COMITÉ CIENTÍFICO de la editorial tirant humanidades

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Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada

Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

Mª Teresa Echenique Elizondo

Catedrática de Lengua Española

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Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones

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LA UNIVERSIDAD LABORAL DE CHESTE (1969-1978)

Precursora de la innovación educativa

en España

JAVIER IGNACIO CHUST TORRENT

tirant humanidades

Valencia, 2016

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1. Prólogo

El aprendizaje experiencial y significativo es el que se queda marcado como un sello en la persona. Las vivencias que se quedan interiorizadas en lo profundo de la persona, cuando son positivas, despiertan el deseo de comunicarlas a los demás.

Esto es lo que da lugar a la presente publicación. Me formé durante dos años en el Centro de Orientación de Universidades Laborales de Cheste. Fueron sólo dos cursos, 1971-72 y 1972-73. Pero dos cursos intensos que dejaron una impronta en mi persona.

Dos años conviviendo con otros 5.200 alumnos de toda la geografía española, con unas edades (12 y 13 años, 3º y 4º de Bachillerato Elemental) en las que empiezas a vislumbrar el mundo de otra manera, dejando la infancia y adentrándote en el difícil mundo de la adolescencia.

Dos años que, a nivel convivencial, me hicieron desarrollar mi socialización, los vínculos de amistad, la autoestima, la empatía, el desarrollo de mi responsabilidad individual, de la autodisciplina, y de tantos aspectos de la personalidad que, en gran parte, han conformado “mi historia”.

Dos años que, a nivel académico, supusieron una ruptura total con la forma tradicional de aprender que había tenido hasta ese momento, y que supuso una innovación total en cuanto a las metodologías que desarrollan el binomio enseñanza-aprendizaje.

Desde una perspectiva de 43 años después de haber terminado mis estudios de Bachiller Elemental en Cheste, puedo asegurar que existen aspectos convivenciales y académicos que creo, sin temor a equivocarme, necesitan ser conocidos por la sociedad actual, y más concretamente por los que nos dedicamos al mundo de la enseñanza y de la educación.

Simplemente el hecho de cómo era posible que 5.200 niños (o más bien preadolescentes), pudieran convivir durante un curso escolar, alejados de sus familias y sus costumbres, crear lazos muy fuertes y vínculos de amistad que todavía perduran, desarrollar estrategias para resolver los numerosos conflictos que surgían entre nosotros, o la misma logística que suponía la estancia de tantas personas en crecimiento y maduración, merece el que sea contado y explicado a la sociedad actual.

Y, por supuesto, abrir los ojos al mundo educativo actual (sobre todo a profesores y alumnos), que las técnicas pedagógicas, didácticas y metodológicas que se llevaron a cabo por parte de profesores y educadores en el Centro de Orientación de Universidades Laborales de Cheste, supuso un antes y un después en nuestra historia académica.

Esta es mi motivación fundamental para la realización de la presente publicación. Espero poder contarlo y explicarlo y que pueda servir a las generaciones venideras.

Quiero agradecer a todo el personal del Complejo Educativo de Cheste, por abrirme sus puertas y facilitarme el acceso a la información que aún quedaba en el Centro del periodo de sus inicios. En especial a Sacri y a José Bermejo. Y a Ricardo Zafrilla por ayudarme a entender en profundidad lo que significaron las Universidades Laborales.

Gracias a todas las personas a las que he entrevistado, integrantes todos ellos de los equipos directivos, docentes, orientadores y educadores del Centro desde su fundación. Y en especial a Luis Illueca Amparo Martínez, Vicente Fernández de Gamarra y Miguel Pinilla Villanueva. ¡Cuánto habéis querido a la Laboral de Cheste!

Gracias a mis ex-compañeros del Aula 3-2-1 del Colegio Buitre, por haber narrado sus experiencias de su paso por el Cheste después de 43 años de no habernos visto ni oído.

Y gracias a unas personas especiales a las que les he ayudado a desarrollar la paciencia y la espera: Rita, mi mujer, y mis hijos, Pablo, Belén, Irene, Javier, Juan e Ignacio. Sin su apoyo y sus ánimos no hubiera podido realizar esta Publicación.

Bajo en el antiguo Colegio “Urogallo” en el que se encontraba diverso material y libros del Centro de Orientación de Universidades Laborales de Cheste

Fuente: Archivo personal del autor.

2. Las universidades laborales en España

2.1. SITUACIÓN SOCIOECONÓMICA DE ESPAÑA

Nos situamos a finales de la década de los 40 en España. La población aún estaba sufriendo las consecuencias de una extrema pobreza, consecuencia de una guerra civil fratricida. Pero también de una extremada autarquía y aislamiento internacional. (El sistema autárquico consiste, fundamentalmente en el autoabastecimiento y la búsqueda de autosuficiencia para desarrollar todos los aspectos de la vida en sociedad, económica, industrial, social, educativa…)

La carencia en materia de tecnología y de capital, debido fundamentalmente a este aislamiento que sufría España, dio lugar a un tejido empresarial pobre y atrasado, que abocó a muchas familias españolas a la emigración ante su incapacidad para cubrir sus necesidades básicas, sobre todo a países de la América Latina (en los primeros años), y a nuestros países vecinos (Francia, Alemania…) después de la contienda mundial. De hecho, en 1950 se creaba el Instituto Español de la Emigración.

Ya a finales de la década de los 40 se reconoció de una manera explícita, que la política económica autárquica que se había llevado hasta entonces, no había tenido ninguna consecuencia positiva para el desarrollo de nuestro país. Ni a nivel social, ni económico y por supuesto tampoco a nivel educativo.

Estamos hablando de un país con 28 millones de habitantes y con un 17% de analfabetismo. De un país en el que su estructura económica seguía dependiendo en gran manera de la agricultura y en menor parte de la industria, en la que no existía casi mano de obra cualificada.

La más que cercana apertura de España al exterior (Convenio con la Santa Sede, Ingreso en la ONU), junto con la apertura diplomática al exterior sobre todo con los países occidentales, y la ruptura del bloqueo que pesaba sobre nuestro país a nivel diplomático, va abriendo expectativas y formas nuevas de actuar.

2.2. ALGUNOS APUNTES DEL SISTEMA EDUCATIVO ESPAÑOL EN LA POSGUERRA

En materia educativa, recién acabada la guerra civil, el principio fundamental de la educación en España es la transmisión ideológica., Con dos aspectos predominantes: El catolicismo y el patriotismo. Haciendo especial hincapié en una educación concordante con la moral católica, con un gran adoctrinamiento visible en las materias y asignaturas impartidas. Esto lo podemos ilustrar con la circular de 23 de febrero de 1939 que se publicaba en el Boletín Oficial del Estado de 1 de marzo dirigida a los Inspectores de Enseñanza y en la cual se regulaban determinados aspectos de la Inspección Educativa:

“Los inspectores, cuidarán, sin excusa alguna, de exaltar el espíritu religioso y patriótico para hacer de la escuela una institución española educativa y formadora de buenos patriotas explicando y aclarando las normas contenidas en la circular de 5 de marzo de 1938, especialmente en lo que se refiere a la educación religiosa, educación patriótica y educación física y comprobando su más exacto cumplimiento” (Circular de 23 de febrero de 1939 a los Inspectores de Primera Enseñanza regulando concretamente la obra de Inspección en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 20 de la Orden Ministerial de 20 de enero último, 1939, p. 1206).

En esta década son aprobadas hasta tres leyes que regularán la educación no universitaria en nuestro país: En primer lugar, la Ley de Bases de la Enseñanza Media de 20 de septiembre de 1938 que regulaba las enseñanzas de Bachillerato. Más tarde la Ley de 17 de julio de 1945 sobre Educación Primaria, en la cual se plantean dos etapas diferenciadas: Una general, de 6 a 10 años, para proseguir posteriormente estudios de Bachillerato y otra, de carácter más especial, de 10-12 años, orientada a la vida Laboral. Y en tercer lugar, la Ley de Bases de Enseñanza Media y Profesional de 16 de julio de 1949.

Si hablamos de enseñanzas profesionales en el periodo de la posguerra española, tenemos que hacer mención de las Escuelas de Capacitación Social de Trabajadores, creadas a partir de 1942 por el Ministro de Trabajo José Antonio Girón de Velasco, las cuales organizaban cursos para trabajadores jóvenes y adultos con inquietudes de mejora social y profesional. Pero estos Centros tenían dos problemas: Por una parte, no daban la posibilidad de integrarse en ellos a los jóvenes con carencias y dificultades económicas o sociales. En segundo lugar, eran muy escasos y no abarcaban las necesidades de la población.

También existían las Escuelas de Trabajo y de Artes y Oficios, pero, además de que también escaseaban, gran parte de sus estudiantes ya estaban inmersos en el mundo Laboral, y lo que realizaba en estas escuelas era un perfeccionamiento profesional.

Por ello y otras razones, se redactó en 1949 La Ley de Enseñanza Media y Profesional, en base a la cual se desarrolla una red de Institutos Laborales, los cuales impartieron el Bachillerato Laboral, en cuatro modalidades: Agrícola y Ganadera, Industrial y Minera, Marítimo-Pesquera y Administrativo. Una de sus misiones principales era enlazar en el alumno su formación humana y técnica y así poderles ofrecer una doble vía al acabarlo: La vía Laboral o la de proseguir estudios superiores.

Este Bachillerato Laboral no tuvo mucho éxito, por lo que se unificaron las dos modalidades de Bachillerato (General y Laboral) a partir del curso 1967-68

El Bachillerato General al que hacíamos mención fue estructurado según la Ley de Ordenación de la Enseñanza Media, en 1953 (Ley de 26 de febrero de 1953 sobre Ordenación de la Enseñanza Media, 1953), siendo ministro de Educación Joaquín Ruiz Giménez, en la cual el Bachillerato se dividía en dos grados: Elemental y Superior. El Bachillerato Elemental con una duración de 4 años y el Bachiller Superior con dos años de duración en sus dos especialidades, Ciencias y Letras. Al finalizar cada uno de los dos Bachilleratos existía la llamada prueba de grado, más comúnmente denominada “Revalida”, que daba acceso al grado siguiente. La “Reválida” del Bachiller Superior daba acceso al Curso Preuniversitario, necesario para poder acceder a los estudios Universitarios concebido para que los estudiantes “adquirieran las técnicas de trabajo intelectual y los hábitos científicos que habrían de serles necesarios para su futura actividad universitaria” (García Hoz, 1980, p. 68).

En 1955 se crea la Ley de Formación Profesional Industrial, que nace con la idea de responder a la realidad económica y social en la que se encuentra España. Como comentaba al principio. España estaba saliendo de un periodo autárquico y comienza a relacionarse económica y socialmente con los países de Europa fundamentalmente. Comienza a llegar inversión extranjera y el sector agrícola deja de ser un sector estratégico para el país, pasando el testigo al sector industrial y más tarde al sector servicios.

Toda esta realidad, unida a la alta incidencia demográfica y al flujo migratorio del campo a la ciudad con cada vez más personas que intentaban su incorporación a esta emergente industria, hacían necesario que nuestro sistema educativo diera una respuesta para poder formar a la población en estos requerimientos. A este respecto, podemos leer el preámbulo de esta ley en el que claramente especificaba que:

“Uno de los más urgentes problemas que recientemente te se han planteado en el campo de la educación, a consecuencia del creciente desarrollo de la industria y del perfeccionamiento de la legislación social en materia Laboral, es sin duda, el que concierne a la formación profesional de los operarios cualificados, sobre la que descansa, en muchos aspectos, la posibilidad de que aquel desenvolvimiento no se vea frenado o puesto en trance de paralización por la ausencia o escasez de una mano de obra diestra y conocedora de las múltiples exigencias de la técnica moderna. De otra parte, resulta obvia la consideración de que la transformación industrial de España necesita, de forma perentoria, unos fundamentos educativos capaces de proporcionarle el elevado número de especialistas y cuadros técnicos de mando de grado medio, sin los que aquella no sería viable” (Ley de 20 de julio de 1955 sobre Formación Profesional Industrial, 1955, p. 4442)

Estructura del Sistema Educativo Español en 1955 elaborada a partir de la Ley de Formación Profesional Industrial y sus decretos de desarrollo

Fuente: (Civera Navarrete, 2011, p. 123)

Esta ley, además de ordenar la formación de los obreros cualificados también tenía un interés especial, en palabras de Víctor García Hoz1:

“Porque estimulaba extraordinariamente la acción de las empresas privadas para que ofrecieran a sus obreros la posibilidad de un perfeccionamiento en su oficio. A su amparo florecieron muchas escuelas de aprendizaje en el seno de las empresas” (García Hoz, 1980, p. 109).

Como hemos comentado anteriormente, la situación económica española era precaria, agudizándose esta situación más aun entre la clase trabajadora y no cualificada (ya hemos comentado antes la tasa de analfabetismo en España en la época a la que nos referimos).

Desde esta concepción podremos entender que las Universidades Laborales nacieron, no para ser unos centros de enseñanza como los que había entonces. Sino que fueron creados para paliar, de alguna manera, las carencias y dificultades existentes entre la clase trabajadora y su necesidad de promocionar a nivel técnico y social.

Las Universidades Laborales vienen, en gran parte, para llenar este vacío y precariedad existente, sobre todo a nivel técnico y profesional, pero también humano. Y atendiendo a las leyes sociales que preconizaban el que ningún ciudadano no pueda formarse en una profesión por carencias de medios económicos, en las Universidades Laborales se establecía la total gratuidad de sus enseñanzas, a través de un sistema de Becas, del cual hablaremos más adelante.

En las Universidades Laborales, y aproximadamente durante los primeros 10 años de su existencia, las enseñanzas que se impartieron de forma mayoritaria fueron La Enseñanza Media y Profesional (Bachillerato Laboral) y la Formación Profesional Industrial.


1 Víctor García Hoz (1911-1998). Maestro y Pedagogo. Fue el primer Doctor en Pedagogía en España. Catedrático de Pedagogía en la Universidad Complutense de Madrid desde 1944. Su labor investigadora se orientó, fundamentalmente, en tres vertientes: La sistematización de los conocimientos pedagógicos, que dio lugar a su libro “Principios de Pedagogía Sistemática”; la Educación Personalizada, quizás su mayor aportación a la Educación española del siglo XX (Explicada detalladamente en su libro de 1970 “Educación Personalizada”), y por último estudios sobre antropología humana, sobre la concepción del hombre. Fue Co-Fundador de la Institución “Fomento de Centros de Enseñanza” en los años 60. Primer director del Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Pedagogía del Centro Superior de Investigaciones Científicas. Fundador de la Sociedad Española de Pedagogía y su revista Bordón. Fue académico de la Real de Ciencias Morales y Políticas. Imprescindible el conocimiento de su obra y todas sus actividades, pues el Centro de Orientación de Universidades Laborales de Cheste, como veremos más adelante, se impregno de su filosofía de la Educación Personalizada y de su concepción antropológica de la persona.

2.3. ANTECEDENTES DE LAS UNIVERSIDADES LABORALES

2.3.1. Antecedentes Políticos

José Antonio Girón de Velasco. Fuente: Girón, J. Pág.27.

Si ya hemos logrado situarnos en este contexto y en las circunstancias del momento, es cuando entenderemos mejor las palabras que dirigió José Antonio Girón de Velasco2, Ministro de Trabajo entre los años 1941 a 1957, el 25 de noviembre de 1950 en un discurso que pronunció en el Teatro San Fernando de Sevilla con la conferencia “La Cultura, instrumento necesario para la revolución Social”, en un acto que se organizó por parte de la Sociedad Económica de Amigos del País, el Círculo de Labradores y el Círculo de la Unión Mercantil:

“Vamos a crear gigantescas Universidades Laborales, castillos de la reconquista nueva, donde vosotros, y sobre todo vuestros hijos, se capaciten no sólo para ser buenos obreros, que eso es poco, y eso es todo lo más que quisieran los enemigos. Vamos a crear centros enormes, donde se formen, además de obreros técnicamente mejores, hombres de arriba a abajo, capacitados para todas las contiendas de la inteligencia, entrenados para todas las batallas del espíritu, de la política, del arte, del mando y del poder” (Girón de Velasco, 1950).

Y el 3 de noviembre de 1951, en el mismo lugar, el Teatro de San Fernando en Sevilla, repitió la misma idea dirigiéndose a los integrantes de la Cámara Sindical Agraria de esa ciudad:

“Vengo a pediros que comprendáis que ha llegado el momento de que, con todas las prevenciones que queráis, pero con sentido justiciero y resuelto, se abran al trabajador las puertas secretas que antes sólo cedían antes los nombres mágicos de los privilegiados. Pero todo sería estéril, inútil y sarcástico si el trabajador no estuviera capacitado para la participación y el ejercicio de las tareas superiores. Y esta es la finalidad de las Universidades Laborales. En ellas se crearán los trabajadores distintos de que tanto hemos hablado. En estas Universidades será fácil descubrir al superdotado, el cual será guiado hasta el aprovechamiento de sus facultades, para bien suyo y de la patria” (ABC, 1951, pp. 8-9).

Aquí es donde podemos encontrar las primeras palabras, el germen, que va a dar lugar a la aparición en España de las Universidades Laborales que 9 años más tarde, La ley de Creación de las Universidades Laborales las definirá como: “Instituciones docentes con la misión de capacitar profesional y técnicamente a los trabajadores españoles y elevar su total formación cultural y humana, para hacer posible su acceso a cualquier puesto social” (Ley 40/1959, de 11 de mayo, sobre Universidades Laborales, 1959, p. 6929).

Así lo corrobora Ricardo Zafrilla3 en la entrevista que le realicé en Albacete el 27 de marzo de 2013, cuando, ante la pregunta de qué eran las Universidades Laborales, y cuál era su objetivo, respondió:

“Las Universidades Laborales eran macrocentros, centro enormes de Formación Profesional. En la España de la autarquía se piensa que hay que educar, formar a los trabajadores y a sus hijos para conseguir un oficio. Lo cierto es que aparecieron verdaderos trabajadores muy cualificados. Eran centros exponenciales, fundamentales para lograr un trabajador cualificado. Y así se demostró posteriormente cómo se nutrió la España del desarrollismo, de los Planes de Desarrollo, de los Polígonos de Desarrollo que se crean por toda la geografía española en la década de los sesenta” (Zafrilla Tobarra R., 2013)

Llamaba la atención el término de “Universidad”, como si quisiera ser una especie de comparación con la Universidad clásica. Realmente, la acepción de Universidad se refería más bien a hacer ver la universalidad de conocimientos que se tenían que impartir en estos centros, y porque su objetivo era la integralidad de la persona, en sus aspectos técnicos, profesionales y humanos.

De igual manera, el término “Laboral” tenía su sentido, pues toda su estructura y organigrama estaba dirigido y pensado para los trabajadores.

2.3.2. Antecedentes Internacionales

Si buscamos algún antecedente fuera de nuestras fronteras que diera lugar a esta idea que plasmó José Antonio Girón en la citada conferencia, tendríamos que remitirnos a Ricardo Zafrilla Tobarra, escritor, historiador, y quizás la persona que más ha estudiado en profundidad la historia de la Universidades Laborales En su tesis doctoral “Universidades Laborales: un proyecto educativo falangista para el mundo obrero” nos habla de la Universidad de Trabajo de Charleroi (Bélgica), más conocida como Universidad del Trabajo “Paul Pastur”:

Como modelo extranjero que sirvió de inspiración a las Universidades Laborales se encuentra el conjunto de instituciones de enseñanzas técnicas y económicas para la formación de aprendices y obreros en la ciudad de Charleroi situado en el corazón industrial y cuenca hullera de la provincia de Henao-Hainaut (Bélgica). Dicho complejo docente fue puesto en funcionamiento con la colaboración del ministerio de Industria y trabajo conociéndose desde principios del presente siglo con el nombre de Universidad del Trabajo ‘Paul Pastur’ (Zafrilla Tobarra, 1998, p. 33).

La Fundación Metal de Asturias estudió también esta relación existente entre la “Universite du Travail” como antecedente de la Universidades Laborales y los posteriores Centros creados en España. (Fundación Metal Asturias, 2005). En su estudio nos habla de Paul Pastur (1866-1938), diputado permanente socialista en la provincia de Hainaut (Bélgica), y de su motivación para dignificar la forma de vida del mundo obrero, no sólo a nivel social, sino también en sus aspectos intelectual, artístico, familiar y moral.

Paul Pastur (1866-1938), formado en colegios jesuitas, se doctoró en Derecho en la Universidad de Lieja (Bélgica). Preocupado por la integración de los obreros y trabajadores manuales en la sociedad industrial, sobre todo a raíz de las revueltas de los obreros en la zona de Charleroi en 1886 en las que se decretó el estado de sitio y la intervención del ejército, se dio cuenta de la necesidad de mejorar la calidad de vida del mundo obrero, y esta pasaba por la necesidad de elevar su nivel cultural y educativo. Por otra parte, alentó también la necesidad de que el mundo obrero asumiera su protagonismo en el ámbito de la protección de sus trabajos y de desarrollo de coberturas sociales. De manera que consiguió que se constituyeran “sociedades de ayuda mutua (mutualidades), asociaciones de cooperativistas, cajas de ahorro, etc.” (Zafrilla Tobarra, 1998, p. 34)

Para conseguir el objetivo del desarrollo cultural, técnico y educativo del obrero, en 1902 crea la Institución de Enseñanza Industrial y Profesional, germen de lo que sería la “Universidad del Trabajo”, creada en 1911, con el objetivo principal de:

“Conseguir una formación intelectual, técnica, física, social, moral, artística y estética para la integración en la vida profesional de la sociedad… con unos métodos de enseñanza activos, constructivos y funcionales que permitan actividades individualizadas, teóricas y prácticas, en talleres y laboratorios” (Zafrilla Tobarra, 1998, p. 35).

Creo que se pueden ver claras las similitudes entre este proyecto original de Paul Pastur y el que tenía en mente José Antonio Girón de Velasco:

“Las Universidades Laborales pretendían ser una mezcla de preparación profesional y de Universidad para el obrero”. “Las Universidades Laborales darían a los futuros trabajadores una formación universal, una universalidad de conocimientos, y a la vez haría de ellos unos técnicos especialistas en distintos ramos: industriales, agrícolas, pecuarios, comerciales, de transportes, de navegación” (Girón de Velasco, 1994, p. 126).

Universidad del Trabajo “Paul Pastur”. Charleroi Fuente (www.delcampe.net, 2014)


2 José Antonio Girón de Velasco (1911-1995): Licenciado en Derecho. Fue Ministro de Trabajo entre los años 1941 a 1957, quizás los años más difíciles tras la contienda militar española. Bajo su mandato se crearon las cuatro primeras Universidades Laborales en España, concretamente las de Gijón (1956), Sevilla (1957), Córdoba (1957), Tarragona (1957). También desde su cargo de Ministro de Trabajo creo el Seguro de Enfermedad (1942), el Plus de cargas familiares (1946), el Instituto de medicina e Higiene y seguridad del Trabajo (1944), la obligatoriedad la Paga extra de Navidad (1945), el Servicio de Mutualidades Laborales (1946), el Subsidio de Invalidez (1947). Fue Procurador en Cortes en todas las legislaturas de los gobiernos del general Franco y posteriormente Consejero del Reino. Ya en el periodo democrático se opuso a la realización del referéndum de la Constitución española, votando “no” a la misma, en 1978.

3 Ricardo Zafrilla Tobarra: Nacido en Albacete es, sin ningún género de dudas, el principal investigador español sobre las Universidades Laborales. Licenciado en Filosofía y Letras y Doctor en Historia con la Tesis Doctoral “Universidades Laborales: un proyecto educativo falangista para el mundo obrero (1955-1978). Aproximación histórica”, estudio en profundidad de la historia de las 21 Universidades Laborales españolas. Ha sido profesor, educador y Director de Colegio en varias Universidades Laborales (Alcalá de Henares, Tarragona, Éibar, Cheste). Director Residencias Universidad Laboral, Éibar (1968-1969), Director Colegio-Residencia “Jaime Balmes”, Universidad Laboral Tarragona (1975 a 1977) y “Reddis”, Universidad Laboral Tarragona (1977-1978 y Director del centro de Enseñanzas Integradas (Antiguo Centro de universidades laborales) de Albacete (1987-90). Posteriormente ha sido profesor en la Universidad de Castilla la Mancha. Actualmente centra su investigación en la historia económica y gráfica de las Universidades laborales españolas.

2.4. LEGISLACIÓN Y REGLAMENTACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES LABORALES

Un aspecto importante a tener en cuenta es que la dependencia directa de estos Centros era del Ministerio de Trabajo. Esto tenía determinadas connotaciones, pero quizás, la más importante, es que eran unas enseñanzas, podríamos decir que paralelas al sistema educativo español, marcado por el Ministerio de Educación y Ciencia. Y por otra parte, en palabras de Federico Gómez Rodríguez de Castro4Eran instituciones privadas, que gozaban de una muy buena situación económica, y se preocuparon de crear escuelas para los hijos de los Mutualistas” (Gómez Rodríguez de Castro, 2014)

A efectos académicos, la Universidades Laborales tenían el reconocimiento legal del Ministerio de Educación y Ciencia para la impartición de sus enseñanzas. Pero también impartían enseñanzas no regladas, las cuales

“Eran muy valiosos, porque estaban a la cabeza de la investigación educativa. Por ejemplo en la Universidad Laboral de Gijón se investigaron soldaduras bajo el agua, soldaduras en vacío, es decir, lo más avanzado que había en cuestión de soldaduras. En la Universidad Laboral de Sevilla había estudios de la Plaga del Naranjo, estudios de ganadería ovina. Tenían mucho valor estos títulos” (Gómez Rodríguez de Castro, 2014).

En 1956, y ya con la Universidad Laboral de Gijón en sus inicios, los Ministerios de Educación Nacional y del Trabajo promulgaron la Orden conjunta de ambos Departamentos de 12 de julio de 1956 por la que se aprueba, con carácter provisional, el Estatuto de las Universidades Laborales, en el cual determina, entre otros aspectos, su misión, personalidad jurídica y funciones:

“Base 1ª. Misión: La Universidad Laboral nace como institución superior de cultura del ámbito del trabajo en la triple dimensión humana, técnica y profesional, fundada y sostenida bajo la tutela del Estado, por los trabajadores españoles.

Base 2ª. Personalidad jurídica. La Universidad Laboral se constituye en órgano docente a través de las Mutualidades Laborales con personalidad jurídica propia, bajo el régimen de Patronato y con prerrogativas que las leyes vigentes confieren a las entidades de este carácter.

Base 3ª. Funciones. La Universidad Laboral cumplirá las siguientes funciones: A) Formar, educar, adiestrar a la juventud trabajadora en el orden humano, profesional y técnico, a través de los diversos grados docentes. B) Enriquecer el espíritu y la dignidad social de los trabajadores adultos y atender a su perfeccionamiento técnico y profesional. C) Elevar el nivel cultural, social y de producción en el área en que la Universidad Laboral radique, mediante cursos y campañas específicas. D) Facilitar a través de un sistema becario o mediante la creación de instituciones adecuadas, el acceso de los alumnos más capaces o de probada vocación a otros estudios de cualquier jerarquía, bien en establecimientos propios o en aquellos donde se impartan las enseñanzas correspondientes” (Orden Conjunta de los Ministerios de Educación Nacional y de Trabajo, de 12 de julio de 1956, por la que se aprueba con carácter provisional, el estatuto de las Universidades Laborales, 1956, p. 4711).

Dos años después se aprueba el Estatuto Docente de las Universidades Laborales, estructurándose las enseñanzas a impartir en ellas (Orden de 16 de agosto de 1958 por la que se aprueba el Estatuto Docente de las Universidades Laborales, 1958).

La legislación sobre Universidades Laborales tiene el momento culmen en 1959, cuando se acaba con toda la provisionalidad del Estatuto de Universidades Laborales de 1956. Es en este año cuando surge la Ley que ordena definitivamente estos Centros (Ley 40/1959, de 11 de mayo, sobre Universidades Laborales, 1959). Según esta, y en su artículo sexto, se les considera como Entidades Benéfico-Sociales, atribuyéndoles personalidad jurídica (es decir, con capacidad para actuar como sujetos de derecho, capacidad para adquirir y poseer bienes de todas clases, capacidad suficiente para contraer obligaciones y realizar actividades que generan plena responsabilidad jurídica, frente a sí mismos y frente a terceros), con patrimonio propio y considerándolas como Instituciones Públicas No Estatales, con los beneficios que la legislación concedía a los centros no estatales reconocidos por el estado

Es importante hacer mención a algunos aspectos de su articulado, pues nos ayudará a entender la filosofía de estos Centros:

• La protección y el impulso que daba el Ministerio de Trabajo a estos centros.

• En el gobierno de estos centros estaban empresarios y trabajadores, estando también en sus órganos rectores representantes de las distintas Mutualidades Laborales becantes de los alumnos.

• La adecuada selección y formación del profesorado y de los educadores del internado de las Universidades Laborales era un objetivo prioritario.

• La organización y gestión de las Universidades Laborales se podían encomendar a Instituciones del Estado, del Movimiento Nacional, Congregaciones u Órdenes Religiosas de la Iglesia o a entidades particulares.

• Las enseñanzas que se impartían se planteaban al amparo de la Ley de Formación Profesional Industrial de 1955 y de la Ley de Bases de Enseñanza Media y Profesional, pero también da la posibilidad de que (como así se cumplió más tarde en diversas Universidades Laborales) se implantarán estudios superiores.

• También ampliaban las enseñanzas a cursos de perfeccionamiento y de adaptación para trabajadores adultos.

Esta Ley tuvo su posterior desarrollo reglamentario con el (Decreto 2265/1960, de 24 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de las Universidades Laborales, 1960)

De este Reglamento podemos extraer, también, algunos datos importantes que nos ayudarán a entender el posterior desarrollo de estos Centros:

1. Cada Universidad Laboral era dueña de su patrimonio propio.

2. Se creaba el Servicio de Universidades Laborales que era el organismo del cual dependían las distintas Universidades Laborales y que era el enlace entre el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Educación en todo lo referente a la actividad docente y de selección y formación del profesorado y educadores de internado. Igualmente, este organismo regulaba el régimen de becas de los distintos Centros.

3. Como Órganos Rectores de cada centro se encontraban el Patronato de la Universidad Laboral y el Rector.

4. El patronato estaba presidido por el Delegado de Trabajo, y formaban parte de él el Rector de la Universidad, el Delegado Provincial de Sindicatos, El Delegado del Servicio de Mutualidades Laborales, el Presidente del Consejo Provincial del Instituto Nacional de Previsión, un representante de las jefaturas agronómica y de industria, dos representantes del distrito universitario al que pertenece la Universidad Laboral, dos empresarios, dos técnicos y dos obreros de las Mutualidades Laborales, dos vocales designados por el Servicio de Universidades Laborales y el Secretario de la Universidad Laboral, que hacía las veces de Secretario del Patronato.

5. El Rector era el que gobernaba la Universidad Laboral, siendo el encargado general de su gestión. Era nombrado por el Ministro de Trabajo, y era la autoridad máxima en cuanto a la disciplina del personal del centro así como a la dirección pedagógica y cultural de la Universidad Laboral. Para realizar su función, tenía como órganos asesores y de consulta al Claustro de Profesores y la Comisión Económico-Administrativa, y como órganos ejecutivos al Secretario General, el Administrador y el Interventor.

6. En cuanto al Régimen Docente, y bajo la dirección del rector de la Universidad Laboral, existía:

• La Jefatura de Estudios.

• Las Juntas de Sección, integradas por los profesores de cada enseñanza específica.

• Las Juntas de Departamento de las materias o asignaturas que se especificaban.

• La Juntas de Formación Humana, encargadas del desarrollo de la formación espiritual, formación del espíritu nacional y formación cultural y estética.

• Las Juntas de Aula, integradas por los profesores que impartían clase a unos mismos grupos de alumnos, el director y educadores del colegio residencial en el que estaban integrados los alumnos y por el responsable del Departamento Psicotécnico, y con la misión de la calificación conjunta de cada alumno.

Igualmente, era de destacar en el presente reglamento la creación y organización en cada Universidad Laboral de tres servicios técnicos:

• Servicio Psicotécnico.

• Servicio de Medios Audiovisuales y extensión Cultural.

• Servicio Médico.

Finalmente, hacer mención al artículo 99, en sus apartados 1 y 2, que hace referencia a los títulos obtenidos por los alumnos al fin de su escolarización en las Universidades Laborales:

“Compete al Ministerio de Educación Nacional la expedición de los títulos correspondientes a los estudios cursados por los alumnos de las Universidades Laborales, cuando se trate de enseñanzas regladas reconocidas por dicho Departamento, de acuerdo con lo establecido en el artículo segundo de este reglamento. En lo que respecta a las enseñanzas no regladas, la propia Universidad extenderá a los alumnos los diplomas acreditativos de los estudios cursados”. (Decreto 2265/1960, de 24 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de las Universidades Laborales, 1960, p. 16759)


4 Federico Gómez Rodríguez de Castro: Doctor en Pedagogía. Catedrático de Historia de los Sistemas Educativos Contemporáneos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Subdirector Educativo del Centro de Orientación de Universidades Laborales de Cheste (1969-70). Rector de la Universidad Laboral de la Coruña “Crucero Baleares” (1970-71) y Delegado General de Universidades Laborales (1972-1975).

2.5. FINANCIACIÓN DE LAS UNIVERSIDADES LABORALES

El sostenimiento y financiación de las Universidades Laborales era obra del Mutualismo Laboral Español, sobre el que recayó fundamentalmente su mantenimiento. A este respecto, el citado anteriormente Estatuto de la Universidades Laborales de 1956, en sus bases 104 y 105 explicitaba que:

“Las Mutualidades Laborales, a través del Patronato de la Universidad Laboral pondrán a disposición de las mismas el edificio y los terrenos de los que son propietarios, así como todas las instalaciones idóneas para la vida y sostenimiento del alumnado y para el ejercicio de las funciones docentes, según el índice de necesidades que planteen los planes pedagógicos y los instrumentos didácticos. La Jefatura de las Mutualidades Laborales estipulará anualmente la dotación económica de cada una de las Universidades Laborales para los gastos de sostenimiento y pedagógicos de los alumnos. (Orden Conjunta de los Ministerios de Educación Nacional y de Trabajo, de 12 de julio de 1956, por la que se aprueba con carácter provisional, el estatuto de las Universidades Laborales, 1956, p. 4719)

Las Mutualidades Laborales eran unas entidades que complementaban a los Seguros Sociales para tener un Sistema de Previsión Social más completo. Estas Mutualidades estaban organizadas por ramas de producción (Siderúrgica, Metal, Arte y Cerámica…) y sus ingresos eran las aportaciones obligatorias de los trabajadores y de los empresarios. La gestión de las Mutualidades dependía del Ministerio de Trabajo, pero eran entidades no estatales.

En el libro “Si la memoria no me falla” testimonio autobiográfico de José Antonio Girón de Velasco, expresa cual era la idea al crear las Mutualidades Laborales:

“Se nos planteaba otro problema. ¿Qué ocurriría con las prestaciones de jubilación, orfandad, viudedad, nupcialidad, natalidad y asistencia sanitaria en aquellos casos en que el seguro de enfermedad hubiera agotado su prestación reglamentaria de seis meses? Como respuesta a esto concebí la idea de las mutualidades y montepíos Laborales, como las instituciones que prestarían esos servicios complementarios. El principio que informó su creación era un principio democrático: el de que el trabajador estaba capacitado para gobernarse en materia de previsión, sin riesgo de desviarse. Hubo quien quiso divulgar que los fondos de nuestra Previsión social, representados en las reservas de los montepíos Laborales, se sustraían de la economía nacional. Totalmente incierto. Salían de los trabajadores y de los empresarios, hasta el último céntimo” (Girón de Velasco, 1994, p. 124) … “Se pidió a los montepíos Laborales que invirtieran sus excedentes, una vez garantizada técnicamente la cobertura de sus riesgos normales, en levantar estos centros. Y así lo hicieron” (Girón de Velasco, 1994, p. 128).

Así lo corrobora el doctor Zafrilla Tobarra, profesor y educador en distintas Universidades Laborales:

“La financiación de estos centros fue el éxito de los mismos, pues tuvieron una financiación fácil, cómoda y garantizada, bajo la tutela del Ministerio de Trabajo. Aun no existían la Seguridad Social (la cual surgió en 1963) y estas mutualidades protegían a sus trabajadores de cualquier contingencia e infortunio. De hecho, había habido en Asturias varios accidentes mineros que dieron lugar a poner en marcha algunos orfanatos para la protección de los hijos de los trabajadores. Es más, la 1ª Universidad Laboral, en Gijón, surgió con esta idea de proteger a estos niños. Después se pensó que era muy rica esta vivencia de internado y de educación para poder llegar a cualquier alumno” (Zafrilla Tobarra R., 2013).

Efectivamente, las Mutualidades Laborales en base a la aportación obligatoria de todos sus trabajadores, tenían una cantidad de dinero más que considerable para poder financiar estos macrocentros de enseñanza y de convivencia. (Zafrilla Tobarra, 2008).

En este mismo sentido ahonda la Dra. Flor de María López de Torrijos5. En su Tesis Doctoral “Las Universidades Laborales de España. Su aporte al desarrollo económico y social” en la que explica que

“Lo que si resulta verdaderamente original del sistema de Universidades Laborales en España es el concepto de su financiamiento. No es de conocimiento de la investigadora que en otros sistemas paralelos o semejantes, tanto en el resto de España como en Europa o América, una institución dedicada a entregar educación sea financiada por organismos que tradicionalmente han sido creados para atender a otros menesteres del sujeto y que, además, estos dispensen una gran cantidad de recursos para esta empresa” (López de Torrijos, 1976, p. 23).


5 Flor de María López de Torrijos, hermana del dictador de Panamá Omar Torrijos, el cual gobernó el país entre 1969 y 1981, fue la primera persona que investigó en España sobre las Universidades Laborales, obteniendo el doctorado el 5 de julio de 1976 en la Facultad de Filosofía y Letras y Educación de la Universidad Complutense de Madrid con la Tesis Doctoral: “Las Universidades Laborales de España (Su aporte al desarrollo económico y Social).

2.6. RÉGIMEN BECARIO DE LOS ALUMNOS DE UNIVERSIDADES LABORALES

Desde el primer momento, eran las Mutualidades Laborales las que becaban a la totalidad de los alumnos de Universidades Laborales. A partir de la entrada en vigor de la Ley de la Seguridad Social, en 1966, el régimen becario de los alumnos se amplía con la posibilidad de las denominadas “Becas Tuteladas”, destinadas a alumnos que, al terminar sus estudios en las distintas Universidades Laborales, y por su buen rendimiento y posibilidades, quisieran seguir con estudios universitarios en otros centros universitarios.

Aproximadamente el 80% de los alumnos estaban en régimen de internado. En el caso de los internos estamos hablando de alumnos que requerían dar solución a aspectos tan variados como la alimentación, el vestuario, los desplazamientos desde la unidad familiar a la Universidad Laboral y desde esta a su casa, el material de higiene personal, los libros de texto y material escolar, aulas y laboratorios, talleres, equipos deportivos, servicio médico y farmacéutico, etc.

Para que nos entendamos: La familia no tenía que hacer ningún desembolso para la educación de su hijo. Incluso había casos, sobre todo al inicio de las Universidades Laborales, en que a las familias se les entregaba una determinada cantidad de dinero con el objetivo de paliar la disminución de ingresos económicos que suponía no tener a su hijo en casa, con la consecuencia de una más que probable merma de los ingresos familiares.

En la siguiente ilustración podemos ver un ejemplo de esta realidad: El vestuario que la Universidad Laboral de Gijón donaba al alumnado, según la circular nº 1 que se envió a los alumnos el 28 de septiembre de 1955 dando instrucciones para el inicio de curso y en el que se detalla el vestuario para el primer curso, 1955-56: Traje de diario (chaqueta, cazadora, jersey y dos pantalones), prenda de abrigo, albornoz y dos pijamas, botas y zapatos de vestir, dos monos de trabajo y equipo de gimnasia.

Circular enviada a los alumnos que ingresaron en la Universidad Laboral de Gijón en el curso 1955-56. Fuente: Archivo personal de Fernando Chust Torrent, ex-alumno de la Universidad Laboral de Gijón.

Por ello, las becas del alumnado de las Universidades Laborales, cubrían todos los aspectos de vida del alumno: docencia, matricula, libros, material escolar, alimentación, alojamiento y otros capítulos, entre ellos, viajes desde la residencia familiar a la Universidad Laboral y viceversa, servicios médicos farmacéuticos, certificados, títulos académicos etc.

“Por tanto, no se trataba de una mera ayuda económica destinada a reforzar el eventual esfuerzo familiar de los beneficiarios. Lo que se pretendía a través de esta fórmula era conseguir un régimen de total y absoluta gratuidad a fin de que el alumno cursase sus estudios, quedando sus familias totalmente exoneradas de cualquier carga que directa o indirectamente pudiera derivarse de la escolaridad de sus hijos” (Narbaiza, 1999, p. 57)

La beca se mantenía mientras el alumno tuviera un rendimiento óptimo en los estudios, aprobando todas las asignaturas entre las convocatorias de junio y septiembre. Solamente con un suspenso, el alumno perdía la condición de becario y se tenía que “volver a casa”6.

Por lo que los alumnos que accedían a las Universidades Laborales se encontraban en una situación especial entre toda la masa estudiantil existente en el país. La oportunidad de promocionarse y formarse cultural y profesionalmente dependía de sus ‘méritos’, determinando su continuidad en el mismo. Se les concienciaba desde el primer día de su ‘responsabilidad’, inculcándoles que donde estaban era patrimonio de todos y debían merecerlo. En este sentido, el papel de los educadores y el profesorado fue esencial para inculcar esa ‘conciencia responsable’ del alumno tanto en su conducta como en la entrega al estudio (Delgado Granados, 2005, p. 261).

Este régimen becario iba más allá de la propia Universidad Laboral, pues cuando un alumno tenía determinadas condiciones y capacidades para proseguir estudios en la Universidad o en las Escuelas Técnicas Superiores, una vez acabados en la propia Universidad Laboral los estudios de Bachillerato Superior o Ingeniería Técnica Industrial, para poder obtener el grado de licenciado o ingeniero superior, las Mutualidades Laborales seguían corriendo con todos los gastos del alumno, mediante el régimen de Beca Tutela. Estas Becas Tutela fueron creciendo en número, hasta llegar, en el curso 1976-77 a la cantidad de 5.548 alumnos estudiando con este sistema de becas en todas las Universidades españolas estudios universitarios (Diplomaturas, Licenciaturas, etc.) (Ministerio de Sanidad y Seguridad Social. Servicio de Universidades Laborales, 1977).

6 Aunque en el inicio de las Universidades Laborales, esta norma estaba más endurecida. La condición de becario se mantenía con todo el curso aprobado y con una media de Notable.