los hombres como la búsqueda de un sistema tan perfecto que se haga innecesario que seamos buenos. El camino de Jesús nos dice, por el contrario, que cualquier sistema –no todos, por supuesto–, funcionará si somos genuinamente buenos y libres para poder buscar lo mejor.

Esta impotencia de los «sistemas» es una de las principales razones por las que Jesús no envió a sus discípulos a comenzar gobiernos ni tampoco iglesias como las conocemos hoy, que transmiten siempre algunos elementos de un sistema humano. En lugar de ello, tenían que establecer expresiones de su persona, palabra, y poder en medio de una humanidad caída e inútil. Tenían que llevar la presencia del reino y de su Rey a cada rincón de la vida humana viviendo plenamente en el reino con Él.

Quienes le recibieran como su Señor viviente y constante instructor serían «escogidos de Dios, santos y amados» (Colosenses 3:12, ) y aprenderían a ser «irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual [resplandecerían] como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de vida» (Filipenses 2.15-16).

El resultado natural de ello sería el surgimiento de iglesias, es decir, asambleas locales, de tales personas. Las iglesias no son el reino de Dios, pero sí sus expresiones esenciales e inevitables, avanzadillas e instrumentos de su presencia entre nosotros. Son «sociedades» de Jesús, que surgen en Jerusalén, Judea, Samaria, y en los puntos más lejanos de la Tierra (Hechos 1:8) cuando la realidad de Cristo se traslada a la vida humana corriente para que le influya. Este es un proceso que sigue en marcha, hoy todavía inacabado: «Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin» (Mateo 24:14).

Lo humano «en el interior»

MEDIANTE LA PRESENCIA DE su reino, Jesús da respuesta a las más profundas necesidades de la personalidad humana: justicia, provisión, y propósito. Si le desechamos, hemos de seguir haciendo frente a las preguntas insoslayables: ¿Qué es lo que hace que nuestras vidas sean lo que son? ¿Qué podría hacer que fueran lo que debieran ser? La incapacidad de encontrar respuestas adecuadas nos deja sin timón en medio de la avalancha de acontecimientos que se suceden a nuestro alrededor y a merced de las ideas y fuerzas que nos influyen. Y esta es, básicamente, la situación humana. Puedes observarla a tu alrededor día tras día.

Sin embargo, los pensadores de todos los tiempos han intentado responder estas preguntas y han descubierto coincidentemente, como ya se ha dicho, que lo más importante para determinar cómo es la vida y cómo debería ser, es lo que somos «interiormente». Por supuesto, a lo largo de la vida experimentaremos cosas buenas y malas. Pero el significado de nuestra vida, al menos para quienes llegan a la edad madura es, en gran parte, si no por completo, un asunto de lo que llegamos a ser interiormente. Este «interior» es la palestra de la formación espiritual y, más adelante, lo será de la transformación.

En el interior están nuestros pensamientos, sentimientos, intenciones y sus orígenes más profundos, cualesquiera que estos puedan ser. La vida que expresamos momento a momento surge de una fuente profunda y oculta. Lo que hay en nuestro «corazón» se corresponde más que ninguna otra cosa con la clase de persona que llegamos a ser y con lo que llega a ser de nosotros. «Tú estás aquí en mis brazos –dice la antigua canción–, ¿pero dónde está tu corazón?» Esto es lo realmente esencial, no solo para las relaciones individuales, sino también para la vida en su totalidad.

En una ocasión, el escritor Oscar Wilde observó que cuando llegamos a los cuarenta, todos tenemos el rostro que merecemos. Esta es una verdad tan evidentemente profunda como dolorosa. Sin embargo, es en realidad aplicable al «interior» que expresa el rostro: al corazón y también al alma, y no al rostro simplemente como una esfera superficial del cuerpo. En caso contrario no importaría demasiado.

Precisamente en la superficie consciente de nuestro «mundo interior» yacen algunos de nuestros pensamientos, sentimientos, intenciones, y planes. Son aquellos de que somos conscientes. Pueden ser bastante evidentes para los demás así como para nosotros mismos. Por ellos nos acercamos conscientemente a nuestro mundo y a nuestro obrar dentro de él.

Sin embargo, estos aspectos superficiales son también buenos indicadores de la naturaleza general de la «fuente espiritual interior» inconsciente, de la clase de cosas que la constituyen. Pero al fin y al cabo, los pensamientos, sentimientos, e intenciones de que somos conscientes representan tan solo una parte muy pequeña de todos los que hay en lo profundo de nuestro interior y, con frecuencia, éstos no son los que mejor revelan quiénes somos en realidad y por qué hacemos lo que hacemos.

No reflejan lo que pensamos realmente, cómo nos sentimos, y lo que haríamos concretamente en circunstancias previsibles o imprevisibles, quizá desconocidas por completo tanto para nosotros mismos como para quienes nos conocen. Podemos cruzarnos el uno con el otro, aun cruzarnos con nosotros mismos, si puedes concebir tal cosa, «como barcos en la noche». Es algo que sucede constantemente.

La dimensión oculta de cada vida humana no es visible para los demás; ni siquiera para nosotros es accesible con plenitud. Normalmente, sabemos muy poco de lo que ocurre en nuestra alma, el nivel más profundo de nuestra vida, o de aquello que lo dirige. Nuestro «interior» es asombrosamente complejo y sutil –taimado incluso–; adquiere vida propia. Solo Dios conoce lo profundo de nuestro interior, quiénes somos, y lo que podríamos llegar a hacer en un momento determinado.

Por ello, clama el salmista pidiéndole a Dios que le ayude a tratar ¡consigo mismo! «Examíname, Señor». «Sean aceptables a ti las meditaciones de mi corazón». «Renueva un espíritu recto dentro de mí». En cierto momento fue formado «el más allá que está en mi interior» (mi corazón) y estoy, por tanto, a merced suya. Solo Dios puede salvarme.

«El aspecto espiritual» del hombre

HE HABLADO YA del oculto mundo del yo como nuestro lado espiritual. El lenguaje que usa los términos «espiritual», «espíritu» y «espiritualidad» se ha convertido en algo cada vez más corriente, y no puede ser soslayado. Sin embargo, es un lenguaje con frecuencia poco claro en su significado, y esto puede ser peligroso. Puede llevarnos por caminos de confusión y destrucción. Lo «espiritual» no es automáticamente «bueno». Hemos de tener mucho cuidado con este lenguaje. No obstante, entendido en el sentido de «espiritual», que significa únicamente «no físico», el mundo oculto o interior del ser humano es, sin duda, espiritual.

Curiosamente, a pesar de nuestros grandes adelantos en conocimiento científico –orgulloso producto del pensamiento humano–, tales avances nada pueden decirnos respecto a la vida interior del ser humano. Lo mismo ocurre en todos los campos de estudio que intentan basarse en tales conocimientos. Las ciencias pueden, como mucho, indicar algunas fascinantes e importantes correspondencias entre nuestra vida interior y algunos acontecimientos de las esferas física y social que transcurren paralelos a ella.

Esto se debe a que el objeto de estudio de las ciencias es, precisamente, lo externo, lo físico, lo medible; el mundo claramente perceptible: más o menos el mundo de «los cinco sentidos», como decimos a menudo. En su naturaleza, lo físico es un tipo de realidad completamente distinto del aspecto espiritual del ser humano, que sigue estando «oculto» en una forma en que el mundo físico nunca podrá estarlo. A estas alturas, esto es algo bien sabido aunque, con frecuencia, ha sido reprimido u olvidado. La ciencia elude el corazón.

Paradójicamente, nuestro lado «espiritual» –si bien no es algo perceptible para los sentidos y a pesar de que nunca podremos, en modo alguno, entenderlo plenamente– nunca está fuera por completo de nuestro pensamiento. Está siempre en el límite de nuestra conciencia, si no en el centro mismo. Realmente es la única cosa que se celebra (o degrada) en las Artes, las biografías y la Historia, y en la mayoría de nuestros escritos populares, en las revistas y otras publicaciones. El acento se pone constantemente en lo que las personas piensan y sienten, en lo que éstas podrían o deberían hacer y por qué, y en la clase de carácter que tienen. Los seres humanos no «chismorrean» de otra cosa; hoy, mucho de lo que se llaman «noticias» son, sencillamente, chismorreos.

Pero esto solo pone de relieve que somos constantemente conscientes del aspecto espiritual de la vida. Sabemos de manera inmediata que esto es lo realmente importante. Le prestamos más atención –tanto en nuestra propia vida como en la de los demás– que a ninguna otra cosa. Y en ello hay una profunda sabiduría (aunque, a menudo, pervertida). Esto es así puesto que, sencillamente, lo espiritual es nuestra vida, no importa lo grandiosas que sean las teorías que sostengamos o lo que podamos decir cuando nos esforzamos en parecer «intelectuales», «bien informados», y «al día».

Este interés irreprimible explica por qué, en las últimas décadas y en muchos sentidos, lo espiritual, en su sentido humano global, ha saltado repetidamente a primera línea de nuestra conciencia. Desde los refinados alzamientos artísticos de los años sesenta hasta los ecologismos e incontables «espiritualidades» de los noventa –desde la cultura pop y la Nueva Era hasta los postmodernismos académicos– la encendida protesta que surge de lo profundo del hombre nos ha estado pregonando recientemente que los aspectos físicos y públicos del universo humano no pueden sostener nuestra existencia. «El hombre no vivirá solo de pan». Bien haríamos en escuchar sea quien sea el que habla.

Estas son, por supuesto, palabras de Jesús. Y el suyo es verdaderamente el camino del corazón, o espíritu. Si queremos andar con Él, hemos de hacerlo en el nivel interior. Son muy pocos los que realmente no entienden esto respecto a Jesús. Él nos salva mediante una realista restauración de nuestro corazón para con Dios, viviendo después en Él con su Padre, mediante el Espíritu distintivamente divino. El corazón renovado y habitado de este modo es la única esperanza de la Humanidad en la Tierra.

Esta declaración de que «el hombre no vivirá solo de pan» la adaptó Jesús a partir de la historia de la experiencia del pueblo judío con Dios. Jesús era, entre otras cosas, la más profunda y poderosa expresión de aquella experiencia. Sin embargo, ésta cobró un significado nuevo y hondo con su muerte y resurrección. Mediante ellas, Jesús estableció un orden de vida radicalmente nuevo en la Tierra dentro del reino de Dios. Un orden completamente libre de cualquier forma étnica o cultural específica. Todos los seres humanos pueden ahora vivir la vida de un corazón renovado, nutriéndose constantemente de su presencia personal, aquí y ahora en nuestro mundo, más allá de su muerte y de la nuestra.

Contrariamente a lo que muchos dicen hoy, nuestra liberación (salvación) no procede de las turbias profundidades del hombre de donde fluye nuestra vida natural, ya sea que ello incorpore o no un «súperego» o «inconsciente colectivo». Pero Jesús se mueve por estas profundidades y a través de ellas, al margen de lo que contengan, para llevarnos a Dios. También allí Él es el Maestro. La renovación espiritual y la «espiritualidad» que proceden de Jesús son nada menos que una invasión de la realidad humana natural por una vida sobrenatural «que viene de arriba».

La espiritualidad y la formación espiritual como cosas meramente humanas

EN MARCADO CONTRASTE, LA ESPIRITUALIDAD y la formación espiritual se entienden hoy con frecuencia como cuestiones completamente humanas. El «más allá que está en nuestro interior» se entiende como una dimensión o poder humanos que, si sabemos manejar correctamente, transformará nuestra vida en vida divina. O, al menos, nos librará del caos y el quebranto de la existencia humana; como mínimo, quizá, de las destructivas adicciones como el alcohol, el trabajo, el sexo, las drogas, o la violencia. Estamos rodeados de libros, programas, y seminarios que se apoyan en esta suposición.

Así, por ejemplo, ahora se oyen descripciones de la «espiritualidad» como «nuestra relación con cualquier cosa que sea lo más importante de nuestra vida». O como «el proceso por el que nos convertimos en personas positivas y creativas». Estas son palabras sacadas de escritos contemporáneos, y representan profundas corrientes del pensamiento y cultura humanos.2

Ciertamente no pretendemos ridiculizar nada que sea bueno, y damos gracias por cualquier cosa que ayude verdaderamente a los seres humanos en su desesperada vida sobre la Tierra. Ninguna otra actitud sería compatible con el espíritu de Jesús. Dios extiende constantemente su amor a cada ser humano donde y cuandoquiera que viva, en ocasiones en lugares y situaciones que Dios mismo no elegiría, pero aun así con buenos resultados. Sin embargo, el que una espiritualidad adecuada a la necesidad humana y que produzca una auténtica renovación del corazón pueda ser una cuestión de simples capacidades humanas es fundamental. Equivocarnos en este asunto tendrá consecuencias muy serias.

En cualquier caso, podemos estar seguros de esto: la formación y posterior transformación de la vida interior del hombre, de la cual fluye nuestra existencia externa, es un problema humano ineludible. La formación espiritual, al margen de cuál sea el contexto o la tradición religiosa, es el proceso por el cual el espíritu o voluntad humanos se configuran con una «forma» o carácter determinados. Es un proceso al que todos estamos sujetos. Tanto la persona más despreciable como la más admirable han tenido una formación espiritual. Tanto los terroristas como los santos son el resultado de una formación espiritual. Sus espíritus o corazones han sido formados. Punto.

Cada uno de nosotros nos convertimos en una cierta clase de persona en las profundidades de nuestro ser, adquiriendo un tipo específico de carácter. Y esto es el resultado de un proceso de formación espiritual entendido en términos generales como algo que se aplica a todo ser humano, lo quiera o no. Dichosos o afortunados aquellos que pueden encontrar o se les da un camino de vida que formará su espíritu y su mundo interior de un modo verdaderamente sólido, bueno y orientado hacia Dios.

El modelado y remodelación de la vida interior es, por tanto, un problema que ha estado presente desde los orígenes mismos de la Humanidad; y los registros más antiguos del pensamiento humano aportan un elocuente testimonio de la lucha de los hombres por resolverlo3 aunque, habría que decir, con muy poco éxito.

Es cierto que algunos momentos de la historia de la humanidad han sido más productivos que otros en lo que respecta a la elevación del espíritu humano. Pero los momentos bajos sobrepasan con mucho a los elevados y el promedio es desalentadoramente indigno. En la actualidad, las sociedades de todo el mundo se encuentran en situaciones desesperadas en un intento de producir personas capaces simplemente de sobrellevar su vida sobre la Tierra de un modo no destructivo. Esto sucede tanto en Norteamérica y Europa como en el resto del mundo, aunque la lucha cobra, al parecer, distintas formas en diferentes esferas. En lo que respecta a cuestiones espirituales no existe, en realidad, un «Tercer Mundo»: todo es Tercer Mundo.

Más allá de lo meramente humano

LA TRANSFORMACIÓN ESPIRITUAL, la renovación del corazón, representa un problema humano ineludible que no tiene, sin embargo, una solución humana. No nos satisface tener que decir esto. Es algo que puede deducirse de un estudio de la historia y las culturas del mundo, así como de los esfuerzos pasados y presentes para proceder con la vida humana por parte de la Religión, la Educación, la Jurisprudencia, y la Medicina. Lamentablemente, esta observación se mantiene cuando nos acercamos a las muchas técnicas que se enseñan en las diferentes psicologías y espiritualidades en liza de nuestro tiempo.

La necesaria meta de la vida humana sigue siendo la auténtica transformación de toda la persona conforme al modelo de bondad y poder que vemos en Jesús y su «Abba» Padre: la única transformación adecuada para el yo humano. Pero esto se encuentra más allá del alcance de los programas de transformación interior que se nutren meramente del espíritu humano, incluso de aquellos que lo consideran divino en última instancia y lo tratan como tal.

La realidad de todo esto está actualmente cubierta por un velo, dado el nivel tan bajo de vida espiritual que se ve en el cristianismo que se presenta ante el público en general. Este bajo nivel explica por qué existen en la actualidad tantas psicologías y espiritualidades que se disputan un espacio, a menudo liderado o dominado por ex-cristianos que han abandonado reconocidas formas de cristianismo como inadecuadas o incluso nocivas.