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Guía completa de materiales y técnicas

Dirección editorial

Ma Fernanda Canal

Ayudante de edición y archivo iconográfico

Ma Carmen Ramos

Textos y coordinación

David Sanmiguel

Realización de los ejercicios

Josep Asunción, Vicenç Ballestar, Ricardo Bellido, Marta Bermejo, Almudena Carreño, Mercedes Gaspar, Gemma Guasch, Gabriel Martín, Esther Olivé de Puig, Óscar Sanchís, David Sanmiguel, Josep Torres, Yvan Mas.

Diseño gráfico

Toni Inglès

Fotografía

Estudio Nos & Soto,

Archivo Parramón

Maquetación

Estudi Toni Inglès

Preimpresión

Pacmer, S.A.

Segunda edición

© 2014, ParramónPaidotribo

www.parramon.com

E-mail: parramon@paidotribo.com

ISBN: 978-84-342-2781-1

ISBN EPUB: 978-84-342-1511-5

Derechos exclusivos de edición para todo el mundo

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Sumario

MATERIALES

Aplicadores

Lápices, minas y barras

El lápiz de grafito

La dureza del grafito

Barras y minas de grafito

Lápices de colores

Surtidos y variedades especiales

Lápices pastel

Lápices y barras de sanguina

Lápices y barras de creta

El carboncillo

Carbón aglutinado

Barras de pastel

Surtidos y gamas de pasteles

Pasteles grasos

Portaminas

Tintas

Plumas

Estilográficas, bolígrafos y estilógrafos

Rotuladores

Pinceles

Pinceles

Pinceles para pintar a la acuarela

Pinceles para pintar al óleo

Otros tipos de pinceles

Espátulas

Espátulas

Pinturas

Pigmentos

Pigmentos

Colores azules y violetas

Colores verdes

Colores rojos

Escarlatas y púrpuras: los magentas

Colores amarillos

Colores tierra

Colores blancos, grises y negros

Colores al óleo

Colores al óleo

Presentación de los colores al óleo

Colores a la acuarela

Colores a la acuarela

Presentación de los colores a la acuarela

Colores al guache

Colores al guache

Colores acrílicos

Colores acrílicos

Tintas

Tintas

Disolventes, barnices y aditivos

Disolventes

Barnices

Aditivos acuosos

Aditivos grasos

Soportes

Papeles

El papel

Papeles de dibujo

Papeles para dibujo al pastel

Papeles para pintar a la acuarela

La calidad del papel de acuarela

Papeles artesanales y especiales

Tensado del papel

Lienzos

Lienzos

Bastidores y montaje de telas

Cartones y maderas

Cartones y maderas

Preparaciones

Preparaciones

Auxiliares

Utensilios

Caballetes

Paletas de pintura al óleo

Paletas para acuarela

Gomas de borrar

Otros utensilios auxiliares

Difuminadores

Esponjas y rodillos

Cargas

Cargas

Limpieza del material

Limpieza del material

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TÉCNICAS

Técnicas de dibujo

Línea y trazo

La pureza de la línea y el trazo

Trazos y manchas con cañas y rotuladores

Trazos quebrados con lápices pastel

Trazos y tramados con lápices pastel

Líneas y tramas con lápices de colores

Tramados

Sombreado con tramas simples

Tramados libres a lápiz

Tramas y realces con lápices y pasteles

Tramas con plumilla y tinta china

Tramas con rotuladores

Difuminados

Tramados y difuminados con lápices pastel

Difuminados con realces en blanco, negro y sepia

Difuminados con carboncillo y lápices

Valoración

Valoración con difumino

Valoración con goma de borrar

Valoración al pastel con trapo y goma

Degradados

Degradados con lápices de color acuarelables

Degradados con rotuladores

Degradados con lápices de colores

Degradados con tinta

Degradados con tinta y carbón

Técnicas de pintura

Manchado

Manchado al óleo

Manchado a la acuarela

Manchado al acrílico

Manchado al pastel

Degradados

Degradado a la acuarela

Degradado al óleo

Degradado al pastel

Veladuras

Veladuras al óleo

Veladuras a la acuarela

Veladuras a la acuarela y cera blanca

Veladuras con acuarela y guache

Veladuras al acrílico

Mezclas

Mezclas directas al óleo

Mezclas directas a la acuarela

La pincelada en la mezcla directa a la acuarela

Mezclas directas al acrílico

Mezclas directas al pastel

Empastes

Empastes al óleo

Empastes con espátula

Empastes al pastel

Empastes al acrílico

Empastes con ceras

Empastes con óleo en barras

Reservas

Reservas al óleo

Reservas a la acuarela

Reservas con cera, a la acuarela

Efectos

El óleo “acuarelado”

Mezcla de ceras con óleo

Lavados de color a la acuarela

Cargas minerales con acrílico

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Introducción

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La cantidad ingente de sustancias y utensilios que hoy están a disposición del artista supone un aumento exponencial en la lista de materiales que hace tan sólo diez o quince años se encontraban en las tiendas de Bellas Artes. Las razones son muy diversas: destaca la fusión de tradicionales marcas fabricantes en conglomerados multinacionales que ofrecen novedades continuamente; la apertura de los mercados locales a esos conglomerados o los avances de la moderna industria química que ha revolucionando la producción de aglutinantes y, con ella, la fabricación de pinturas. El resultado es que la oferta de productos de Bellas Artes se amplía y cambia todo el tiempo. Esto ofrece al artista la ventaja de poder encontrar productos mucho más ajustados a sus necesidades. Pero también tiene inconvenientes, por ejemplo, que los utensilios a los que se había acostumbrado desaparezcan de la noche a la mañana debido a las inflexibles exigencias de un mercado global.

Partiendo del principio general de que el artista siempre ha obtenido en todas las épocas lo que ha necesitado, esta obra pretende orientar al lector hacia sus necesidades en medio del aluvión de productos que llenan los estantes de los comercios especializados. Hoy más que nunca, el aficionado y el profesional necesitan una orientación fiable que les permita discernir las auténticas novedades de los productos ”disfrazados”. Una obra que les facilite la identificación de cada sustancia, nueva o tradicional, que pueda salirles al paso.

Todos los materiales de dibujo y pintura se explican en la primera mitad de este libro: desde los lápices y papeles de dibujo hasta los modernos colores acrílicos, pasando por los diferentes procedimientos pictóricos, los disolventes, los barnices y los múltiples aditivos disponibles. No sólo se trata de una relación completa, pues se acompaña de abundantes comentarios, consejos y sugerencias sobre el uso de cada utensilio y las posibilidades de elección, con las diversas consecuencias que de ello se derivan.

En la segunda mitad de la obra se dedica a las técnicas. Aquí, se muestran los resultados que proporcionan los utensilios relacionados en la parte primera. Se emplean sólo aquellos materiales que son realmente relevantes y que pueden dar una idea de la gama de productos que de ellos se deriva. Suman un total de 50 ejemplos que cubren un amplio campo temático y estilístico, para que el artista compruebe cómo se manejan y qué resultado ofrecen los materiales que encontró en las páginas anteriores.

Ésta es una obra accesible para el aficionado y para el profesional; una guía de consulta necesaria y útil para todo aquel que desee iniciarse o perfeccionarse en las Bellas Artes.

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materiales

 

El lápiz de grafito

Los lápices se fabricaron por vez primera a mediados del siglo XVI, en Keswick (Reino Unido), a raíz del descubrimiento del grafito en la localidad de Borrowdale. El lápiz primitivo era un pedazo de grafito envuelto en piel de oveja.

Al extenderse su uso por Europa se ensayaron distintas variantes hasta que los artistas italianos concibieron una funda de madera que mejoró su manejo. El grafito se cortaba en láminas y éstas, a su vez, en barras que se embutían en muescas largas practicadas en listoncitos de madera. La fabricación en serie de lápices no comenzó hasta mediados del siglo XVIII, en los albores de la revolución industrial. Por entonces, Cumberland en Inglaterra y Nuremberg en Alemania se convirtieron en los dos grandes centros de manufacturación de lápices. El descubrimiento de yacimientos de grafito de gran pureza en Asia permitió a los fabricantes alemanes y franceses (Faber-Castell y Conté, respectivamente) romper el casi monopolio de Cumberland e iniciar la gran producción en masa. Hoy en día, Nuremberg es el principal centro de fabricación de lápices.

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Lápiz de grafito Faber-Castell, serie 9.000, la serie más antigua todavía en uso de lápices de grafito de calidad.

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Al desgastarse durante el dibujo, la punta del lápiz crea aristas. El trazo varía en grosor según la posición de la mina.

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Ésta es la posición idónea para sujetar el lápiz durante el dibujo.

El cedro

Es la madera con la que se fabrican los lápices: es lo suficientemente blanda como para facilitar el afilado y lo suficientemente resistente y rígida como para asegurar la calidad del lápiz. Hoy en día, la inmensa mayoría de los lápices producidos en todo el mundo se fabrican con madera de cedro de California, un árbol que se replanta de manera constante y que tiene asegurada su sostenibilidad ecológica. De forma alternativa, existen lápices de uso escolar que sustituyen la madera por un compuesto de cartones y fibras reciclados. Mucho menos aconsejables son algunos lápices fabricados con maderas tropicales blandas cuya explotación es ecológicamente nefasta; éstos pueden identificarse por las pequeñas pintas rojizas visibles en la madera.

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Sólo la madera de cedro cumple todos los requisitos de calidad de un buen lápiz. El resto de maderas tienen una textura claramente distinta y son o demasiado blandas o demasiado duras.

Fabricación de lápices

Los troncos de cedro se cortan en bloques cúbicos y éstos en láminas. En cada lámina se practica una serie de surcos paralelos de un diámetro ajustado al diámetro de la mina del lápiz. Las minas se colocan en los surcos y toda la pieza se cubre con una lámina gemela, quedando ambas perfectamente encoladas. Este sándwich de minas se corta a tiras de manera que cada una contenga una mina; finalmente, se le da a cada tira la forma hexagonal, se esmalta o barniza su superficie y se afila.

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La madera de cedro se corta en bloques y éstos en láminas de unos 3 mm. Las láminas se surcan longitudinalmente y en los surcos se insertan las minas. Una nueva lámina se encola sobre la anterior. El sándwich se corta a tiras, cada una de las cuales contiene una mina. Cada tira se tornea, se esmalta y se graba y, finalmente, se afila.

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Todo lápiz se compone de una mina insertada en una funda de madera de cedro.

Un lápiz primitivo

Entre algunas de las versiones primitivas del lápiz de grafito existían lápices fabricados con un alambre enrollado alrededor de un pedazo de grafito. El alambre se desenrollaba a medida que se gastaba la mina. El antecedente inmediato del lápiz actual era una tira de grafito embutida en un pedazo de madera al que se le había practicado una profunda muesca: una versión moderna del mismo estilo sería este “portaminas de emergencia” fabricado con una pinza.

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La dureza del grafito

El grafito es un metal de color gris plomo brillante descubierto en 1564 en Borrowdale, Inglaterra. Se creyó alguna variedad del plomo hasta que en 1779, el químico sueco Karl Wilhelm Scheele demostró que se trataba de carbón cristalizado y en 1789 el geólogo alemán Abraham G. Werner lo llamó grafito en honor a su empleo como medio de escritura. La confusión con el plomo llega hasta nuestros días: en la actualidad, aún se habla de “lápiz-plomo” o de “mina de plomo” a propósito del grafito y la palabra inglesa con la que se designa la mina de un lápiz sigue siendo lead, es decir, “plomo”. Originalmente, el grafito se empleaba en estado puro y su dureza variaba en gran medida según cada yacimiento. Los fabricantes Conté, Faber y Hartmuth desarrollaron simultáneamente a finales del siglo XVIII el método de elaboración de las modernas minas de grafito mezclando este metal pulverizado con arcilla cerámica y cociendo la mezcla para darle rigidez. Cuanta mayor proporción de arcilla, más dura es una mina, cuyo grosor oscila alrededor de los 2,5 mm en la mayoría de las marcas. Una mina dura puede afilarse mucho más que una blanda, dando un trazo más fino y de una tonalidad más clara que el de ésta. Todos los fabricantes sirven lápices en distintos grados de dureza, hasta un máximo de 20 grados diferentes.

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Rocas de grafito natural. El grafito es un carbón cristalizado, de tacto oleoso, que deja rastro al frotarlo contra una superficie dura.

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Polvo de grafito empleado para la fabricación de minas.

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Polvo de arcilla cerámica. La arcilla se mezcla y se cuece con el grafito en distintas proporciones para lograr los diferentes grados de dureza de las minas.

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El grafito en polvo es muy oscuro y apenas se adhiere al papel.

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Las gamas de lápices se ordenan en una serie de durezas progresiva. La indicación B corresponde a los de mina blanda y la H a los de mina dura.

Grados de dureza

La dureza de la mina de un lápiz puede aparecer indicada en su mango mediante un número solo: cuanto más alto es éste, más dura resulta la mina; esto es característico de las gamas de escritura (típicamente, en las comercializadas por la marca Staedler), que suelen ir del 1 al 4. En las gamas de mayor calidad la indicación incluye las letras H (duro) o B (blando), acompañadas de una numeración que indica el grado de dureza o blandura. Algunos lápices de escritura presentan la indicación F, que significa que la punta puede afilarse mucho (debido a que la mina es dura). La indicación HB, que podría traducirse como “ni duro ni blando”, ocupa el lugar intermedio en las gamas más extensas y es la más indicada para la escritura.

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Son muchos los fabricantes que sirven lápices de grafito en diversas gamas de dureza. Los artistas emplean siempre las minas más blandas, mientras que los ilustradores y los delineantes de dibujos técnicos utilizan los lápices de mina más dura y trazo más preciso y fino.

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Gama de lápices de Cretacolor en 12 durezas distintas.

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La mayoría de los fabricantes sirven lápices de grafito soluble en agua (acuarelable), que suelen ser de mina blanda (a). La gama Lumograph, de Staedler, presenta la particularidad de que su lápiz 7B es más blando que lápices de otros fabricantes indicados con grados superiores de blandura (b). La serie Noris, también de Staedler, incorpora un código de color en su remate inferior que indica su dureza, además de señalarla con un número, del 0 al 4, junto a la indicación convencional (c).

Barras y minas de grafito

Las ventajas del grafito combinado con arcilla cerámica se ponen de manifiesto en las múltiples variedades de minas y barras de grafito.

La rigidez de las minas elaboradas por los modernos procedimientos permite prescindir de la funda de madera y ofrecer piezas de mineral sólido de tamaño y forma variables. El interés de estos utensilios reside en su manejo directo, el total aprovechamiento del grafito y el hecho de que el artista pueda prescindir de afilalápices (a menos que desee una punta aguda), ya que la mina siempre está a la vista. La ventaja de estos utensilios radica en la ausencia de la madera: las minas más finas, por esta misma característica, no necesitan ser afiladas y las más gruesas permiten un grosor de trazo muy superior al de cualquier lápiz, además de favorecer la extensión de manchas grises al aplicar la barra plana sobre el papel.

Barras

Las piezas más gruesas de grafito aglutinado oscilan entre los 10 y los 15 mm de anchura. Las más gruesas del mercado son las fabricadas por Cretacolor, de sección redonda, de forma similar a una barra de pastel y en un único grado de dureza (7B). Faber-Castell y Lyra comercializan barras de sección hexagonal en cuatro y nueve grados de dureza, respectivamente; la variedad más blanda de Lyra (9B) es, probablemente, la que rinde un trazo más oscuro de todas las versiones de grafito disponibles en el mercado. Las marcas Derwent y Cretacolor fabrican también barras de un tamaño menor de sección cuadrada (en seis durezas) y rectangular (en cuatro grados de dureza).

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Las barras de gran tamaño contienen una gran cantidad de grafito mezclado con la cantidad imprescindible de arcilla cerámica como para lograr la rigidez necesaria que mantenga la forma de la barra.

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Mancha realizada con barra de grafito.

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Mancha realizada con lápiz de grafito.

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Barras de sección hexagonal: grafito convencional extra blando (a), grafito acuarelable (b) y grafito convencional de dureza media (c).

Minas

Las minas de grafito pueden dividirse en dos grupos: las concebidas para utilizarse insertadas en un portaminas y las que pueden manejarse como un lápiz convencional. Las primeras oscilan entre 1 mm (o incluso menos) y 6 mm de grosor; suelen comercializarse en tres o cuatro grados de dureza, según las marcas. Las minas con forma de lápiz (“todo mina”) se afilan con facilidad y se presentan en diferentes durezas (de cuatro a seis grados, según el fabricante). En los últimos años, la tendencia de producir variedades acuarelables para todas las minas y barras de grafito ha ido en aumento y, en la actualidad, todas las marcas sirven estas versiones en las diferentes modalidades y presentaciones.

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Junto con las de sección hexagonal, las barras de grafito más gruesas son las de sección redonda, rectangular y cuadrada.

Grafito acuarelable

Las variedades acuarelables del grafito demuestran todo su potencial cuando se presentan en forma de minas o, sobre todo, barras. La idea de obtener manchas y aguadas a partir de trazos secos cobra todo su sentido cuando esos trazos son amplios y la aguada se puede extender con generosidad sobre el papel. Las variedades más blandas de grafito acuarelable son las más aconsejables si se desea obtener todo el rendimiento de este medio.

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Aunque los estándares de dureza de las minas de grafito son siempre los mismos (grados blandos, señalados con la letra B), cada marca ofrece intensidades ligeramente diferentes y trazos de distinta tonalidad debida a la materia prima de distinto origen y a su proceso de elaboración.

Grafito en barra y grano del papel

Las manchas de grafito ponen de manifiesto la rugosidad del papel sobre el que están trazadas. Esta circunstancia debe ser tenida en cuenta antes de dibujar: un papel de grano grueso proporciona un acabado de textura más abierta y dispersa que un papel liso.

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Lápices de colores

La mina de un lápiz de color es una combinación de pigmentos, arcilla, ceras y aglutinantes. Los pigmentos son las sustancias que confieren color a la mina, el resto de los componentes prestan dureza (la arcilla), suavidad (las ceras) y, en el caso de las minas acuarelables, solubilidad. A pesar de su sencilla apariencia, los lápices de colores son utensilios sofisticados. Para que una pequeña mina sea resistente, contenga la máxima cantidad de pigmento y ofrezca un trazo continuo y suave, su proceso de fabricación debe ser muy esmerado. Muchos de los lápices de colores que se encuentran en el mercado contienen un exceso de cera, resultan demasiado duros y su coloración no es lo suficientemente intensa: son sólo aptos para uso escolar.

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La mina de los lápices de colores está compuesta de pigmentos muy finamente molidos aglutinados con arcilla y ceras.

Lápices de mina dura

Los fabricantes más importantes de lápices de colores suelen manufacturar (al menos) dos grandes series: los lápices de mina dura y los lápices de mina blanda. Los primeros contienen mayor cantidad de aditivos con el fin de conseguir una mina que pueda afilarse hasta un máximo de agudeza para que el artista pueda trabajar con minuciosidad. Esto obliga a reducir la cantidad de pigmento y, por tal razón, no es tan fácil conseguir superficies de color saturado y completamente cubriente. La sección de estos lápices suele ser hexagonal.

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Las mezclas de color se realizan por tramados.

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Los lápices de mina dura tienen baja saturación.

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Los grandes fabricantes de lápices de colores sirven gamas de hasta 120 colores distintos.

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Trazos de lápices de colores de mina acuarelable, blanda y dura realizados sobre tres tipos de papel distinto; de izquierda a derecha: papel satinado, papel de dibujo convencional y papel de acuarela de grano medio.

Lápices de mina blanda

En estos lápices de colores, la mayor presencia de pigmento en las minas las hace más gruesas y obliga a reducir la cantidad de otros aditivos; el trazo es también más grueso y posee una coloración más saturada. La mayor presencia de pigmento revierte en una también mayor fragilidad de la mina, cuya punta se desgasta con mucha rapidez. La sección de estos lápices suele ser redonda.

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Las minas duras (izquierda) son menos cubrientes que las blandas (derecha).

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Los lápices de mina blanda tienen alta saturación.

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Colores acuarelables

Algunas de las gamas de lápices de colores de mina dura de alta calidad son acuarelables, es decir, que su trazo puede diluirse con agua. De esta forma, el escaso poder cubriente del color se compensa con la posibilidad de extender aguadas. Los resultados no son los de una acuarela propiamente dicha, ya que la cantidad de pigmento que interviene en las manchas es mucho menor. Pero hay que añadir que el atractivo de los lápices de colores está precisamente en la finura y gracia del trazo, y esto se pierde al acuarelarlo.

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Surtidos y variedades especiales

Caran D’ache, Derwent, Lyra, Faber-Castell, Bruynzeel o Cretacolor son, entre otros, los principales fabricantes de lápices de colores de alta calidad. Cada uno de ellos comercializa extensos surtidos de colores en las distintas variedades genéricas (lápices de mina dura, blanda y acuarelable). Los estuches y surtidos son en muchos casos espectaculares, aunque cada color puede adquirirse también por separado. En el caso de los lápices de colores, a diferencia de los demás procedimientos artísticos, resulta preferible adquirir desde el principio un surtido importante en vez de ir acumulando, uno a uno, los lápices favoritos: la dificultad de las mezclas hace necesario disponer de la mayor diversidad de colores posible y los estuches devienen utensilios casi imprescindibles para guardar de forma ordenada el material.

El orden de los lápices

Los estuches que sirven las grandes marcas tienen una gran utilidad: sus cavidades individuales permiten mantener los lápices ordenados y siempre a la vista, evitando así el desorden que resulta sobre la mesa de trabajo del empleo de una gran cantidad de colores distintos. Para la rápida localización de cada color es importante que éstos estén ordenados por gamas (grises, rojos, verdes, etc.) del tono más claro al más oscuro o viceversa. Tal es el orden en el que vienen colocados los lápices en las grandes cajas que ilustran esta página.

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Cada fabricante sirve estuches de distinta capacidad y apariencia más o menos lujosa, acorde con la calidad de los lápices.

Una gama de unos 40 colores suele ser suficiente; aunque los profesionales emplean surtidos de hasta 120 colores.

Gama de 40 colores acuarelables de alta calidad, adecuada tanto para ilustraciones de precisión como dibujos convencionales.

Gama básica de 24 colores de mina blanda y calidad prrofesional, para bocetos y trabajos genéricos.

Color con grafito

La marca Derwent ofrece una línea de colores acuarelables (Derwent Graphitint) fabricados con una mezcla de pigmentos y grafito. Los colores (de tendencia grisácea) combinan muy bien con la tonalidad de los dibujos al grafito y están concebidos para complementarlos.

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Éstos son lápices y minas de color de calidad especial concebidos para esbozos y apuntes, trabajos que requieran tonalidades particulares, fundidos o para obras de gran tamaño.

Colores metálicos

Derwent Metallic y Faber-Castel Metallic son dos líneas de colores metálicos que incluyen tonalidades brillantes que imitan diversas coloraciones metálicas.

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Lápices de gran tamaño

Normalmente, están dirigidos al público infantil y son de baja calidad. Pero Lyra y Stabilo fabrican lápices de gran tamaño de calidad que se utilizan en los trabajos desenvueltos y abocetados.

Colores permanentes

La marca Stabilo comercializa gamas de colores permanentes (Lumocolor), de base grasa, concebidos para dibujar sobre superficies pulidas o satinadas. Su trazo es denso y grueso. Los lápices Dixon China Marker cumplen una función semejante a los anteriores. La punta de este lápiz no se afila sino que va dejándose al descubierto mediante un cordel que sirve para desprender las finas láminas de madera que envuelven su mina.

Lápices para fundidos

Los trazos de los lápices de colores apenas pueden mezclarse entre sí. Los artistas emplean tramas superpuestas para lograr efectos análogos a los de una mezcla real. Pero existe la posibilidad de trazar de manera insistente con el lápiz blanco sobre otros trazos de color para que las ceras se fundan. El lápiz Rembrandt Splender de Lyra está especialmente concebido para lograr este efecto de fusión.

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Lápices pastel

Se trata de lápices cuya mina está constituida por un alto porcentaje de pigmento y la justa cantidad de aglutinante como para darle suficiente rigidez durante el afilado. Esta mayor presencia del pigmento se traduce en trazos gruesos de color muy saturado y cubriente en los que se aprecian partículas de pigmento libres, semejante al efecto típico de los pasteles propiamente dichos. Su mina no se deja afilar con facilidad y es demasiado gruesa y quebradiza para los afilalápices convencionales; una alternativa son los afilalápices especiales con cuchillas en muy buen estado o un cúter con buen filo.

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La mina de los lápices pastel es muy quebradiza por su alto contenido en pigmento y su baja proporción de aglutinantes.

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Los lápices de mala calidad pueden rayar el papel debido a un mal aglutinado del pigmento de la mina. Los trazos deben ser homogéneos y continuos.

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Los lápices de mina de pastel no se afilan fácilmente con sacapuntas: la frágil mina tiende a romperse. Es más cómodo y seguro afilarlos con una cuchilla o cúter.

Características

Los lápices pastel poseen un diámetro algo más ancho que el habitual en un lápiz; esto se debe al mayor grosor de una mina que incorpora mucha más cantidad de pigmento que la de un lápiz de color convencional. Por esta misma razón, los trazos son mucho más cubrientes y densos que los de un lápiz de color normal. La mina es más áspera que la de un lápiz de color y más dura que una barra de pastel.

Es quebradiza y bastante frágil: resulta importante evitar los golpes, ya que se puede romper en varias partes en el interior del lápiz; y en tal caso, el lápiz queda prácticamente inutilizado.

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Los lápices pastel permiten combinar trazos a la manera de los lápices convencionales, y los difuminados típicos del dibujo con pasteles.

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Los trazos de un lápiz pastel de buena calidad pueden ser casi tan finos como los de un lápiz de color convencional, al tiempo que permiten una máxima saturación del color.

Presentaciones

Los fabricantes de lápices pastel comercializan surtidos muy completos de colores, aunque no tan extensos como los de lápices de colores. Esto se debe a que el uso de los lápices pastel se centra en trabajos más libres y menos precisos que los que suele requerir el empleo de lápices de colores convencionales. Los dibujos realizados con lápices pastel están más cerca de la forma pictórica de la pintura al pastel que de la manera lineal del dibujo a lápiz.

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Trazos, tramas, líneas y difuminados se alternan de manera característica en las obras realizadas con lápices pastel. Los resultados poseen un cromatismo más intenso que los que resultan del uso de lápices de colores convencionales.

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Los trazos de los lápices de mina de pastel se pueden difuminar fácilmente con un algodón, un trapo o con los dedos.

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La mina de los lápices pastel es considerablemente más gruesa que la de los lápices de colores convencionales.

El empleo del lápiz pastel

Para quien no haya trabajado nunca con ellos, los lápices pastel resultan utensilios algo exigentes y requieren un período de adaptación. Son poco aptos para trabajos de pequeño formato, su manejo resulta abrupto y su trazo es poco sensible a la presión que la mano ejerce sobre el lápiz. Rinden los mejores resultados combinados con pasteles convencionales en obras de formato medio; es entonces cuando demuestran su versatilidad en el trabajo de línea, de matiz y de retoque de la obra. Sus trazos se pueden difuminar fácilmente con los dedos, un trapo de algodón o un difuminador.

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Lápices y barras de sanguina

El nombre de sanguina se aplica a una mina de color rojo terroso (un rojo de óxido de hierro) empleada por los dibujantes desde el Renacimiento.

Se trata, por lo tanto, de un pigmento natural, no utilizado en la confección de pinturas por su bajo poder tintóreo, pero muy apreciado por una gran mayoría de dibujantes por la calidez de su tinta en dibujos en los que es utilizado solo o combinado con otros medios de dibujo. Se comercializa en lápices (lápices de pastel con mina de sanguina), en minas, en barras y también en polvo.

Colores de la sanguina

Los amantes del dibujo a sanguina saben bien que cada fabricante comercializa una sanguina de color ligeramente (y a veces no tan ligeramente) distinto. La variación cromática oscila desde el rojo morado hasta el anaranjado rojizo. Incluso un mismo fabricante puede poner en el mercado sanguinas de igual denominación que varían algo en su color debido a diferencias en las remesas de pigmento utilizado.

Es importante, por lo tanto, comprobar el color de la barra o el lápiz antes de adquirirlos.

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La sanguina es la denominación tradicional de un pigmento de óxido de hierro rojo que, aglutinado en minas o barras, se emplea como medio de dibujo.

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Las barras de sanguina permiten degradados más amplios que los lápices.

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Las diferencias entre los colores sanguina de distintas marcas son notables, sobre todo si se alternan trazos de minas secas y grasas.

Barras de sanguina

Las más utilizadas son las de sección cuadrada, de forma y tamaño idénticos a los de un pastel duro convencional. Ésta es la presentación clásica introducida originalmente por Conté y adoptada por muchos otros fabricantes (Talens y Faber-Castell, en especial).

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Barras y minas de sanguina. De izquierda a derecha: gran barra cilíndrica de “pastel-sanguina” y mina para portaminas; barra semigrasa de sección cuadrada y dos barras de sección rectangular y cuadrada respectivamente.

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La sanguina rinde sus mejores resultados en el dibujo de figuras, en especial, en el desnudo. Obra de Ramón Noé.

El afilado de los lápices de sanguina

Los lápices, minas y barras de sanguina parecen obligar a un dibujo de trazo grueso, pero con cuidado, una cuchilla y un poco de paciencia la mina de un lápiz de sanguina puede afilarse hasta la máxima agudeza. Dejando una buena parte de la mina a la vista, será mucho más fácil afilarla de nuevo, dado que, por su blandura, se desgasta rápidamente. Un protector de minas metálico facilita su conservación.

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Lápices de sanguina

En su mayoría son una variedad de los lápices pastel: una mina de pigmento aglutinado con arcilla enfundada en madera de cedro. Sin embargo, en la actualidad, las distintas marcas introducen otras variantes que están en consonancia con las últimas tendencias en la fabricación general de lápices: minas mixtas, lápices acuarelables y lápices grasos. El denominador común de todas ellas es la tonalidad rojiza, más o menos tostada, de su trazo, que sigue siendo la coloración alternativa del dibujo artístico tradicional después del gris del grafito y el negro del carbón.

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Cada fabricante emplea un pigmento ligeramente distinto en la elaboración de sus lápices. Estas diferencias deben ser tomadas en cuenta al adquirir barras o lápices de sanguina.

Barras y lápices de creta

La geología dicta que la creta es una roca caliza de color blanco o gris formada durante el período cretácico. Posee un grano muy fino que deja una traza al frotarlo contra una superficie dura; se trata de una roca empleada para dibujar desde muy antiguo.

El color natural de las rocas de creta empleadas antiguamente para dibujar oscilaba bastante y no faltaban las tonalidades terrosas oscuras, sin duda parecidas a lo que hoy conocemos como color sepia. En la actualidad, se denominan cretas las barras de pastel duro de sección cuadrada, en concreto, la serie de colores en lápiz, mina o barra de tono tostado sombrío que se emplean para el dibujo en claroscuro a la manera tradicional.

Surtidos de cretas

Conté, Cretacolor y Faber-Castell son las tres grandes marcas que comercializan surtidos especiales de cretas en sus variedades de sanguina, sepia, blanco y negro. Estos surtidos incluyen tanto lápices de distinta calidad y dureza como barras de diversas tonalidades intermedias.

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Degradado de una gama de cretas.

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Surtido de lápices y barras de creta de la marca Faber-Castell.

Lápices y barras de color sepia

El color sepia proviene originalmente de la vejiga de un molusco y su uso se limita de forma tradicional al dibujo a tinta. Por extensión, se aplica también este nombre a las minas de lápices de color parecido a ese sepia original, pero confeccionadas en realidad con un pigmento natural de la familia de los óxidos de hierro (por lo general, un tierra de sombra natural o tostada). Como la sanguina (con la que suele combinarse en dibujos ligeramente coloreados), se comercializa en lápices, minas y barras.

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Lápiz, mina para portaminas y dos barras de distinto grosor de creta de color sepia.

La creta blanca

Se trata, en efecto, de un color blanco que ya no suele ser de origen calcáreo sino que está compuesto de pigmento blanco (óxido de titanio, por lo general), aglutinado con arcilla y, según las variedades, una pequeña porción de piedra pómez pulverizada. Se emplea para realzar los dibujos al carboncillo o al carbón y también combinado con otras cretas (sanguina y sepia principalmente). Tiza blanca, creta blanca o pastel blanco significan casi lo mismo en este contexto.

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Todas las cretas son miscibles entre sí. La creta blanca es un complemento esencial para la armonización.

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De izquierda a derecha: minas y barras de creta blanca, lápiz de creta blanca, lápiz de pastel blanco y lápiz de tiza blanca.

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Realces blancos sin difuminar.

Realces blancos difuminados.

Gamas pardas y grises