EL CANCIONERO DE LA CORTE DE CARLOS V Y SU AUTOR, LUIS DE Á VILA Y ZÚÑIGA
MEDIEVALIA HISPANICA
Fundador y director Maxim Kerkhof
Vol. 24
Consejo editorial
Vicenç Beltran (“La Sapienza” Università di Roma); Hugo Bizzarri (Université de Fribourg); Patrizia Botta (“La Sapienza” Università di Roma); Antonio Cortijo Ocaña (University of California, Santa Barbara); María Teresa Echenique Elizondo (Universidad de Valencia); Michael Gerli (University of Virginia); Ángel Gómez Moreno (Universidad Complutense, Madrid); Georges Martin (Université Paris-Sorbonne); Regula Rohland de Langbehn (Universidad de Buenos Aires) y Julian Weiss (King’s College, London)
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Impreso en España
ÍNDICE
Introducción
Descripción del códice
Contexto histórico y fecha
Don Luis de Ávila y Zúñiga, “testigo de mis pensamientos” de Carlos V
Lista de textos
La compilación del códice
Los textos más notables del cancionero
Género poético y métrica
Lista de poetas cuyas obras aparecen en este cancionero
Bibliografía citada
Criterios editoriales
Siglas y abreviaturas
Cancionero de la corte de Carlos V
INTRODUCCIÓN
En la España del siglo XVI la publicación y diseminación de numerosas antologías de poesías en metros tradicionales atestiguan de su enorme y duradera popularidad. Además del Cancionero general, publicado por primera vez en 1511 y reeditado en varias ocasiones con nuevos textos hasta 1573, aparecieron varias silvas y cancioneros de romances, culminando en 1600 con el Romancero general. Esto es sin contar los miles de pliegos sueltos poéticos que fueron editados en esta época, que también alcanzaron una gran difusión. El interés en versos tradicionales no solo se manifiesta en el éxito de estos compendios famosos, sino también en la creación de compilaciones poéticas de carácter personal, coleccionadas y copiadas por personas aficionadas a la lectura de versos. Por su naturaleza particular estos pequeños cancioneros habrían tenido una circulación mínima, probablemente limitada a los amigos o familiares de su creador, y como consecuencia la mayoría de ellos han desaparecido. Pero de vez en cuando se puede encontrar una compilación de este tipo en alguna biblioteca pública o privada, y el hallazgo da ocasión a conocer los gustos literarios de un lector y coleccionista de versos en el siglo XVI. El Ms. 5602 de la Biblioteca Nacional de España es un códice con estas características. Esta colección, que hemos titulado el Cancionero de la corte de Carlos V, evoca el entorno de las cortes del emperador y de su hija María, reina de Bohemia, a mediados del siglo. Se trata de un compendio de dos tipos de obras: textos muy conocidos y diseminados en ese momento, y textos que aparecen exclusivamente en este manuscrito. Estos últimos llaman la atención no solo porque son unica, sino por sus méritos artísticos y la información que aportan sobre algunos acontecimientos históricos de la época y sobre los cortesanos que sirvieron en estas casas.
En las páginas que siguen se ofrece un estudio de este códice y sus contenidos, con una edición crítica de sus cincuenta obras en verso y prosa. Un análisis de las obras y su contexto histórico-social nos ha llevado a la conclusión de que su autor fue Luis de Ávila y Zúñiga, fiel amigo de toda la vida de Carlos V, comendador de Alcántara, marqués de Mirabel, y autor del célebre Comentario de la guerra de Alemania. Algunos de los textos que coleccionó y copió son de gran importancia literaria por ser testigos únicos o por las variantes significantes de obras conocidas que ofrecen, todo lo que sugiere que Ávila tenía en su posesión testigos tempranos o desaparecidos. Los textos más destacados por estas razones son:
• el único testigo de los versos que Garci Sánchez de Badajoz escribió a la reina Isabel sobre la muerte de su hijo, Juan de Castilla;
• un villancico desconocido del mismo poeta;
• dos versiones de una poesía de Hernando de Acuña, una de las que es inédita y que parece ser una versión temprana o borrador;
• una serie de motes no documentados, compuestos por los cortesanos que viajaron a Innsbruck con los reyes de Bohemia a finales de 1551;
• un romance del ciclo cidiano que los investigadores han considerado perdido;
• variantes importantes de los romances del maestre de Calatrava, de Cipión, y de la conquista de Álora;
• un romance inédito sobre Carlos V y la batalla de Mühlberg;
• un credo glosado, también inédito, sobre el mismo tema;
• una glosa burlesca de un romance del ciclo del conde Claros, no documentada;
• un contrafactum desconocido del romance “Mis arreos son las armas” y de la canción popular “A las armas, Moriscote”;
• dos glosas inéditas de villancicos famosos;
• una carta inédita que Enrique II de Francia envió a los príncipes protestantes en febrero de 1551;
• una serie de anécdotas escritas en cifras que figuran entre los textos más interesantes e importantes del códice, a través de los que vemos a los cortesanos amigos de Luis de Ávila, e incluso al mismo emperador, viviendo su día a día, gastando bromas, contando chistes. Estos y otros textos que recuentan episodios no documentados de las cortes españolas en Alemania son verdaderas microhistorias que nos dan la oportunidad de conocer a estos personajes en su entorno íntimo, y de saber de incidentes que los cronistas no recogieron. Quizás la característica más destacada del Cancionero de la corte de Carlos V es la presencia humana: la inmediatez de estas pequeñas narrativas tiene la capacidad de reanimar a Ávila, a sus amigos, y su entorno social.
DESCRIPCIÓN DEL CÓDICE
En el Inventario General de Manuscritos de la Biblioteca Nacional hay una descripción bastante breve del Ms. 5602 que, además de su tamaño, el número de folios y una fecha de composición que abarca dos siglos (XVI-XVII), solo nos da una idea muy general de sus contenidos. Divide estos contenidos en seis secciones (que no responden muy bien a la realidad de sus textos), menciona únicamente algunos de los poetas cuyas obras se incluyen, y da el título de un solo poema y de dos textos en prosa.1 Sin embargo, existe una relación más completa del manuscrito y sus obras en el Catálogo de manuscritos de la Biblioteca Nacional con poesía en castellano de los siglos XVI y XVII, que establece una lista de todos los textos con sus títulos (si los hay), los primeros versos y sus características formales.2 La primera mención del códice parece ser la de Agustín Durán, quien lo utilizó como punto de referencia para algunos de los textos recogidos en su Romancero general.3 Otras noticias sobre el Ms. 5602 son escasas hasta 1985, cuando José Manuel Blecua publicó una descripción general del manuscrito y una lista de sus obras. Blecua también edita algunas de las obras poéticas que considera únicas, y toma nota de otros testigos en los que aparecen varias de sus composiciones. Más recientemente los editores de la Bibliografía Índice de Poesía Aúrea (BIPA) de Philbiblon registraron los contenidos del códice,4 y algunos investigadores los han usado como fuente de variantes en sus ediciones de varios cancioneros del siglo XVI o XVII. Hasta ahora no ha habido una edición crítica con un estudio pormenorizado de esta compilación de textos; esta omisión será por las varias dificultades que presenta el códice, como más adelante veremos.
El Ms. 5602 mide 230 x 170 mm y consiste en sesenta y nueve folios de holandesa. Hay manchas de humedad en varios folios, pero en ningún caso obstaculizan la lectura de los textos. Las tapas del códice son de cartón cubierto de cuero; no hay nada escrito en las cubiertas. Dentro de la tapa el siglum original “P supl-159” fue tachado y el siglum actual está escrito por debajo de él. La encuadernación está descosida en algunos puntos, pero ningún folio ha quedado suelto del todo. El folio 25 es el que ha sufrido más; está conectado a la encuadernación solo en la parte inferior y tiene también tres roturas que han sido reparadas con papel más moderno. Hay tres hojas de guarda que preceden los textos: en la parte superior de la primera está estampado el sello moderno de la Biblioteca Nacional, y las otras guardas están en blanco.
La numeración que aparece en la parte superior de los folios recto es moderna. La mayoría de los textos poéticos fueron copiados a dos columnas (con dos excepciones) con tinta de color sepia, por una sola mano del siglo XVI. Se trata de una letra humanística muy clara, aunque se nota de vez en cuando el cansancio o la prisa del copista. Además de los cincuenta textos originales del códice que probablemente fueron compuestos entre 1548 y 1554, existen algunas anotaciones completamente ajenas y añadidas mucho tiempo después. Por ejemplo, alguien se aprovechó de los espacios que el copista dejó en blanco al final de varios textos para ensayar su firma: “de la mano y pluma de Martín López vecino y morador del lugar de Caramanchel año de 1628. María, tú me guía la mano…” (26v, con algo similar en 51r y 53r). Otro pendolista firmó su nombre varias veces en diferentes folios: “de la mano y pluma de Alonso Gonzalez” (28v, 30r, 35r). Solo una de las adiciones está relacionada con una de las obras del códice. Se trata de una larga composición (53v-61r) que describe las normas de la “Cofradía de Grillimón” cuyos miembros sufren del mal francés.5 Al final del texto se ha apuntado alguna información sobre el costo del medicamento para curar la enfermedad, con fecha de 1649.
Una de las características más destacadas del Ms. 5602 son los varios textos escritos en cifras que se encuentran en los folios 1r-9v, 15r-16r y 18v. Estos son una serie de anécdotas o cuentecillos en prosa que se refieren a diferentes incidentes que ocurrieron en la corte de Carlos V o de su hija María, reina de Bohemia. Otros describen las leyes que gobiernan los varios tipos de herencias (mayorazgos, haciendas, dotes) en Austria. En cifras también se recopilan varios chistes, adivinanzas, y juegos de palabras, además de ocho proverbios italianos.
La mayoría de los textos del cancionero están compuestos en castellano, con la excepción de tres obras en italiano: los proverbios arriba mencionados; una estrofa del Orlando Furioso de Ariosto; y las primeras quince estrofas del Canto XXIV de la misma obra.
1 10, p. 422.
2 4, pp. 2170-2173.
3 No se sabe cuándo entró el Ms. 5602 en la Biblioteca Nacional de España, pero el hecho de que Durán lo usara para la compilación de su romancero parece indicar que ya estaba allí en la primera mitad del siglo XIX.
4 De momento, José Labrador Herraiz y Ralph DiFranco, los creadores de BIPA, lo tienen retirado de Philbiblon.
5 Véanse las páginas 82-85.
CONTEXTO HISTÓRICO Y FECHA
Uno de los rasgos más distintivos del Cancionero de la corte de Carlos V son las muchas referencias históricas explícitas e implícitas que aparecen a lo largo del códice. A través de estas alusiones en sus textos a lugares, personas, sucesos y fechas, se puede colegir que su contexto histórico y social son las cortes de Carlos V y de su hija María, reina de Bohemia, en Alemania, aproximadamente entre los años 1550 y 1554. Las referencias contextuales en este cancionero son de gran importancia: en algunas de las anécdotas en prosa que salpican el manuscrito hay información sobre acontecimientos no recogidos por los historiadores. Estos son detalles sobre algunos episodios que al parecer son insignificantes, pero, sin embargo, contribuyen a nuestro conocimiento de algunas cuestiones de la época —la fuga de un galeote, el secuestro de una española por los turcos, los dotes en Austria— o nos dejan presenciar momentos del día a día de los cortesanos —una dama cantando en italiano, una broma gastada a un caballero principal, una cerveza compartida con el emperador—. De esta manera el cancionero tiene como fondo contextual las citadas cortes españolas en Alemania tan documentadas en las historias viejas y modernas, pero contienen a la vez una microhistoria no documentada de la vida de las personas que vivían y trabajaban en ellas. Por eso este cancionero se debe considerar un testimonio valioso que no solo recoge poesías y textos en prosa únicos, sino también nos da entrada al mundo desaparecido de la vida cortesana en ese lugar y en ese momento.
Este códice de textos es a la vez una compilación personal. Se nota que el individuo que los coleccionó también vivió los momentos que describe en los cuentecillos, en los que se incluye a sí mismo con autorreferencias y el uso del yo. Se nota en el tono afectuoso de esos pequeños textos que los cortesanos que los protagonizan son sus amigos íntimos. A través de un estudio del contenido de las anécdotas, de los sitios y episodios recontados en ellas y en otros textos en prosa y verso del códice, se percibe la constante presencia de Luis de Ávila y Zúñiga, amigo de Carlos V de toda la vida hasta su final, comendador de Alcántara y marqués de Mirabel. Está presente en los lugares e incidentes que forman el contexto social e histórico de esta colección, como pronto veremos.
Los cortesanos mencionados en los textos de este códice fueron los caballeros y las damas de la corte de la reina María de Bohemia (luego también reina de Hungría y finalmente emperatriz del Sacro Imperio Romano). La mayor de las hijas de Carlos V, María de Austria y Portugal nació en 1528 y tenía solo once años cuando murió su madre, la emperatriz Isabel de Portugal. A partir de ese momento fue criada con su hermana Juana de Austria en la Casa de las Infantas, establecida en Arévalo, donde fueron atendidas por los cortesanos que habían servido a la emperatriz. En 1548 María se casó con su primo, Maximiliano de Austria, hijo del hermano del emperador, Fernando, rey de Romanos.1 En las negociaciones matrimoniales Carlos V puso como estipulación que la pareja llevara el título de reyes de Bohemia, el territorio más rico del Sacro Imperio Romano; claramente tenía intenciones dinásticas para su hija.2 El emperador ya le había llamado a Alemania a su hijo Felipe, regente de España y su próximo rey, para que conociera sus futuras responsabilidades; por eso nombró a su hija y a su sobrino regentes de España hasta el futuro regreso de Felipe. Maximiliano salió de la corte imperial y viajó a Valladolid acompañado por los caballeros de su servicio, llegando a mediados de septiembre de 1548. Allí se celebró la boda con María, momento que marcó el principio de la regencia.3 En Valladolid el matrimonio estableció una corte a la borgoñona, con frecuentes y opulentos torneos, justas, saraos y caza, la mayor afición de Maximiliano. Este tenía también grandes ambiciones de ejercer el poder, pero fueron frustradas porque, desde lejos, Carlos V mantenía control del gobierno español y les daba a los regentes instrucciones específicas sobre su administración. El disgusto del rey de Bohemia con esta situación llegó a un punto culminante cuando en 1550 Carlos V convocó en Augsburgo una reunión familiar para tratar el asunto de la sucesión del título imperial: Maximiliano, que tenía sus propias aspiraciones al trono, no quedó muy satisfecho con el deseo del emperador de pasarle la sucesión a su hijo Felipe. Maximiliano no estuvo presente en las primeras negociaciones que empezaron en ese año, pero el rey Fernando le convenció a Carlos V que le permitiera salir de España para asistir a las reuniones. Tras fuertes discusiones y negociaciones, los términos del acuerdo final fueron que Fernando siguiera a su hermano como emperador, seguido por el príncipe Felipe y después por Maximiliano. Disgustado con esta resolución porque pensaba que nunca llegaría a liderar el imperio, el rey de Bohemia regresó a España en julio de 1551. Sin embargo, su retorno no fue para retomar la regencia del país, como su suegro le había demandado: su única intención fue volver para buscar a doña María y sus hijos y llevarles a su tierra para vivir allí permanentemente.
Las frustraciones políticas y dinásticas de Maximiliano fueron un solo aspecto de su deseo de volver a Alemania; otro aliciente importante fue la nostalgia que sentía por su patria. En Valladolid vivieron muy bien los reyes de Bohemia, al estilo borgoñón, en una corte que acogió a la nobleza española y alemana. Esta opulencia requería enormes gastos que superaron las posibilidades económicas de Maximiliano. Pero a pesar de la ostentación de su vida en España, echaba de menos la montería con sus compañeros y parientes y los vinos alemanes, que importó a Valladolid. Si Maximiliano no se sentía del todo cómodo en España, la reina María tardó en adaptarse a la lengua y las costumbres de su nueva casa en tierras imperiales. Durante mucho tiempo prefirió la compañía de los españoles de su séquito para hablar con ellos en su idioma nativo, que usaba también con sus hijos. Con el tiempo la reina María consiguió implantar en su nueva corte el gusto por lo español: llegó a ser muy prestigioso vestirse a la española, leer libros en castellano, y comprar arte creado por españoles. Las damas españolas de la alta aristocracia que habían llegado con la reina para seguir sirviéndole fueron importantes en el establecimiento de esta influencia. La reina María mantenía una política de concertar los matrimonios de las damas de su casa, tanto las que se quedaron en España como las que se fueron con ella a nuevas tierras.4
El viaje de regreso a Austria de los reyes de Bohemia fue largo y arduo. A finales de julio salieron de Valladolid para embarcar meses después a Génova, desde donde siguieron su camino primero a Innsbruck, donde estaba instalado Carlos V, para acabar finalmente en la corte imperial en Viena. Antes de alcanzar la costa para embarcar a Italia, los viajeros recibieron noticias del peligro de los turcos en el Mediterráneo occidental, por lo que se tuvieron que quedar en el puerto de Rosas hasta principios de noviembre. Una vez arribados a Génova se dirigieron a Milán, donde llegaron en los primeros días de diciembre, y dos semanas más tarde alcanzaron Bolzano. Finalmente, a principios de 1552, después de cinco meses difíciles, llegaron a Innsbruck. Carlos V estaba allí esperándoles; había seguido de cerca la evolución de su viaje a través de cartas enviadas con varios mensajeros.
Maximiliano y María hicieron el largo trayecto acompañados por damas y caballeros españoles y flamencos de su casa y de la casa del emperador. A pesar de las dificultades del camino y la larga demora en Rosas, la vida cortesana continuaba en alguna medida, con sus formalidades y sus momentos de ocio. Por ejemplo, en una de las ocasiones de descanso este grupo aristocrático se divirtió escribiéndose poesías. Producto de este pasatiempo es una obra inédita del Cancionero de la corte de Carlos V que se titula “Los motes que se hezieron a las damas de la Reyna de Bohemia quando vino d’España en Ynspruch” (16v-17v). Es un juego poético iniciado por los caballeros del emperador que empieza con un reto a las damas: “Señoras. Desseamos saber como han passado vuestras mercedes caminos tan travajosos porque travajos ya sabemos como se passan. Vuestras mercedes miren qual ha sido el mayor que han tenido y asi sabrán qual será el mayor que tenemos”. Aparte de los méritos que tienen estos versos como testigo de la pervivencia de un juego cortesano del siglo XV, tienen importancia como documento histórico de la presencia de dieciocho cortesanos que hicieron el viaje con los reyes de Bohemia, presencia que generalmente escapó la mención de los historiadores.5
Además de los cortesanos nombrados en los motes, en las otras obras de este cancionero vemos la presencia de muchas otras personas de las dos cortes; algunos son autores de poesías y otros, participantes en los episodios que Luis de Ávila recuenta en las anécdotas en cifras. En total se nombran a treinta y seis cortesanos en este códice. Un breve resumen de las vidas de estas personas contribuye a entender mejor el entorno de las cortes de Carlos V y de su hija María.
En la casa de la reina María sirvieron varios miembros de la familia Lasso de Castilla, descendientes del rey Pedro I por vía ilegítima. Francisco Lasso de Castilla, señor de Villamanrique y comendador en la Orden de Santiago, nació en Madrid pero desde su niñez sirvió a los Austrias. Entró como paje en la casa de la emperatriz Isabel, luego sirvió de caballerizo mayor del rey Maximiliano, después fue mayordomo mayor de la reina María en su época de emperatriz. Más tarde acompañó a la hija de los dos, Ana de Austria, cuando entró en Madrid para casarse con el príncipe Felipe, llegando a ser su mayordomo mayor.6 Fue uno de los caballeros que Maximiliano llevó a Valladolid en 1548, y quien regresó a Austria con él tres años más tarde.7
La esposa de don Francisco fue su sobrina Catalina Lasso de Castilla, hija de su hermana Teresa Lasso y el comendador Fernán Ramírez. Como mujer de un cortesano valioso se le concedía a Catalina también cargos de importancia. Es mencionada como una de las damas encargadas de la corte femenina que acompañó a María a Augsburgo en 1556. Más tarde, en la época de Felipe II, la vemos ocupando un puesto vital en la entrada en Madrid de la cuarta esposa del rey, Ana de Austria, entre los Grandes del reino, ricamente ataviada con joyas. Fue también aya de los hijos del rey Felipe.8
El hermano de Francisco Lasso, Pedro Lasso de Castilla, tuvo un trayecto profesional similar. Empezó su carrera en la corte de Fernando, rey de Romanos, como caballerizo mayor antes de pasar a la casa de Maximiliano en el mismo puesto. Como Francisco, viajó a Valladolid en 1548 y regresó a Alemania con los reyes de Bohemia en 1551. Entre 1550 y 1551 sirvió de mayordomo mayor de Maximiliano. Don Pedro se casó con Polyxena Ungad, una de los autores de los motes, cuyo padre fue gobernador de la provincia de Estiria. La hija del matrimonio, Ana María Lasso de Castilla, fue la madrina de Isabel, la hija de Maximiliano y María que nació en 1554; su mote está también en esta serie. Su hijo Pedro Lasso y Ungad sirvió como mayordomo de la reina Ana de Austria, mujer de Felipe II.9 Otro hijo suyo, Diego, también estuvo al servicio de esta casa; en una de las anécdotas se le llama “Diaguito” (15r).
Otra de los autores de los motes es Margarita de Cardona, que alcanzó un puesto de gran importancia en la casa de la reina de Bohemia. Hija de Antonio de Cardona, barón de Sant Boi de Llobregat, nació hacia 1535 en Cerdeña mientras su padre ejercía de virrey allí.10 Cuando esta familia de alta alcurnia regresó a España, Margarita entró en el servicio de María de Austria antes de su matrimonio con Maximiliano, empezando su carrera como dama de honor. En 1551 cuando María y Maximiliano terminaron su servicio como regentes de España, la familia Cardona les siguió a Austria, donde se instalaron como miembros permanentes de su casa. La madre de Margarita llegó a ser la camarera mayor de la reina María y permaneció en este puesto hasta su muerte en 1577. Cuatro años después de llegar a Viena la reina María solicitó la ayuda econó-mica de su padre, el emperador, para casar a algunas damas de su corte, siendo Margarita Cardona una de ellas. El matrimonio concertado para ella fue muy afortunado, ya que su prometido era Adán Dietrichstein, mayordomo mayor de Maximiliano y miembro de una de las familias más ricas y eminentes del imperio, servidores de los Habsburgos desde hacía mucho tiempo. Dietrichstein había acompañado a Maximiliano a España en 1548 y por eso habría conocido a Margarita unos siete años antes de casarse con ella. Juntos llegaron a ser uno de los matrimonios más influyentes de esta corte, tanto en los círculos políticos como en los culturales. Su posición favorecida continuó cuando Felipe II subió al trono; de hecho, el matrimonio Dietrichstein residió en su corte en Madrid entre 1564 y 1573, donde siguieron prosperando no solo ellos, sino también sus tres hijas, sirviendo a la familia real como damas de honor. Volvieron después a Viena, pero al morir Adán Dietrichstein en 1595 Margarita Cardona decidió volver a Madrid para pasar el resto de sus días en el convento de las Descalzas Reales, donde María de Austria, ahora emperatriz viuda del imperio, residía desde 1585 como Sor Margarita de la Cruz.
María Maximiliana Manrique de Lara fue una de las cortesanas que viajaron con la reina María a Austria en 1551.11 Su nombre aparece dos veces en el Cancionero de la corte de Carlos V: en una anécdota escrita en cifras la vemos cantando en italiano a don Francisco Lasso de Castilla; es también autora de unos de los motes. Hija menor del gobernador imperial de Piacenza García Manrique de Lara y Mendoza (hermano de Diego Hurtado de Mendoza), doña María nació hacia 1538. Era adolescente cuando se incorporó al séquito español de la entonces María de Austria, llegando a ser su dama de honor y una de sus amigas más íntimas. Cuando tenía diecisiete años la reina la casó con Vratislao de Pernestán, uno de los cortesanos predilectos de Maximiliano y miembro de una de las familias más ricas de Bohemia. Es uno de los mejores ejemplos de los matrimonios entre españolas nobles y caballeros aristocráticos centroeuropeos que la reina de Bohemia arregló para sus damas. Según Marek, con el tiempo María Manrique llegó a ser una de las personas más influyentes de esta corte, sirviendo de intermedio entre la reina y las señoras de alta estirpe de la corte imperial, entre las que la dama de honor estaba especialmente apreciada.12 De hecho, cuando la reina María regresó a España en 1581 después de la muerte de Maximiliano, María Manrique se quedó en el reino de Bohemia, donde fue reconocida por los nobles y por los embajadores extranjeros como la mujer más importante de la corte imperial. Un testimonio de su singularidad en este mundo es el retrato de ella que Alonso Sánchez Coelho pintó. Mujer ilustre de gran cultura, doña María tenía a su disposición una biblioteca particular de libros españoles que había llevado a su nuevo hogar.13 Al morir viuda en 1608, la señora de Pernestán dejó a tres hijas bien casadas y colocadas en familias importantes en la corte praguense.
Leonor de Noroña, una joven portuguesa que acompañó a la reina a Austria, se casó en 1567 con Alonso Borja y Castro, último hijo del futuro santo Francisco, quien fue el mayordomo de la reina María.14 El caballero flamenco Floris de Montmorency es nombrado en los motes con el título de una de sus señorías, Hubremont. Entre 1547 y 1548 sirvió de gentilhombre de la boca en la corte borgoñesa, y en 1548 acompañó a Maximiliano a Valladolid para su boda con María, ejerciendo de gentilhombre de la cámara desde ese momento hasta 1556. Fue uno de los caballeros elegidos por Carlos V para acompañarle al Monasterio de Yuste después de su abdicación. Después de la muerte del emperador Hubremont pasó al servicio de Felipe II, quien le nombró caballero de la Orden del Toisón de Oro. Sin embargo, cayó en desgracia en el tiempo de los problemas en los Países Bajos, al identificarse más con los caballeros de esa tierra por ser uno de ellos. Por esta razón fue llamado a España, arrestado y luego ejecutado en secreto.15
Juan de Figueroa tuvo una larga e impresionante carrera en la corte de Carlos V, pasando después a la casa de Felipe II donde se quedó hasta su muerte en 1559. En 1548 el emperador le mandó desde Augsburgo a Valladolid para obtener nuevas de Maximiliano, que se encontraba enfermo de cuartanas después de su viaje. Se quedó en esa ciudad hasta el regreso a Austria del rey de Bohemia tres años más tarde. Hermano de Fernando Álvarez de Toledo, III conde de Oropesa, Figueroa fue caballero de la Orden de Santiago, virrey de Nápoles y gobernador de Milán, embajador en Roma ante el Concilio de Trento, y presidente del Consejo de Carlos V y de la Cámara de Castilla. Fue testigo del testamento del emperador y uno de los ejecutores del mismo.16
Hernando de la Cerda fue hijo del II duque de Medinaceli, Juan de la Cerda. Criado en la casa del emperador y su gentilhombre de boca, de la Cerda fue después elevado a gentilhombre de la cámara de Carlos V, comendador de la Orden de Calatrava y miembro de su consejo.17 Fue uno de los jóvenes españoles que acompañaron al príncipe Felipe en su viaje a los Países Bajos en 1548; Calvete de Estrella le nombra varias veces entre los caballeros que se destacaron en las fiestas celebradas en Binche al año siguiente. Junto a Juan de Figueroa, fue uno de los testigos y ejecutores del testamento del emperador.18
El caballero identificado como “Piamonte” en los motes es Luis de Saboya, sobrino de Carlos V y príncipe de Piamonte. Fue hijo de Carlos III de Saboya y Beatriz de Portugal, hermana de la emperatriz Isabel. Segundo hijo del matrimonio, fue destinado a la Iglesia hasta la muerte de su hermano mayor, y después fue criado en la corte imperial como heredero de la casa de Saboya. Como otros caballeros mencionados en este códice, estuvo presente en la llegada del príncipe Felipe a Flandes, donde algunos de los soldados de su ejército salieron a participar en los torneos organizados para celebrar el suceso. Participó en la guerra de Alemania como encargado del escuadrón de la casa y corte del emperador, y en 1553 Carlos V le nombró comandante del ejército imperial.19
Guiomar de Sá (Saa) fue hija de una dama de la reina de Portugal del mismo nombre y un caballero portugués natural de San Miguel (Azores). Con sus hermanas Isabel y Beatriz siguió a Isabel de Portugal cuando se casó con Carlos V y se incorporó a su casa como dama de honor. Doña Guiomar fue la esposa de Antonio de Melo, conde de Elda. Su hija, Isabel de Sá, fue dama de la corte de la reina de Bohemia, y esposa de Juan de Coloma, caballero también de su corte cuya biografía veremos más adelante.20 En una carta que la reina María le envió a su padre el 27 de abril de 1551 declara “la obligación que particularmente tengo a doña Isabel, por su tía y por lo que ella ha servido”, y le pide una ayuda económica para este matrimonio.21
Leonor de Guzmán fue otra dama de la corte de María de Bohemia, probablemente en el servicio de su hija Ana, quien la nombró su camarera. La vemos mencionada en un sitio de honor junto a Catalina Lasso de Castilla cuando la reina entró en Madrid.22
Gaspar de Quiñones fue hermano de Claudio de Quiñones, conde de Luna. Fue gentilhombre de la casa borgoñona del emperador desde 1543 hasta 1553, cuando fue nombrado gentilhombre de la boca. También estuvo presente en las celebraciones por la llegada del príncipe Felipe a Bruselas en 1548.23 En 1551 Carlos V le otorgó la encomienda de Mirabel en la Orden de Alcántara.24
Hernando de Vega, señor de Grajal, fue comendador de León y presidente de la Orden de Santiago, gentilhombre de la boca de la Casa de Borgoña y miembro del Consejo de Estado del emperador.25 Participó en los juegos de cañas en Gante en 1548, en honor al príncipe Felipe.26 A finales de noviembre de 1551 Carlos V le envió a reunirse con los reyes de Bohemia en el último mes de su viaje a Innsbruck, hecho que ayuda a poner fecha a la serie de motes escritas durante la última parte del trayecto.27
Pedro de Guzmán, hijo del poeta Garcilaso de la Vega, entró primero de paje en la casa de la emperatriz Isabel hasta la muerte de ella. Luego pasó en el mismo puesto a la casa del príncipe Felipe.28
El caballero identificado como Pedro de Toledo en los motes parece ser el que primero sirvió en la Casa de Borgoña del Carlos V como gentilhombre de la casa (1531-1545) y después como gentilhombre de la boca, hasta la muerte del emperador.29
La poesía satírica que Antonio de Soria le dirigió a Isabel de Borja, condesa de Lerma, causó una reacción fuerte entre los caballeros que se encontraban en Valladolid en 1552, fecha de la poesía que originó la respuesta de varios de ellos. Isabel de Borja y Castro fue hija de Francisco Borja, IV duque de Gandía y futuro santo, y Leonor de Castro de Melo y Meneses, miembro de una noble familia portuguesa. Este matrimonio servía en casa de la Infanta María de Austria en la época del nacimiento de Isabel, por lo que fue criada en ese ambiente. Fue ahijada de Carlos V y la emperatriz Isabel, y fue nombrada en honor a su madrina.30 El nombre de Isabel de Borja figura en la lista de dueñas de acompañamiento de la reina Juana, madre de Carlos V, de quien recibió 40 000 reales de ración en la despensa desde 1552. Su marido, Francisco de Rojas, conde de Lerma (con quien se casó en 1548) cobraba 70 000 anuales desde el año de su matrimonio con ella.31 La condesa de Lerma murió inesperadamente en 1566, en el palacio de Valladolid.
Los caballeros que contestaron a los versos satíricos de Antonio de Soria son personajes importantes de las cortes de los Reyes de Bohemia, de Carlos V, y del príncipe y luego rey Felipe II. Uno de ellos es Juan Coloma y Cardona, militar y escritor de una familia de alta alcurnia, y primer conde de Elda. En 1551, antes de volver a tierras alemanas del imperio, la reina María concertó su matrimonio con una de sus damas, Isabel de Sá, mencionada arriba. La pareja se quedó en Valladolid hasta 1557, cuando se marcharon al reino de Valencia para quedarse con las posesiones del fallecido padre de Juan.32 Poeta conocido y muy apreciado cuyas obras aparecen en el Cancionero general y otras colecciones de la época, Coloma fue elogiado por Luis Zapata en su Carlo famoso y en la Galatea de Miguel de Cervantes. Murió en Elda el mismo año en que fue elevado de barón a conde del lugar.
Otro caballero presente en Valladolid en 1552 es Bernardino de Ayala. Entró en el servicio real como paje en la casa de la emperatriz Isabel, y luego pasó a la del príncipe Felipe.33 Fue uno de los caballeros del séquito del futuro rey cuando salió de España en 1548, embarcando en la galera que le llevó primero a Barcelona. En su Carlo famoso Zapata elogia los dotes poéticos de Ayala, aunque no nos han llegado otros versos que los que redactó contra Antonio de Soria. Zapata escribió de él: “y nos dio al escriptor mas soberano / de Lyricos, qu’es hoy don Bernardino / de Ayala”. Zapata también informa al lector de unos versos de Ayala que “cantan al son de la vihuela”. Más tarde es mencionado en una carta de 1568 que la reina María le escribió al duque de Alba, cuando “don Bernardino […] hijo de Ruy Gomes de Ayala, que murió en servicio de su Magestad” buscaba entrar en la casa del Gran Duque. Había servido a Maximiliano y a Felipe II.34
Luis Zapata fue hijo del comendador Francisco Zapata de Chaves, quien había servido al emperador en las guerras de las Comunidades. A los nueve años ya servía como paje en la corte de la emperatriz Isabel. Cuando Isabel murió Carlos V formó una casa para su heredero Felipe, y Zapata pasó a ella en el mismo puesto de paje al lado de Bernardino de Ayala. Con solo trece años el emperador le concedió la Orden de Santiago. Cuando en 1548 Felipe fue mandado por su padre a los Países Bajos, Zapata le acompañó y se quedó allí hasta el regreso del príncipe en 1551. La estrofa que contribuyó a la serie de versos contra Antonio de Soria puede ser, según Juan Menéndez Pidal, su primera obra poética conocida.35 Sería en esta época también cuando empezó a componer su obra más importante, el Carlo famoso: en su dedicatoria a Felipe II, escrita en 1565, Zapata dice haber tardado trece años en su composición. Cuando se casó en 1556 dejó definitivamente el servicio real y volvió a Extremadura, donde había nacido. Después de unos tumbos que le llevaron a Portugal, Talavera de la Reina, y Mérida (donde sirvió de regidor), Luis Zapata murió en Valladolid a los sesenta y nueve años.
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