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Lourdes Miquel

El silencio
de los perros

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1. Auflage1Version 1 | 2020

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© Ernst Klett Sprachen GmbH, Rotebühlstraße 77, 70178 Stuttgart 2017.

Alle Rechte vorbehalten.

Internetadresse: www.klett-sprachen.de

Autorin: Lourdes Miquel

Redaktion: Simone Roth

Tontechnik: custom music, Andreas Nesic, Stuttgart

Sprecher: Julio José Serrano Porras

Zeichnungen: Matthias Pflügner

Layoutkonzeption: Andreas Drabarek

Gestaltung und Satz: Satzkasten, Stuttgart

Umschlaggestaltung: Andreas Drabarek

Titelbild: Shutterstock (cynoclub) + Shutterstock (Wilm Ihlenfeld), New York

eISBN 978-3-12-909089-3

Índice

1. La felicidad. O casi

2. Tensión, mucha tensión

3. Sospechosos habituales

4. Secretos y mentiras

5. La verdad. Toda la verdad

6. Larga espera

7. El fin y el principio

Abreviaturas y símbolos

Anexo

Die Printausgabe des Titels ist mit einem Hörbuch ausgestattet, das über die App Klett Augmented abgerufen werden kann.

Die E-Book-Ausgabe des Titels enthält das Audiobuch eingebettet in den Content.

Las personas

La familia Egea:

Julián Egea, el padre

Alejandra Rius, la madre

Álvaro Egea Rius, el hijo mayor, de 17 años

Ana Egea Rius, la hija menor, de 15 años

Robin, estudiante alemán de intercambio en España

Daniel, el mejor amigo de Álvaro Egea

Claudia, la novia de Daniel

La inspectora Martín

Manuel Rojas, abogado de la familia Egea

1. La felicidad. O casi

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“Esto se parece a la felicidad –piensa Robin–. Un nuevo país, una nueva ciudad, nuevos amigos, una familia española muy simpática y, además, una casa con jardín en el mejor barrio de Barcelona… ¡Y en verano! Estoy bien, muy bien. Y estoy olvidando. Olvidando, por fin. Berlín está lejos y yo estoy empezando de nuevo. Y empezar así y con sol es más fácil, mucho más fácil”.

–¿En qué piensas, Robin? –le pregunta Claudia mientras se sienta a su lado en el sofá.

–En la felicidad.

Uauuu. Eso es muy serio.

–Lo es, lo es, –dice, riéndose, Robin.

–¿Y te sientes feliz?

–Bueno, estos días aquí en Barcelona y con vosotros, sí. Estoy muy, muy contento.

–Qué bien, tío. Me alegro un montón–.

Álvaro y Daniel entran en el estudio donde están Robin y Claudia.

–¿De qué te alegras, Claudia? –le pregunta Daniel.

–Robin dice que está muy contento aquí. Feliz.

–Genial –dice Daniel–. Mola.

–Mola mucho –dice Álvaro–.

“La felicidad –piensa Álvaro–. Esa rara y desconocida palabra”.

–Pero mola más un baño en la piscina, ¿no? –dice.

Jóvenes, despreocupados, casi felices, se echan de cabeza al agua de la piscina y nadan y ríen mientras los tres perros de la casa dan vueltas alrededor.

–¡Esto es vida! –dice Claudia.

–Sí –dice Daniel – ¡Esto es vida! –y le da un beso de película. Están enamorados, muy enamorados.

Delante del estudio pasa un equipo de jardineros que se van a trabajar al otro lado del gran jardín, en la parte de detrás de la casa. Un rato después Ana, la hermana de Álvaro, dos años menor que él, llega a la piscina a bañarse un rato.

Robin se alegra muchísimo, pero no dice nada. Es su pequeño secreto.

–¿Sabéis qué, tíos? –dice Ana.

–¿Qué?

–¿Esta noche es luna llena? Y en la tele han dicho que es una luna especial, que solo podemos ver cada 70 años. Y, además, habrá un eclipse.

–Sí. Será bonito verlo.

–No, Claudia, no será bonito, nada bonito –dice Ana muy seria.

–¿No? ¿Por qué?

–Han dicho –explica Ana –que pueden pasar cosas terribles.

–No digas chorradas, Ana –dice Álvaro.

–¿Chorradas? Estamos hablando de la luna. ¡De la luna! Influye en el mar, en el cuerpo, ¡en todo! –dice Ana.

–Yo es que soy muy racional, Ana –dice Daniel –y no creo en nada de eso. Ni en la influencia de la luna ni en el zodiaco ni en nada.

–¿Queeeé? ¿Tú no crees en los signos del zodiaco?

–No, en absoluto.

–Bueno, dice Robin– yo tampoco creo.

–¿En serio? –dice Ana, escandalizada–.

–A ver, Ana –le dice Álvaro-. Un ejemplo: tú has dicho muchas veces que papá y mamá son de signos incompatibles, ¿no? Pues ya llevan casi 20 años juntos.

–Bueno, bueno… Ya veremos en el futuro. Ya veremos. La vida es muy larga – dice Ana–. Por cierto, Robin, ¿tú de qué signo eres?

–Cáncer.

–Mmmm. Un signo difícil, complicado, lunático, muy lunático … –dice, muy pensativa, Ana.

–¿Y tú? – a Robin le da vergüenza hablar de eso, pero le interesa saber cosas de Ana.

–Virgo.

Robin no se atreve a preguntar si son signos compatibles o incompatibles.

–Me voy a mi habitación a estudiar –dice Ana de repente.

Cuando Ana se va, Robin pregunta:

–¿Se ha enfadado?

–Siempre se enfada –dice Álvaro–. Ya se le pasará.

La tarde pasa tranquilamente entre risas, conversaciones, y carreras en la piscina.

–¿Volvemos al estudio? –dice Álvaro cerca de las ocho.

El estudio es un gran loft junto a la piscina, con inmensas ventanas que dan al jardín. Hay sofás, ordenadores, un gran televisor, películas, muchos libros y música, mucha música. Y una nevera para las bebidas.

–¡Qué bien vivís en este país! –dice Robin cogiendo otra lata.

–Un momento, Robin, un momento… –le dice Daniel–. No todos los españoles vivimos así, ¿eh? Tío, que estás en Pedralbes, el barrio más pijo de Barcelona, y en casa de una de las familias más ricas de esta ciudad.

–Bueno, bueno, no exageres –le dice Álvaro a Daniel.

–Álvaro, tío, es la verdad. Que Robin es extranjero y va a pensar que esto es lo normal…

–Vale, vale…

A Álvaro no le gusta hablar de lo rica que es su familia. Le da un poco de vergüenza, sobre todo delante de Daniel.

–Un día te llevo a mi casa para que veas cómo vive la mayoría de la gente de este país –le dice Daniel a Robin.

–Porque, una cosa: ¿vosotros dos de qué os conocéis? – le pregunta Robin

–De jugar a fútbol. Teníamos cuatro años y jugábamos los dos en el mismo equipo. Y desde entonces somos súper amigos.

– ¡Qué guay!

Mientras Álvaro busca una canción y la pone: “Felicità”, se oye.

–Dedicada a Robin –dice Álvaro

–¡Oh, nooooo, Álvaro! ¡Esa canción noooo, plis! Es horrible –dice Claudia.

–Sí, tío, horrible y hortera. Busca otra, porfa.

Álvaro se ríe y pone “Es gratis”, que también habla de la felicidad, de la felicidad de las pequeñas cosas de la vida.

–Chicos, voy un momento al baño. ¿Queréis algo más? –les pregunta Daniel.