9788499539331.png

Infante don Juan Manuel

Libro de los ejemplos del conde Lucanor
Versión original

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9953-932-4.

ISBN ebook: 978-84-9953-933-1.

Sumario

Créditos 4

Presentación 11

La vida 11

Anteprólogo 13

Prólogo 15

Exemplo I. De lo que contesçió a un rey con un su privado 17

Exemplo II. De lo que contesçió a un omne bueno con su fijo 22

Exemplo III. Del salto que fizo el rey Richalte de Inglaterra en la mar contra los moros 26

Exemplo IV. De lo que dixo un genovés a su alma, cuando se ovo de morir 31

Exemplo V. De lo que contesçió a un raposo con un cuervo que tenié un pedaço de queso en el pico 33

Exemplo VI. De lo que contesçió a la golondrina con las otras aves cuando vio sembrar el lino 36

Exemplo VII. De lo que contesçió a una muger quel’ dizién doña Truhana 38

Exemplo VIII. De lo que contesçió a un omne que avían de alimpiar el fígado 40

Exemplo IX. De lo que contesçió a los dos cavallos con el león 42

Exemplo X. De lo que contesçió a un omne que por pobreza et mengua de otra vianda comía atramuzes 45

Exemplo XI. De lo que contesçió a un deán de Sanctiago con don Illán, el grand maestro de Toledo 47

Exemplo XII. De lo que contesçió a un raposo con un gallo 51

Exemplo XIII. De lo que contesçió a un omne que tomava perdizes 54

Exemplo XIV. Del miraglo que fizo sancto Domingo cuando predicó sobre el logrero 56

Exemplo XV. De lo que contesçió a don Lorenço Suárez sobre la çerca de Sevilla 58

Exemplo XVI. De la repuesta que dio el conde Ferrant Gonsáles a Muño Lainez, su pariente 62

Exemplo XVII. De lo que contesçió a un omne que avía muy grant fambre, quel’ convidaron otros muy floxamente a comer 64

Exemplo XVIII. De lo que contesció a don Pero Meléndez de Valdés cuando se le quebró la pierna 66

Exemplo XIX. De lo que contesçió a los cuervos con los búhos 69

Exemplo XX. De lo que contesçió a un rey con un omne quel’ dixo quel’ faría alquimia 72

Exemplo XXI. De lo que contesçió a un rey moço con un muy grant filósofo a qui lo acomendara su padre 75

Exemplo XXII. De lo que contesçió al león et al toro 78

Exemplo XXIII. De lo que fazen las formigas para se mantener 82

Exemplo XXIV. De lo que contesçió a un rey que quería provar a tres sus fijos 84

Exemplo XXV. De lo que contesçió al conde de Provençia, cómo fue librado de la prisión por el consejo que le dio Saladín 88

Exemplo XXVI. De lo que contesçió al árvol de la Mentira 95

Exemplo XXVII. De lo que contesció a un emperador et a don Alvar Háñez Minaya con sus mugeres 99

Exemplo XXVIII. De lo que contesçió a don Llorenço Suárez Gallinato 109

Exemplo XXIX. De lo que contesçió a un raposo que se echó en la calle et se fizo muerto 112

Exemplo XXX. De lo que contesçió al rey Abenabet de Sevilla con Ramaiquía, su muger 114

Exemplo XXXI. Del juizio que dio un cardenal entre los clérigos de París et los fraires menores 116

Exemplo XXXII. De lo que contesció a un rey con los burladores que fizieron el paño 118

Exemplo XXXIII. De lo que contesçió a un falcón sacre del infante don Manuel con una águila et con una garça 122

Exemplo XXXIV. De lo que contesçió a un ciego que adestrava a otro 125

Exemplo XXXV. De lo que contesçió a un mançebo que casó con una muger muy fuerte et muy brava 126

Exemplo XXXVI. De lo que contesçió a un mercadero cuando falló su muger et su fijo durmiendo en uno 131

Exemplo XXXVII. De la repuesta que dio el conde Ferrant Gonsáles a sus gentes depués que ovo vençido la batalla de Façinas 134

Exemplo XXXVIII. De lo que contesçió a un omne que iva cargado de piedras preçiosas et se afogó en el río 136

Exemplo XXXIX. De lo que contesçió a un omne con la golondrina et con el pardal 138

Exemplo XL. De las razones porque perdió el alma un siniscal de Carcassona 139

Exemplo XLI. De lo que contesçió a un rey de Córdova quel’dizían Alhaquem 142

Exemplo XLII. De lo que contesçió a una falsa veguina 145

Exemplo XLIII. De lo que contesçió al Bien et al Mal, et al cuerdo con el loco 150

Exemplo XLIV. De lo que contesçió a don Pero Núñez el Leal et a don Roy Gonzáles de Cavallos et a don Gutier Roíz de Blaguiello con el conde don Rodrigo el Franco 154

Exemplo XLV. De lo que contesçió a un omne que se fizo amigo et vasallo del Diablo 158

Exemplo XLVI. De lo que contesçió a un filósofo que por ocasión entró en una calle do moravan malas mugeres 162

Exemplo XLVII. De lo que contesçió a un moro con una su hermana que dava a entender que era muy medrosa 166

Exemplo XLVIII. De lo que contesçió a uno que provava sus amigos 169

Exemplo XLIX. De lo que contesçió al que echaron en la isla desnuyo cuandol’ tomaron el señorío que tenié 173

Exemplo L. De lo que contesçió a Saladín con una dueña, muger de un su vasallo 176

Exemplo LI. Lo que contesçió a un rey christiano que era muy poderoso et muy soberbioso 185

Segunda parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio. Razonamiento que face don Juan por amor de don Jaime, señor de Xérica 192

Tercera parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio. Escusación de Patronio al Conde Lucanor 199

Cuarta parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio. Razonamiento de Patronio al Conde Lucanor 203

Quinta parte del Libro del Conde Lucanor et de Patronio 206

Libros a la carta 225

Presentación

La vida

Juan Manuel (Escalona, Toledo, 1282-1348). España.

Era sobrino de Alfonso X el Sabio y nieto de Fernando III y pertenecía a la nobleza. Su padre era el Infante don Manuel, nieto del rey Fernando III de Castilla el Santo.

Juan Manuel era muy rico y se dice que podía cabalgar durante todo un día sin alcanzar el límite de sus propiedades. Había heredado de su padre el título de Duque de Villena, donde pasaba temporadas dedicado a la caza reflejadas en su Libro de la caza.

Desde muy joven combatió con destreza y se destacó, junto al rey Sancho IV (su primo), en la Batalla contra los musulmanes del Salado.

En 1299 se casó con doña Isabel, infanta de Mallorca. Poco después ella murió y Juan Manuel se casó con doña Constanza de Aragón, hija del rey Jaime II. Algunos años más tarde, otra vez viudo, se casó con doña Blanca Núñez. Fue regente de Castilla durante la minoría de Alfonso XI (1321-1325), y combatió junto a éste contra los musulmanes en la batalla de Algeciras (1343). Su hija Constanza estuvo casada con Pedro de Portugal, episodio reflejado en Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara (obra publicada por Linkgua).

Hacia 1345 abandonó la política y se dedicó a la literatura y la meditación religiosa, murió en 1348 en Córdoba. Muchos de sus escritos se han perdido, como el Libro de los Cantares, colección de poesías y Reglas cómo se debe trovar, el más antiguo tratado castellano de versificación.

Escribió asimismo el Libro de los Estados, varios textos históricos y el Libro infinito, llamado también de los castigos.

Se considera que los relatos de este libro provienen de fuentes tan diversas como las fábulas de Esopo, y ciertos cuentos tradicionales indúes, árabes y japoneses.

El cuento VII tiene grandes semejanzas con un episodio del Panchatantra, y el XI tiene sus raíces en una antigua historia japonesa.

Anteprólogo

Este libro fizo don Johan, fijo del muy noble infante don Manuel, deseando que los omnes fiziessen en este mundo tales obras que les fuessen aprovechosas de las onras et de las faziendas et de sus estados, et fuessen más allegados a la carrera porque pudiessen salvar las almas. Et puso en él los enxiemplos más aprovechosos que él sopo de las cosas que acaesçieron, porque los omnes puedan fazer esto que dicho es. Et sería maravilla si de cualquier cosa que acaezca a cualquier omne, non fallare en este libro su semejança que acaesçió a otro.

Et porque don Johan vio et sabe que en los libros contesçe muchos yerros en los trasladar, porque las letras semejan unas a otras, cuidando por la una letra que es otra, en escriviéndolo, múdasse toda la razón et por aventura confóndesse, et los que después fallan aquello escripto ponen la culpa al que fizo el libro; et porque don Johan se reçeló desto, ruega a los que leyeren cualquier libro que fuere trasladado del que él compuso, o de los libros que él fizo, que si fallaren alguna palabra mal puesta, que non pongan la culpa a él, fasta que bean el libro mismo que don Johan fizo, que es emendado, en muchos logares, de su letra. Et los libros que él fizo son éstos, que él a fecho fasta aquí: la Crónica abreviada, el Libro de los sabios, el Libro de la cavallería, el Libro del infante, el Libro del cavallero et del escudero, el Libro del Conde, el Libro de la caça, el Libro de los engeños, el Libro de los cantares. Et estos libros están en el monesterio de los fraires predicadores que él fizo en Peñafiel. Pero, desque vieren los libros que él fizo, por las menguas que en ellos fallaren, non pongan la culpa a la su entençión, mas pónganla a la mengua del su entendimiento, porque se atrevió a se entremeter a fablar en tales cosas. Pero Dios sabe que lo fizo por entençión que se aprovechassen de lo que él diría las gentes que non fuessen muy letrados nin muy sabidores. Et por ende, fizo todos los sus libros en romançe, et esto es señal çierto que los fizo para los legos et de non muy grand saber como lo él es. Et de aquí adelante, comiença el prólogo del Libro de los Enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio.

Prólogo

En el nombre de Dios: amén.

Entre muchas cosas estrañas et marabillosas que nuestro Señor Dios fizo, tovo por bien de fazer una muy marabillosa; ésta es que de cuantos omnes en el mundo son, non a uno que semeje a otro en la cara; ca como quier que todos los omnes an essas mismas cosas en la cara los unos que los otros, pero las caras en sí mismas non semejan las unas a las otras. Et pues en las caras, que son tan pequeñas cosas, ha en ellas tan grant departimiento, menor marabilla es que aya departimiento en las voluntades et en las entenciones de los omnes. Et assí fallaredes que ningún omne non se semeja del todo en la voluntad nin en la entençión con otro. Et fazervos he algunos enxiemplos porque lo entendades mejor.

Todos los que quieren et desean servir a Dios, todos quieren una cosa, pero non lo sirven todos en una manera; que unos le sirven en una manera et otros en otra. Otrosí, los que sirven a los señores, todos los sirven, mas non los sirven todos en una manera. Et los que labran et crían et trebejan et caçan et fazen todas las otras cosas, todos las fazen, mas non las entienden nin las fazen todos en una manera. Et así, por este exienplo, et por otros que serién muy luengos de dezir, podedes entender que, como quier que los omnes todos sean omnes et todos ayan voluntades et entençiones, que atán poco como se semejan en las caras, tan poco se semejan en las entençiones et en las voluntades; pero todos se semejan en tanto que todos usan et quieren et aprenden mejor aquellas cosas de que se más pagan que las otras. Et porque cada omne aprende mejor aquello de que se más paga, por ende el que alguna cosa quiere mostrar a otro, dévegelo mostrar en la manera que entendiere que será más pagado el que la ha de aprender. Et porque a muchos omnes las cosas sotiles non les caben en los entendimientos, porque non las entienden bien, non toman plazer en leer aquellos libros, nin aprender lo que es escripto en ellos. Et porque non toman plazer en ello, non lo pueden aprender nin saber así como a ellos cumplía.

Por ende, yo, don Johan, fijo del infante don Manuel, adelantado mayor de la frontera et del regno de Murçia, fiz este libro compuesto de las más apuestas palabras que yo pude, et entre las palabras entremetí algunos exiemplos de que se podrían aprovechar los que los oyeren. Et esto fiz segund la manera que fazen los físicos, que quando quieren fazer alguna melizina que aproveche al fígado, por razón que naturalmente el fígado se paga de las cosas dulçes, mezclan con aquella melezina que quieren melezinar el fígado açúcar o miel o alguna cosa dulçe; et por el pagamiento que el fígado a de la cosa dulçe, en tirándola para sí, lieva con ella la melezina quel’ a de aprovechar. Et esso mismo fazen a cualquier miembro que aya mester alguna melezina, que sienpre la dan con alguna cosa que naturalmente aquel mienbro la aya de tirar a sí. Et a esta semejança, con la merçed de Dios, será fecho este libro, et los que lo leyeren si por su voluntad tomaren plazer de las cosas provechosas que ý fallaren, será bien; et aun los que lo tan bien non entendieren, non podrán escusar que, en leyendo el libro, por las palabras falagueras et apuestas que en él fallarán, que non ayan a leer las cosas aprovechosas que son ý mezcladas, et aunque ellos non lo deseen aprovecharse an dellas, así como el fígado et los otros miembros dichos se aprovechan de las melezinas que son mezcladas con las cosas de que se ellos pagan. Et Dios, que es complido et complidor de todos los buenos fechos, por la su merçed et por la su piadat, quiera que los que este libro leyeren, que se aprovechen de’l a serviçio de Dios et para salvamiento de sus almas et aprovechamiento de sus cuerpos; así como Él sabe que yo, don Johan, lo digo a essa entención. Et lo que ý fallaren que non es tan bien dicho, non pongan la culpa a la mi entençión, mas pónganla a la mengua del mío entendimiento. Et si alguna cosa fallaren bien dicha o aprovechosa, gradéscanlo a Dios, ca Él es aquél por quien todos los buenos dichos et fechos se dizen et se fazen.

Et pues el prólogo es acabado, de aquí adelante començaré la manera del libro, en manera de un grand señor que fablava con un su consegero. Et dizían al señor conde Lucanor, et al consegero, Patronio.

Exemplo I. De lo que contesçió a un rey con un su privado

Acaesció una vez que el conde Lucanor estava fablando en su poridat con Patronio, su consegero, et díxol’:

—Patronio, a mí acaesçió que un muy grande omne et mucho onrado, et muy poderoso, et que da a entender que es ya cuanto mío amigo, que me dixo pocos días ha, en muy grant poridat, que por algunas cosas quel’acaesçieran, que era su voluntad de se partir desta tierra et non tornar a ella en ninguna manera, et que por el amor et grant fiança que en mí avía, que me quería dexar toda su tierra: lo uno vendido, et lo ál, comendado. Et pues esto quiere, seméjame muy grand onra et grant aprovechamiento para mí; et vós dezitme et consejadme lo que vos paresce en este fecho.

—Señor conde Lucanor —dixo Patronio—, vien entiendo que el mío consejo non vos faze grant mengua, pero vuestra voluntad es que vos diga lo que en esto entiendo, et vos conseje sobre ello, fazerlo he luego. Primeramente, vos digo que esto que aquél que cuidades que es vuestro amigo vos dixo, que non lo fizo sinon por vos provar. Et paresçe que vos conteçió con él como contençió a un rey con un su privado.

El conde Lucanor le rogó quel’ dixiese cómo fuera aquello.

—Señor —dixo Patronio—, un rey era que avía un privado en que fiava mucho. Et porque non puede seer que los omnes que alguna buena andança an que algunos otros non ayan envidia dellos, por la privança et bien andança que aquel su privado avía, otros privados daquel rey avían muy grant envidia et trabajávanse del’ buscar mal con el rey, su señor. Et como quier que muchas razones le dixieron, nunca pudieron guisar con el rey quel’ fiziese ningún mal, nin aun que tomase sospecha nin dubda de’l, nin de su serviçio. Et de que vieron que por otra manera non pudieron acabar lo que querían fazer, fizieron entender al rey que aquel su privado que se trabajava de guisar porque él muriese, et que un fijo pequeño que el rey avía, que fincase en su poder, et de que él fuese apoderado de la tierra que guissaría cómo muriese el mozo et que fincaría él señor de la tierra. Et como quier que fasta entonce non pudieran poner en ninguna dubda al rey contra aquel su privado, de que esto le dixieron, non lo pudo sofrir el coraçón que nontomase de’l reçelo. Ca en las cosas en que tan grant mal ha, que se non pueden cobrar si se fazen, ningún omne cuerdo non deve esperar ende la prueva. Et por ende, desque el rey fue caído en esta dubda et sospecha, estava con grant reçelo, pero non se quiso mover en ninguna cosa contra aquel su privado fasta que desto sopiese alguna verdat.

Et aquellos otros que buscavan mal a aquel su privado dixiéronle una manera muy engañosa en cómo podría provar que era verdat aquello que ellos dizían, et enformaron bien al rey en una manera engañosa, segund adelante oidredes, cómo fablase con aquel su privado. Et el rey puso en su coraçón de lo fazer, et fízolo.

Et estando a cabo de algunos días el rey fablando con aquel su privado, entre otras razones muchas que fablaron, començól’ un poco a dar a entender que se despagava mucho de la vida deste mundo et quel’ paresçía que todo era vanidat. Et entonçe non le dixo más. Et después, a cabo de algunos días, fablando otra vez con el aquel su privado, dándol’ a entender que sobre otra razón començava aquella fabla, tornól’ a dezir que cada día se pagava menos de la vida deste mundo et de las maneras que en él veía. Et esta razón le dixo tantos días et tantas vegadas, fasta que el privado entendió que el rey non tomava ningún plazer en las onras deste mundo, nin en las riquezas, nin en ninguna cosa de los vienes nin de los plazeres que en este mundo avié. Et desque el rey entendió que aquel su privado era vien caído en aquella entençión, díxol’ un día que avía pensado de dexar el mundo et irse desterrar a tierra do non fuesse conosçido, et catar algún lugar extraño et muy apartado en que fiziese penitençia de sus pecados. Et que por aquella manera, pensava que le avría Dios merced de’l et podría aver la su gracia porque ganase la gloria del Paraíso.

Cuando el privado del rey esto le oyó dezir, estrañógelo mucho, deziéndol’ muchas maneras porque lo non devía fazer. Et entre las otras, díxol’ que si esto fiziese, que faría muy grant deserviçio a Dios en dexar tantas gentes como avía en el su regno, que tenía él vien mantenidas en paz et en justiçia, et que era çierto que luego que él dende se partiese, que avría entrellos muy gran bolliçio et muy grandes contiendas, de que tomaría Dios muy grant deserviçio et la tierra muy grant dapño, et cuando por todo esto non lo dexase, que lo devía dexar por la reina, su muger, et por un fijo muy pequeñuelo que dexava: que era çierto que serían en muy grant aventura, tanbién de los cuerpos, como de las faziendas.

A esto respondió el rey que, ante que él pusiesse en toda guisa en su voluntad de se partir de aquella tierra, pensó él la manera en cómo dexaría recabdo en su tierra porque su muger et su fijo fuessen servidos et toda su tierra guardada; et que la manera era ésta: que vien sabía él que el rey le avía criado et le avía fecho mucho bien et quel’ fallara sienpre muy leal, et quel’ serviera muy bien et muy derechamente, et que por estas razones, fiava en él más que en omne del mundo, et que tenía por bien del’ dexar la muger et el fijo en su poder, et entergarle et apoderarle en todas las fortalezas et logares del regno, porque ninguno non pudiese fazer ninguna cosa que fuese deserviçio de su fijo; et si el rey tornase en algún tiempo, que era çierto que fallaría muy buen recabdo en todo lo que dexase en su poder; et si por aventura muriese, que era çierto que serviría muy bien a la reina, su muger, et que criaría muy bien a su fijo, et quel’ ternía muy bien guardado el su regno fasta que fuese de tiempo que lo pudiese muy bien governar; et así, por esta manera, tenía que dexava recabdo en toda su fazienda.

Cuando el privado oyó dezir al rey que quería dexar en su poder el reino et el fijo, como quier que lo non dio a entender, plógol’ mucho en su coraçón, entendiendo que pues todo fincava en su poder, que podría obrar en ello como quisiese.

Este privado avía en su casa un su cativo que era muy sabio omne et muy grant filósofo. Et todas las cosas que aquel privado del rey avía de fazer, et los consejos que’l avía a dar, todo lo fazía por consejo de aquel su cativo que tenía en casa.

Et luego que el privado se partió del rey, fuese para aquel su cativo, et contól’ todo lo quel’ conteçiera con el rey, dándol’ a entender, con muy grant plazer et muy grand alegría, cuánto de buena ventura era, pues el rey le quería dexar todo el reino et su fijo et su poder.

Cuando el filósofo que estava cativo oyó dezir a su señor todo lo que avía pasado con el rey, et cómo el rey entendiera que quería él tomar en poder a su fijo et al regno, entendió que era caído en grant yerro, et començólo a maltraer muy fieramente, et díxol’ que fuese çierto que era en muy grant peligro del cuerpo et de toda su fazienda, ca todo aquello que’l rey le dixiera, non fuera porque el rey oviese voluntad de lo fazer, sinon que algunos quel’ querían mal avían puesto al rey quel’ dixiese aquellas razones por le provar, et pues entendiera el rey quel’ plazía, que fuesse çierto que tenía el cuerpo et su fazienda en muy grant peligro.

Cuando el privado del rey oyó aquellas razones, fue en muy gran cuita, ca entendió verdaderamente que todo era así como aquel su cativo le avía dicho. Et desque aquel sabio que tenía en su casa le vio en tan grand cuita, consejól’ que tomase una manera como podrié escusar de aquel peligro en que estava.

Et la manera fue ésta: luego, aquella noche, fuese raer la cabeça et la barba, et cató una vestidura muy mala et toda apedaçada, tal cual suelen traer estos omnes que andan pidiendo las limosnas andando en sus romerías, et un vordón et unos çapatos rotos et bien ferrados, et metió entre las costuras de aquellos pedaços de su vestidura una grant cuantía de doblas. Et ante que amaniçiese, fuese para la puerta del rey, et dixo a un portero que falló que dixiese al rey que se levantase porque se pudiesen ir ante que la gente despertasse, ca él allí estava esperando; et mandól’ que lo dixiese al rey en grant poridat. Et el portero fue muy marabillado cuandol’ vio venir en tal manera, et entró al rey et díxogelo así como aquel su privado le mandara. Desto se marabilló el rey, et mandó quel’ dexase entrar.

Desque lo vio cómo vinía, preguntól’ por qué fiziera aquello. El privado le dixo que bien sabía cómol’ dixiera que se quería ir desterrar, et pues él así lo quería fazer, que nunca quisiese Dios que él desconosçiesse cuanto bien le feziera; et que así como de la onra et del bien que el rey obiera tomara muy grant parte, que así era muy grant razón que de la lazeria et del desterramiento que el rey quería tomar, que él otrosí tomase ende su parte. Et pues el rey non se dolía de su muger et de su fijo et del regno et de lo que acá dexava, que non era razón que se doliese él de lo suyo, et que iría con él, et le serviría en manera que ningún omne non gelo pudiese entender, et que aun él levava tanto aver metido en aquella su vestidura, que les avondaría asaz en toda su vida, et que, pues que a irse avían, que se fuesen ante que pudiesen ser conosçidos.

Cuando el rey entendió todas aquellas cosas que aquel su privado le dizía, tovo que gelo dizía todo con lealtad, et gradeçiógelo mucho, et contól’ toda la manera en cómo oviera a seer engañado et que todo aquello le fiziera el rey por le provar. Et así oviera a seer aquel privado engañado por mala cobdiçia, et quísol’ Dios guardar, et fue guardado por consejo del sabio que tenía cativo en su casa.

Et vós, señor conde Lucanor, a menester que vos guardedes que non seades engañado déste que tenedes por amigo; ca çierto sed que esto que vos dixo que non lo fizo sinon por provar qué es lo que tiene en vos. Et conviene que en tal manera fabledes con él, que entienda que queredes toda su pro et su onra, et que non avedes cobdiçia de ninguna cosa de lo suyo; ca si omne estas dos cosas non guarda a su amigo, non puede durar entre ellos el amor luengamente.

El conde se falló por bien aconsejado del consejo de Patronio, su consejero, et fízolo como él le consejara, et fallóse ende bien.

Et entendiendo don Johan que estos exiemplos eran muy buenos, fízolos escribir en este libro, et fizo estos viesos en que se pone la sentençia de los exiemplos. Et los viessos dizen assí:

Non vos engañedes, nin creades que, endonado,

faze ningún omne por otro su daño de grado.

Et los otros dizen assí:

Por la piadat de Dios et por buen consejo,

sale omne de coita et cunple su deseo.

Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:

Exemplo II. De lo que contesçió a un omne bueno con su fijo

Otra vez acaesçió que el conde Lucanor fablava con Patronio, su consejero, et díxol’ cómo estava en grant coidado et en grand quexa de un fecho que quería fazer, ca, si por aventura lo fiziese, sabía que muchas gentes le travarían en ello; et otrosí, si non lo fiziese, que él mismo entendié quel’ podrían travar en ello con razón. Et díxole cuál era el fecho et él rogól’ quel’ consejase lo que entendía que devía fazer sobre ello.

—Señor conde Lucanor —dixo Patronio—, bien sé yo que vós fallaredes muchos que vos podrían consejar mejor que yo, et a vos dio Dios muy buen entendimiento, que sé que mi consejo que vos faze muy pequeña mengua; mas pues lo queredes, dezirvos he lo que ende entiendo. Señor conde Lucanor —dixo Patronio—, mucho me plazería que parásedes mientes a un exiemplo de una cosa que acaesçió una vegada a un omne bueno con su fijo.

El conde le rogó quel’ dixiese que cómo fuera aquello. Et Patronio dixo:

—Señor, assí contesçió que un omne bueno avía un fijo; como quier que era moço segund sus días, era asaz de sotil entendimiento. Et cada que el padre alguna cosa quería fazer, porque pocas son las cosas en que algún contrallo non puede acaesçer, dizíal’ el fijo que en aquello que él quería fazer, que veía él que podría acaesçer el contrario. Et por esta manera le partía de fazer algunas cosas quel’ complían para su fazienda. Et vien cred que cuanto los moços son más sotiles de entendimiento, tanto son más aparejados para fazer grandes yerros para sus faziendas; ca an entendimiento para començar la cosa, mas non saben la manera como se puede acabar, et por esto caen en grandes yerros, si non an qui los guarde dello. Et así, aquel moço, por la sotileza que avía del entendimiento et quel’ menguava la manera de saber fazer la obra complidamente, enbargava a su padre en muchas cosas que avié de facer. Et de que el padre passó grant tiempo esta vida con su fijo, lo uno por el daño que se le seguía de las cosas que se le enbargavan de fazer, et lo ál, por el enojo que tomava de aquellas cosas que su fijo le dizía, et señaladamente lo más, por castigar a su fijo et darle exiemplo cómo fiziese en las cosas quel’ acaesçiesen adelante, tomó esta manera segund aquí oiredes:

El omne bueno et su fijo eran labradores et moravan çerca de una villa. Et un día que fazían mercado, dixo a su fijo que fuesen amos allá para comprar algunas cosas que avían mester; et acordaron de levar una vestia en que lo traxiesen. Et yendo amos a mercado, levavan la vestia sin ninguna carga et ivan amos de pie et encontraron unos omnes que vinían daquella villa do ellos ivan. Et de que fablaron en uno et se partieron los unos de los otros, aquellos omnes que encontraron conmençaron a departir ellos entre sí et dizían que non les paresçían de buen recabdo aquel omne et su fijo, pues levavan la vestia descargada et ir entre amos de pie. El omne bueno, después que aquello oyó, preguntó a su fijo que quel’ paresçía daquello que dizían. Et el fijo dixo que le parescía que dizían verdat, que pues la vestía iba descargada, que non era buen seso ir entre amos de pie. Et entonçe mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia.

Et yendo así por el camino, fallaron otros omnes, et de que se partieron dellos, conmençaron a dezir que lo errara mucho aquel omne bueno, porque iva él de pie, que era viejo et cansado, et el moço, que podría sofrir lazeria, iva en la vestia. Preguntó entonçe el omne bueno a su fijo que quel’ paresçía de lo que aquellos dizían; et él díxol’ quel’ paresçía que dizían razón. Entonçes mandó a su fijo que diciese de la vestia et subió él en ella. Et a poca pieça toparon con otros, et dixieron que fazía muy desaguisado dexar el moço, que era tierno et non podría sofrir lazeria, ir de pie, et ir el omne bueno, que era usado de pararse a las lazerias, en la vestia. Estonçe preguntó el omne bueno a su fijo que quél’ paresçié desto que estos dizían. Et el moço díxol’ que, segund él cuidava, quel’ dizían verdat. Estonce mandó el omne bueno a su fijo que subiese en la vestia porque non fuese ninguno dellos de pie.

Et yendo así, encontraron otros omnes et començaron a dezir que aquella vestia en que ivan era tan flaca que abés podría andar bien por el camino, et pues así era, que fazían muy grant yerro ir entramos en la vestia. Et el omne bueno preguntó al su fijo que quél’ semejava daquello que aquellos omnes buenos dizían; et el moço dixo a su padre quel’ semejava verdat aquello. Estonçe el padre respondió a su fijo en esta manera:

—Fijo, bien sabes que cuando saliemos de nuestra casa, que amos veníamos de pie et traíamos la vestia sin carga ninguna, et tú dizías que te semejava que era bien. Et después, fallamos omnes en el camino que nos dixieron que non era bien, et mandéte yo sobir en la vestia et finqué de pie; et tú dixiste que era bien. Et después fallamos otros omnes que dixieron que aquello non era bien, et por ende desçendiste tú et subí yo en la vestia, et tú dixiste que era aquello lo mejor. Et porque los otros que fallamos dixieron que non era bien, mandéte subir en la vestia conmigo; et tú dixiste que era mejor que non fincar tú de pie et ir yo en la vestia. Et agora, estos que fallamos dizen que fazemos yerro en ir entre amos en la vestia; et tú tienes que dizen verdat. Et pues que assí es, ruégote que me digas qué es lo que podemos fazer en que las gentes non puedan travar; ca ya fuemos entramos de pie, et dixieron que non fazíamos bien; et fu yo de pie et tú en la vestia, et dixieron que errávamos; et fu yo en la vestia et tú de pie, et dixieron que era yerro; et agora imos amos en la vestia, et dizen que fazemos mal. Pues en ninguna guisa non puede ser que alguna destas cosas non fagamos, et ya todas las fiziemos, et todos dizen que son yerro; et esto fiz yo porque tomasses exiemplo de las cosas que te acaesçiessen en tu fazienda; ca çierto sey que nunca farás cosa de que todos digan bien: ca si fuere buena la cosa, los malos et aquellos que se les non sigue pro de aquella cosa, dirán mal della; et si fuere la cosa mala, los buenos, que se pagan del bien, non podrían decir que es bien el mal que tú feziste. Et por ende, si tú quieres fazer lo mejor et más a tu pro, cata que fagas lo mejor et lo que entendieres que te cumple más, et Sol que non sea mal, non dexes de lo fazer por reçelo de dicho de las gentes; ca çierto es que las gentes a lo demás siempre fablan en las cosas a su voluntad, et non catan lo que es más a su pro.

—Et vós, conde Lucanor, señor, en esto que me dezides que queredes fazer et que reçelades que vos travarán las gentes en ello, et si non lo fazedes, que esso mismo farán, pues me mandades que vos conseje en ello, el mi consejo es éste: que ante que començedes el fecho, que cuidedes toda la pro o el dapño que se vos puede ende seguir, et que non vos fiedes en vuestro seso et que vos guardedes que vos non engañe la voluntad, et que vos consejedes con los que entendiéredes que son de buen entendimiento et leales et de buena poridat. Et si tal consejero non falláredes, guardat que vos non arrebatedes a lo que oviéredes a fazer, a lo menos fasta que passe un día et una noche, si fuere cosa que se non pierda por tiempo. Et de que estas cosas guardáredes en lo que oviéredes de fazer, et lo falláredes que es bien et vuestra pro, conséjovos yo que nunca lo dexedes de fazer por reçelo de lo que las gentes podrían dello dezir.

El conde tovo por buen consejo lo que Patronio le consejava. El fízolo assí, et fallóse ende bien.

Et cuando don Johan falló este exiemplo, mandólo escrivir en este libro, et fizo estos viessos en que está avreviadamente toda la sentençia deste exiemplo. Et los viessos dizen así:

Por dicho de las gentes,

Sol que non sea mal,

al pro tenet las mientes,

et non fagades ál.

Et la estoria deste exiemplo es ésta que se sigue:

Exemplo III. Del salto que fizo el rey Richalte de Inglaterra en la mar contra los moros

Un día se apartó el conde Lucanor con Patronio, su consejero, et díxol’ así:

—Patronio, yo fío mucho en el vuestro entendimiento, et sé que lo que vós non entendiéredes, o a lo que non pudiéredes dar consejo, que non a ningún otro omne que lo pudiese açertar; por ende, vos ruego que me consejedes lo mejor que vés entendiérdes en lo que agora vos diré:

Vós sabedes muy bien que yo non só ya muy mançebo, et acaesçióme assí: que desde que fui nasçido fasta agora, que siempre me crié et visqué en muy grandes guerras, a vezes con cristianos et a vezes con moros, et lo demás sienpre lo ove con reys, mis señores et mis vezinos. Et cuando lo ove con cristianos, como quier que sienpre me guardé que nunca se levantase ninguna guerra a mi culpa, pero non se podía escusar de tomar muy grant daño muchos que lo non meresçieron. Et lo uno por esto, et por otros yerros que yo fiz contra nuestro señor Dios, et otrosí, porque veo que por omne del mundo, nin por ninguna manera, non puedo un día solo ser seguro de la muerte, et só çierto que naturalmente, segund la mi edat, non puedo vevir muy luengamente, et sé que he de ir ante Dios, que es tal juez de que non me puedo escusar por palabras nin por otra manera, nin puedo ser jubgado sinon por las buenas obras o malas que oviere fecho; et sé que si por mi desaventura fuere fallado en cosa por que Dios con derecho aya de ser contra mí, sé çierto que en ninguna manera non pudié escusar de ir a las penas del Infierno en que sin fin avré a fincar, et cosa del mundo non me podía tener pro, et si Dios me fiziere tanta merçed porque Él falle en mí tal meresçimiento, porque me deva escoger para ser compañero de los sus siervos et ganar el Paraíso, sé por çierto que a este bien et a este plazer et a esta gloria, non se puede comparar ningún otro plazer del mundo. Et pues este bien et este mal tan grande non se cobra sinon por las obras, ruégovos que, segund el estado que yo tengo, que cuidedes et me consejedes la manera mejor que entendiéredes porque pueda fazer emienda a Dios de los yerros que contra Él fiz, et pueda aver la su gracia.

—Señor conde Lucanor —dixo Patronio—, mucho me plaze de todas estas razones que avedes dicho, et señaladamente porque me dixiestes que en todo esto vos consejase segund el estado que vós tenedes, ca si de otra guisa me lo dixiéredes, bien cuidaría que lo dixiéredes por me provar segund la prueva que el rey fezo a su privado que vos conté el otro día en el exiemplo que vos dixe; mas plázeme mucho porque dezides que queredes fazer emienda a Dios de los yerros que fiziestes, guardando vuestro estado et vuestra onra; ca çiertamente, señor conde Lucanor, si vós quisiéredes dexar vuestro estado et tomar vida de orden o de otro apartamiento, non podríades escusar que vos non acaesciesçen dos cosas: la primera, que seríades muy mal judgado de todas las gentes, ca todos dirían que lo fazíades con mengua de coraçón et vos despagávades de bevir entre los buenos; et la otra es que sería muy grant marabilia si pudiésedes sofrir las asperezas de la orden, et si después la oviésedes a dexar o bevir en ella, non la guardando como devíades, seervos ía muy grant daño para’l alma et grant vergüença et grant denuesto para’l cuerpo et para el alma et para la fama. Mas pues este bien queredes fazer, plazerme ía que sopiésedes lo que mostró Dios a un hermitaño muy sancto de lo que avía de conteçer a él et al rey Richalte de Englaterra.

El conde Lucanor le rogó quel’ dixiese que cómo fuera aquello.

—Señor conde Lucanor —dixo Patronio—, un hermitaño era omne de muy buena vida, et fazía mucho bien, et sufría grandes trabajos por ganar la gracia de Dios. Et por ende, fízol’ Dios tanta merçed quel’ prometió et le aseguró que avría la gloria de Paraíso. El hermitaño gradesçió esto mucho a Dios; et seyendo ya desto seguro, pidió a Dios por merçed quel’ mostrasse quién avía de seer su compañero en Paraíso. Et como quier que el Nuestro Señor le enviase dezir algunas vezes con el ángel que non fazía bien en le demandar tal cosa, pero tanto se afincó en su petiçión, que tovo por bien nuestro señor Dios del’ responder, et envióle dezir por su ángel que el rey Richalte de Inglaterra et él serían compañones en Paraíso.

Desta razón non plogo mucho el hermitaño, ca él conosçía muy bien al rey et sabía que era omne muy guerrero et que avía muertos et robados et deseredados muchas gentes, et sienpre le viera fazer vida muy contralla de la suya, et aun, que paresçía muy alongado de la carrera de salvación; et por esto estava el hermitaño de muy mal talante.

Et desque nuestro señor Dios lo vio así estar, enviól’ dezir con el su ángel que non se quexase nin se marabillase de lo quel’ dixiera, ca çierto fuesse que más serviçio fiziera a Dios et más meresçiera el rey Richalte en un salto que saltara, que el hermitaño en cuantas buenas obras fiziera en su vida.

El hermitaño se marabilló ende mucho, et preguntól’ cómo podía esto seer.

Et el ángel le dixo que sopiese que el rey de Françia et el rey de Inglaterra et el rey de Navarra pasaron a Ultramar. Et el día que llegaron al puerto, yendo todos armados para tomar tierra, bieron en la ribera tanta muchedumbre de moros, que tomaron dubda si podrían salir a tierra. Estonçe el rey de Françia envió dezir al rey de Inglaterra que viniese a aquella nave a do él estava et que acordarían cómo avían de fazer. Et el rey de Inglaterra, que estava en su cavallo, cuando esto oyó, dixo al mandadero del rey de Françia quel’ dixiese de su parte que bien sabía que él avía fecho a Dios muchos enojos et muchos pesares en este mundo et que sienpre le pidiera merçed quel’ traxiese a tiempo quel’ fiziese emienda por el su cuerpo, et que, loado a Dios, que veía el día que él deseava mucho; ca si allí muriese, pues avía fecho la emienda que pudiera ante que de su tierra se partiesse, et estava en verdadera penitencia, que era çierto quel’ avría Dios merced al alma, et que si los moros fuessen vençidos, que tomaría Dios mucho serviçio, et serían todos muy de buena ventura.

Et de que esta razón ovo dicha, acomendó el cuerpo et el alma a Dios et pidiól’ merçed quel’ acorriesse, et signóse del signo de la sancta Cruz et mandó a los suyos quel’ ayudassen. Et luego dio de las espuelas al cavallo et saltó en la mar contra la ribera do estavan los moros. Et como quiera que estavan cerca del puerto, non era la mar tan vaxa que el rey et el cavallo non se metiessen todos so el agua en guisa que non paresçió dellos ninguna cosa; pero Dios, así como señor tan piadoso et de tan grant poder, et acordándose de lo que dixo en el Evangelio, que non quiere la muerte del pecador sinon que se convierta et viva, acorrió entonçe al rey de Inglaterra, libról’ de muerte para este mundo et diol’ vida perdurable para sienpre, et escapól’ de aquel peligro del agua; et endereçó a los moros.

Et cuando los ingleses vieron fazer esto a su señor, saltaron todos en la mar en pos dél et endereçaron todos a los moros. Cuando los françeses vieron esto, tovieron que les era mengua grande, lo que ellos nunca solían sofrir, et saltaron luego todos en la mar contra los moros. Et desque los vieron venir contra sí, et vieron que non dubdavan la muerte, et que vinían contra ellos tan bravamente, non les osaron asperar, et dexáronles el puerto de la mar et començaron a fuir. Et desque los christianos llegaron al puerto, mataron muchos de los que pudieron alcançar et fueron muy bien andantes, et fizieron dese camino mucho serviçio a Dios. Et todo este vien vino por aquel salto que fizo el rey Richalte de Inglaterra.

Cuando el hermitaño esto oyó, plógol’ ende muncho et entendió quel’ fazía Dios muy grant merçed en querer que fuesse él compañero en Paraíso de omne que tal servicio fiziera a Dios, et tanto enxalçamiento en la fe cathólica.