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Siglo XXI

Paul Strathern

Arquímedes y la palanca

en 90 minutos

Traducción: Antón Corriente

Revisión: José A. Padilla

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Diseño de portada

RAG

Motivo de cubierta:

Istockphoto / Thinkstock

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Título original

The Big Idea: Arquimedes and the Fulcrum

© Paul Strathern, 1998

© Siglo XXI de España Editores, S. A., 1999, 2014

para lengua española

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.sigloxxieditores.com

ISBN: 978-84-323-1703-3

 

 

Introducción

Arquímedes fue uno de los tres matemáticos supremos de todos los tiempos, considerado por lo general equiparable a Newton y Gauss. Todos conocemos la historia en la que salta de la bañera gritando «¡Eureka!». Casi igual de célebre es su fanfarronada: «Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo». Se refería al fulcro y a sus conocimientos sobre las palancas pero, en cierto modo, también a muchas más cosas. Arquímedes movió el mundo, desde luego. Cambió por completo nuestra visión de él. Los antiguos griegos transformaron la concepción primitiva de la matemática y Arquímedes jugó en ello un papel fundamental, llevándola hasta el umbral del pensamiento matemático moderno, punto en el que a todos los efectos languideció durante casi dos milenios. Lamentablemente, nadie recogió el testigo tendido por Arquímedes.

El pensamiento científico de Arquímedes era parte integral de su concepción matemática. Revolucionó la mecánica, inventó la hidrostática y fundó el estudio preciso de sólidos más complejos. Las operaciones que esto requería le llevaron a inventar una forma primitiva de cálculo diferencial y a una comprensión avanzada de la numerología. También destacó en la esfera práctica. Entre sus inventos se cuentan poleas y palancas, una bomba de agua y una forma primitiva del láser. Es muy probable que hubiera otros de los que no se molestó en dejar constancia, o que desaparecieron para siempre con sus obras perdidas. Arquímedes no valoraba sus creaciones prácticas, y pocas veces se molestó en consignarlas. No obstante, los tratados que sí recogen su obra siguen resultando tan asombrosos y lúcidos como el día en que fueron escritos. Afortunadamente, la mayoría son fáciles de comprender, incluso para los profanos. Estas obras ofrecen una perspectiva singular sobre el funcionamiento de una mente singular.

Pero incluso una mente como la de Arquímedes no surge de la nada. Para comprender lo que él comprendió y para apreciar lo que hizo con este saber, primero hay que conocer cómo era el mundo antes de que él apareciera en escena.